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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

ARTÍCULO DIACRÓNICO

LA ROSCA DE PAN

LA ROSCA DE PAN

No cabe duda de que la tierra en la que vivimos, los Alcores, es una zona que desde muy antiguo ha suministrado cereal, tal y como ocurría, por ejemplo durante el Imperio Romano. En épocas más recientes, y a partir de la Baja Edad Media la zona suministraba trigo y pan, no sólo a la capital hispalense, sino también a la vecina ciudad de Carmona. Este hecho hace que a lo largo de la Edad Moderna y hasta finales del siglo XVIII, en las villas de El Viso, Mairena y Gandul, amén de otras cercanas, se fabricase gran cantidad de pan, tal y cómo lo atestiguan la cantidad de hornos de cocer pan que había no sólo en Alcalá, la de los panaderos, sino en El Viso y Mairena del Alcor.

Como ejemplo de lo que decimos tenemos el padrón de vecinos de Mairena del Alcor del año 1727. Se trata de un documento bastante interesante, dado que hace una clasificación de la población atendiendo al oficio de panadería y todo lo relacionado con la misma.

 

PADRÓN GENERAL DE MAIRENA DEL ALCOR (1727)

 

VECINOS

PANADEROS

NEGROS

ATAHONEROS

HORNEROS

VIUDAS

TOTAL

411

231

17

13

13

31

716

57,40%

32,26%

2,38%

1,82%

1,82%

4,32%

100%

 

Hemos de decir que este padrón se elabora ante el hecho de que los panaderos de Mairena, amén de los de otras villas están exentos de la milicia, hecho que, de alguna manera, puede exagerar el número de personas dedicadas a la panadería, directa o indirectamente. Dichas exenciones, según manifiesta al Cabildo el Capitán General, estaban concedidas “a los panaderos de las villas de Alcalá de Guadayra, Mayrena, Gandul y dos Hermanas”en atención  a la obligación de abastecer de pan a la ciudad de Sevilla, de ahí que el reparto de los soldados se debía de  hacer entre aquellos vecinos que no fuesen panaderos. Se trataba de “reconocer los que componían el gremio de la panadería y en el resto cargar el número de gentes que deuen aprontar por su dotación de milicias”. Estamos ante un privilegio, pues además de no participar en el ejército, los panaderos estaban exentos de “contribuir al alojamiento de tropas y de la requisa de los medios de transporte”, circunstancias que nos demostrarían el interés por  formar parte de ese grupo de “privilegiados”. Como podemos comprobar en el padrón anterior había un total de 231 panaderos, lo que supone el 32 % del vecindario. A esto hemos de unirle el número de  atahoneros y horneros, por lo que el total asciende al 35 %, lo que quiere decir que 1 de cada 3 vecinos de Mairena  se dedicaban, directa o indirectamente, a la panadería tal como lo aprecia el Cabildo: “Aunque todo  el mas  del pueblo son panaderos…”. Sin embargo, los panaderos no cumplían con sus obligaciones de amasar a diario pan y llevarlo a Sevilla, de ahí que a pesar de los continuos requerimientos durante dos años hacen que la Real Junta Magna de Sevilla se dirige a la villa en estos términos: “en conformidad con su obligación remitiese diariamente el pan con Diputado para que entre directamente en la plaza del pan de dicha ciudad, y no haciéndolo así quedara deshonrada de los privilegios que goza por esta razón”.

Son muchos los tipos de pan que se han elaborado a lo largo de la Historia, pero hemos de destacar, dado que es el que nos interesa, el que denominamos como “rosca de pan”. Se trata de una pieza elaborada con harina de trigo a la que se le añade  ajonjolí o sésamo (“sesamum indicum”), semilla oleaginosa, alimento de carácter energético que contiene entre otros componentes: proteínas, metionina, calcio, hierro,zinc. Estamos ante un fruto muy completo, de alto contenido en fibra que sirve, entre otras cosas, para contrarrestar el insomnio, la depresión nerviosa, la melancolía, el estrés, el agotamiento mental y es fundamental para las personas en estado de convalecencia. Visto los aspectos positivos de esta minúscula semilla, podemos presuponer la importancia del mismo en determinados momentos de la vida de una persona, es el caso de enfermos o mujeres convalecientes de un parto. A este respecto hemos de comparar la forma que se le ha dado a la rosca de pan con el aparato reproductor femenino. Si comparamos mentalmente el preciado manjar, podemos apreciar cómo la parte más estrecha del pan podemos asimilarlo con las trompas de Falopio, mientras que lo que denominamos como “panza” no es más que el útero del referido órgano femenino. Estamos pues ante una pieza de pan de origen incierto, bien puede ser musulmán o judío, o es las simbiosis de estos dos elementos culturales tan distintos, pero al mismo tiempo tan semejantes. No obstante, el origen musulmán o judaico, es en cierto modo, lo de menos; lo que sí es cierto es el hecho de que esta pieza de pan tan preciada se le regalaba a las mujeres que habían dado a luz, un regalo que iba acompañado de una buena gallina vieja, de las que hacen buen caldo, un caldo reconstituyente que, unido a la vitalidad que proporcionaba el ajonjolín, servían como reconstituyente natural en un momento tan delicado en la vida de una mujer.

 

                                                       José Ángel Campillo de los Santos

LA ERMITA DEL CRISTO DE LA CÁRCEL DE MAIRENA DEL ALCOR

LA  ERMITA DEL CRISTO DE LA CÁRCEL DE MAIRENA DEL ALCOR

LA  ERMITA DEL CRISTO DE LA CÁRCEL DE MAIRENA DEL ALCOR

En la villa de Mairena del Alcor, en su plaza pública, encontramos un pequeño templo de una sola nave muy remozado a comienzos del siglo XX, según resulta de la comparación que podemos hacer actualmente con lo que de la misma se refiere en el inventario de 1884. La ermita, construida en torno a la segunda mitad del siglo XVII, ocupó un solar que perteneció a la capellanía que fundó Alejo García. Se trataba de  “una casa tienda… que se hizo solar en cuyo sitio y otros accesorios se labró la iglesia capilla del Santo Cristo que se titula de la cárcel”.No obstante hemos de remontar  la construcción del templo en torno a  1644, fecha en la que don Alonso Moya, corregidor de la villa , solicita licencia  para que se diga misa en la cárcel “siendo así que hay sala y capacidad bastante en la dicha cárcel de la dicha villa”. En marzo de este mismo año el cura más antiguo de la villa dio fe de la capacidad del cuarto o capilla: “Y habiendo visto la capilla destinada para celebrar el Santo Sacramento de la misa a los presos que están en ella digo que la sala que tiene la dicha cárcel está inclusa en ella y dentro de las paredes y puertas de la dicha cárcel y que tiene… un altar proporcionado para se celebrar y tres gradas adornando y un cuadro de un Santo Cristo donde se puede celebrar de forma que los presos de la dicha cárcel pueden oir misa aunque sean más de treinta personas… y se pondrán rejas que salen a la dicha capilla, si bien el dicho altar no tiene ara consagrado ni por consagrar ni están prevenidos ornamentos”. Dos días después se obtiene licencia para poder decir misa en la referida capilla. Tenemos constancia de los muchos milagros atribuidos a la venerada imagen; así en el último tercio del siglo XVII (1689) se hacían rogativas con la imagen del Santo Cristo como consecuencia de que “su divina Majestad nos está amenazando por nuestros pecados con falta de agua y langosta y quiere verdadero arrepentimiento” por lo que el Cabildo acordó que “ para que su divina Majestad tenga misericordia de todo género humano conviene el que se saque  en procesión el Santísimo Cristo de la Cárcel y hacerle un novenario de misas cantadas”. Ya en 1694 el templo se había consolidado y era conocido como “altar de la cárcel”.

A finales del siglo XVII, en el  altar mayor encontrábamos “un cuadro de Cristo crucificado y en los lados de dicho altar dos niños de talla” . No volvemos a tener constancia de la imagen hasta  el  inventario de 1866, fecha en la que se  especifica que el lienzo está sobre un “marco dorado y colocado en un pequeño retablo de madera pintada, mesa de altar” donde había un ara con dos niños de candelero de media vara y una lámpara  de metal. En el lado derecho estaba el  “altar de nuestra señora de la Soledad” , una dolorosa de candelero de vara y media de altura y  la urna de Jesús en el Sepulcro “de madera dorada, con cristales”. En el lado  izquierdo un retablo “de la Magdalena con un San Antonio” de yeso, jaspeado, el Santo de talla y el altar del Señor del Amor, también de yeso. En el inventario de 1866 nos aparece un altar, de madera, pintado con San Sebastián, de vara y media de alto y dentro del nicho del altar “una Virgen con un niño de marfil con su peana y una corona de plata; un Santo patriarca de barro y al pie un niño Jesús con potencias de plata”. El hecho de que encontremos a San Sebastián en el templo puede deberse a un hecho circunstancial, dado que el  Santo se veneraba en la ermita del mismo nombre, por lo que podemos pensar que la referida ermita estaba en obras y se había producido un traslado provisional. Junto a la ermita y compartido con la vieja cárcel  había un patio pequeño en el que había una sala donde se guardaban los pasos y enseres de la Hermandad de “Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de Cristo”. En referencia a esta cofradía hemos de decir que en el año1662, Alonso Pastor Castellón, Diputado y hermano de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, sita en la iglesia parroquial de Mairena del Alcor, manifiesta “que los Hermanos y Diputados de la dicha Cofradía tienen por costumbre de reelegir  por mayordomos de ella a las personas que lo han sido” y que deben dinero a la Hermandad, por lo que perjudican las Reglas y Constituciones de la Hermandad. Por todo ello solicitaron se mandase el requerimiento  necesario para que esto no ocurra y que los nombramientos de mayordomo se hiciesen entre los demás diputados y hermanos que no lo hubiesen sido todavía, y siguiendo el turno que especifican las Constituciones y Reglas de la Hermandad. Así lo mandó el Vicario General, y así lo acataron los mayordomos, diputados y escribano de la Hermandad, que manifestaron su disposición a obedecerla. Estamos ante una de las nueve Cofradías  que aparecen en la relación de Hermandades y Cofradías del Arzobispado de Sevilla del año 1771. Tenemos constancia que desde muy antiguo la Cofradía hacía su estación de penitencia el Viernes Santo por la tarde. Así tenemos constancia que  los pasos e insignias se trasladaban sobre la una o las dos  de la tarde a la parroquia para allí hacer el descendimiento de la Santa Cruz, colocar al Señor en el Sepulcro y hacer la estación de penitencia. Sin embargo en 1755 el mayordomo de la referida Cofradía solicitó que la misma hiciese su estación de penitencia desde la misma ermita o desde la plaza pública  “para  que de este modo la vea todo el pueblo, como es estilo hacerse en otras villas y en la ciudad de Carmona”. El vicario informa  que desde hace tiempo inmemorial dicha cofradía salía de la parroquia el Viernes Santo por la tarde “y habiéndose introducido de pocos años a esta parte en dicha iglesia el paso del descendimiento del señor de la Cruz”, a la que asistían  cuatro sacerdotes que hacían las funciones de Santos Varones, que al parecer estaban descontentos por percibir pocos agasojos de la Hermandad, a lo que había que unirle en hecho de que rompían sus ropas, circunstancia que perjudicaba a la parroquia. No contento con esto el Mayordomo hace juramento, un mes después, de los agasajos que la Hermandad  hacía a los cuatro sacerdotes: cuatro bolas de jabón, cuatro empanadas, un frasco de vino, cuatro velas. A esto hemos de añadir otros regalos que se entregaban a cada beneficiado de la parroquial: una vela de media libra y otra al Vicario y al cura más antiguo.

En junio del mismo año interviene el fiscal General del Arzobispado que da su parecer y manifiesta que dicho proceder iba en  contra el Sínodo del Arzobispado, por lo que este tipo de representaciones estaban prohibidas, de ahí la conveniencia de prohibirla en Mairena, evitando así problemas, no perjudicando ni al monumento ni a las vestiduras de los clérigos”.  La controversia se dará por finalizada el  27 de junio de 1755, fecha en la que el viario General indica que la Cofradía debía de salir de la ermita  prohibiéndose el descendimiento de la Cruz.

Por lo que respecta a la cofradía del Santísimo Cristo de la Cárcel, entre los gastos que la misma tenía que afrontar tenemos: “una fiesta que se hace con toda solemnidad el día de la exaltación de la Cruz”, cera, reparos de la capilla, aseo y adorno del altar,  aceite para la lámpara, sermón que se predicaba, música  y fuegos que se quemaban en la víspera. No tenemos constancia si esta Hermandad titulada del “Santísimo Cristo de la Cárcel y de Nuestra Señora del Amparo” tuvo, con anterioridad al último tercio del siglo XIX, reglas. Nos consta que en 1885 José María López Rodríguez, en nombre de la Hermandad, se dirigió al Cardenal solicitando la aprobación de las mismas previa aprobación del cura párroco, paso imprescindible para que las reglas pudiesen ir a Palacio.

 

 

                                                   José Ángel Campillo de los Santos

                                           

“La hoguerita” fiesta profana y fiesta religiosa

El siete de diciembre, cuando la tarde va dando paso a la fría noche, una tras otra, en los distintos rincones de nuestro pueblo las hogueras comienzan a iluminar la noche, la luz vence a las tinieblas. Cualquiera  que estuviera fuera de este contexto festivo  podría decir que el Viso arde en llamas.

Efectivamente, el siete de diciembre, a catorce días del solsticio de invierno, cuando la noche, la  más larga, se adueñe del tiempo, en un pueblo de los Alcores, en los Alcores del Viso, se encienden las hogueritas en honor de la Inmaculada Concepción de María; se celebra la vigilia de la Inmaculada. Estamos ante una fiesta que afortunadamente pervive en el imaginario común de un pueblo que durante cierto tiempo tuvo atisbos de ciudad dormitorio, pero que ha sabido autoafirmarse como pueblo con identidad propia en este mundo tan globalizado e impersonal en el que vivimos. Las fiestas, la fiesta del fuego, en este caso, se convierte en un referente identitario de la comunidad y pervive, en parte (al César lo que es del César…) al papel que ha jugado  el Ayuntamiento de nuestra localidad durante algunos años.

Asistimos a una fiesta en la que  los niños, los que no se han convertido todavía en púberes, acumulan  maderas en torno a una improvisada “pira” que servirá como lugar  en el que se quemará todo lo viejo y en el que el fuego servirá como elemento purificador, porque  el fuego es un signo de purificación y de renovación. Desgraciadamente cada día quedan menos espacios en los que poder encender las hogueras la “noche mágica” del fuego en El Viso del Alcor. Tampoco hay ninguna plaza que lleve el nombre de “la hoguerita”, nombre visueño donde los haya.

Esta ancestral fiesta del fuego que se pierde en los albores de los tiempos  y que tenía como objeto invocar al nuevo sol, a la nueva vida que renace, fue cristianizada y mediante un proceso de readaptación, de sincretismo religioso, se le dio un nuevo sentido al celebrarse en las vísperas de la Inmaculada Concepción de María que se convierte en elemento purificador. No podemos olvidar que a la Virgen la invocamos como “ la Pura” y que incluso se le da el nombre de “Purificación”.

La idea de que María fue concebida sin pecado original, procede de la iglesia griega. Desde aquí se extendió hacia occidente alcanzando gran importancia en Inglaterra a lo largo del siglo  XI. En 1281, el Obispo de Barcelona “ordenó que se realizara una fiesta a la Inmaculada en la catedral. Años más tarde, la devoción se extendió por toda España, siendo aceptada por amplios sectores de la iglesia desde finales del siglo XIV”. Sin lugar a dudas la monarquía española  jugará un papel importante a la hora de reivindicar el dogma de la Inmaculada a Roma. Así, por ejemplo, Carlos V  pidió que se fundaran cofradías de la Concepción en todo el país lo que hizo que proliferase el culto  a esta advocación. Esta nueva situación provocó que los teólogos españoles defendieran y definieran el dogma de la Inmaculada en la quinta sesión del Concilio de Trento donde se dictaminó a  favor de la doctrina concepcionista que caló hondamente en Sevilla, hasta tal punto que en 1613 cuando en un sermón que se dio en el convento dominico de Regina Angelorum, se esgrimieron argumentos en contra de la Inmaculada Concepción de María, este hecho hizo reaccionar a la sociedad sevillana. En este contexto  de enfrentamiento surgen las famosas coplas de Miguel Cid: 

                                              “Todo el mundo en general

                                                   a voces, reina escogida

                                                 diga que sois vos concebida

                                                    sin pecado original”   

 

Paralelamente a este hecho el cabildo sevillano jurará defender el dogma de la Inmaculada. De la misma manera actuó por aquellos años el cabildo de nuestra localidad o el de Granada en 1618 que para conmemorar este juramento se acordó, en 1621, realizar un monumento a la Inmaculada (el primero) que fue terminado en 1631.

En el año 1654, Inocencio X, a instancia de Felipe IV, declaró obligatoria la fiesta en España y sus territorios. Será Alejandro VII, en 1661 quien redactará la Bula “Sollicitudo ómnium Ecclesiarum” donde definió el misterio  de la Concepción, concediendo en 1664 a España el derecho a celebrar el oficio y Misa de la Inmaculada. Clemente XIII, por mediación de Carlos III, declaró Patrona de los reinos y dominios españoles a la Inmaculada Concepción, fundando el rey, en 1775 la Orden de la Inmaculada. El dogma de la Inmaculada Concepción de María fue proclamado oficialmente por la iglesia el 8 de diciembre de 1854 por medio de la bula “Ineffabilis  Deus”.

Esta fiesta tan nuestra bien merece conservarse y llevar un nombre en el nomenclátor de nuestra localidad.

 

 

 

                                                        JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO DE LOS SANTOS

CITAS SOBRE MAIRENA DEL ALCOR

CITAS SOBRE MAIRENA DEL ALCOR

En los días 25, 26 y 27 de Abril, se celebra la famosa feria que lleva el nombre de la villa a la que concurren en dichos días traficantes de todas las provincias de España a proveerse especialmente de ganado de cerda, caballar y lanar y utensilios de labor.                                     

                    Pascual Madoz


Esta es la feria en la que nadie es forastero.
                                                      Voz popular


Y antes de que amaneciese me puse en Mairena que es un lugar que está a cuatro leguas de Sevilla.
                                                       Miguel de Cervantes


No sé que tiene Mairena
que hasta el agua sabe a cante
y el vino a copla morena.
                          Rafael Belmonte


Pero en tu feria OH Mairena, es donde se compendia, cifra y encierra toda Andalucía, su ser, su vida, su espíritu, su quintaesencia.
                                                                Estébanez Calderón


En ti Mairena, es donde se fija cada año el uso que ha de regir los adornos que más privan, el corte que han de tener las diversas partes y aditamentos del traje andaluz.
                                            Estébanez Calderón


Un pueblo está capacitado y adiestrado en la difícil tarea de captar y definir esa florescencia pura y luminosa del andalucismo, un pueblo que se llama Mairena del Alcor.
                                            Jiménez Sutil


La antigua Feria de Mairena, madre de todas las ferias que en el mundo han sido.
                                                                        Adriano del Valle
Es la feria de Mairena
ya se eleva el confuso
hirviente sordo rumor
de aquel portentoso mundo
que se revuelve en la vega
girando siempre en tumulto.
Tomás Rodríguez Rubí. 1843

Sus visos y alcores llena
por los floridos abriles
con sus feriantes Mairena
cubriendo la rubia arena
yeguas y potros miles
(Cantiga popular)


Ay Mairena, Ay Mairena del Alcor si tu nombre en la lengua de los moros recuerda agua de la fuente.
Estébanez Calderón


La feria parece un campamento árabe o morisco después de una correría. Ganado vacuno, ovejas, caballos desparramados, tiendas de campaña toscas. Hombres yendo y viniendo montados sobre hermosos caballos con atavíos andaluces. Algunos en grupo, otros durmiendo a la sombra, otros bebiendo y cantando.
Washington Irving 1828


Que movimiento, que Babilonia, desde el Genil hasta la frontera de Portugal; desde Sierra Morena hasta las playas de Tarifa y Málaga, el universo se conmueve para asistir a la famosa feria.
Estébanez Calderón


…tu famosa feria de los finales de Abril precursora de la de Ronda, primera en todo el año y rica cual ninguna de las dos Andalucías, Alta y Baja.
Estébanez Calderón


Por las mañanas, mi padre me sacaba al gran mercado, inmenso recinto en donde se entremezclaban infinidad de gitanos de toda España, muy en especial de toda Andalucía, donde se sentía el relincho de ganado de todas clases y donde se habían instalado muchos sombrajos convertidos en tabernas de bebidas y comidas.
Antonio Mairena


Porque es tu feria el camino
de los cielos, y en la tierra
no hay feria más animada,
ni en el mundo otra Mairena.
Manuel María de Santa Ana


( Ay, Mairena; ay, Mairena del Alcor! Si en tu nombre en la lengua de los moros recuerda agua de la fuente; si con tus olivos eres la mata de albahaca de los olivares que crecen entre Carmona y Sevilla; si el Alcor sobre el que estás situada te encima y sobrepone a cuantas villas, lugares y alcairías ostenta el Guadalquivir y presenta el Aljarafe;)quién no te celebrará además por aquella tu famosa feria de los finales de Abril, precursora de la de Ronda, primera en todo el año para aquellos países, y rica, cual ninguna de las dos Andalucías, alta y baja?
Estébanez Calderón


A un lado y a otro se extendían lazos simétricas selvas de olivos que se pierdan a la vista, como el horizonte en el mar, y al frente, como cerrando el cuadro, se miraban coronados de rosadas neblinas los altos collados sobre que se ve fundada la antigua Carmona.
Estébanez Calderón


Colina soleada, hermosa vista desde una parte de la feria sobre una amplia y rica llanura con las ruinas de un castillo morisco en el cercano horizonte y las montañas de Ronda en la lejanía.
Washington Irving


Dista cuatro leguas de su capital Sevilla, mirando al Poniente, un cuarto de la del Viso hacia el Oriente, dos de Alcalá de Guadaíra al Poniente, y se extiende su jurisdicción o término por el Oriente un cuarto de legua, media por el Poniente, una al Norte y otra al Mediodía.
Descripción de la villa de Mairena. Tomás López 1785

RECOPILACIÓN JOSÉ MANUEL NAVARRO

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN LOS ALCORES

La presencia del hombre en los Alcores se remonta, según lo atestigua la arqueología, al neolítico-eneolítico. No tenemos más que recurrir a la Carta Arqueológica de la zona para rastrear los cuantiosos restos arqueológicos que denotan la presencia del hombre en el Alcor. Estamos ante una zona muy antropizada, por lo que la huella del hombre, lo que podemos denominar como huella ecológica,  ha ido modificando, poco a poco, pero de forma inexorable, nuestra comarca.En la actualidad, entendemos como censo de población el recuento de individuos que conforman una población. Se trata de una cuantificación  racional de la población  que se hace en función a unos criterios objetivos cuyo resultado puede ser utilizado estadísticamente.

El primer Censo que se hizo en España con un concepto estadístico, y por lo tanto moderno, es el de 1857. Previa a esta fase  podemos hablar de un  período preestadístico  en el que resultaba difícil  cuantificar la población que había en un lugar determinado como consecuencia de que la población no se contabilizaba en relación al  número de habitantes o de almas, sino en función al número de vecinos, lo que  lleva implícita  una cuantificación de carácter fiscal.

El hecho de emplear el término vecino y nuestra necesidad de convertirla en un número cuantificable (habitantes) hace que tengamos que utilizar un coeficiente (normalmente se utiliza el 3,5 o 4) que nos permite obtener un número, más o menos, aproximado del total de habitantes que había en un lugar determinado.

Una vez planteado el primer problema, hemos de  hacer referencia al segundo: la falta de fuentes documentales y su dispersión. Estamos ante otra de las cuestiones que hacen difícil el estudio de una población, más si se trata de una comarca, porque  es preciso recurrir a datos que hagan referencia al mismo tramo cronológico. De esta manera podremos llevar a  cabo comparaciones y, en consecuencia, sacar conclusiones.

Al hacer el estudio de la población en los Alcores hemos tenido en cuenta la siguiente documentación:1º.-El padrón General de 1591

2º.-El Censo de 1642

2º.-El Vecindario de Ensenada de 1759

3º.-Población de las  Vicarías de Sevilla de 1791

3º.-Censos de los siglos XIX, XX y XXI.

EL PADRÓN GENERAL DE 1591

Tal y como hicimos referencia en la introducción, la cuantificación de la población ha sido una de las grandes preocupaciones de los gobernantes a lo largo de la Historia, dado que hay una incuestionable relación entre el número de personas y el desarrollo socioeconómico de un lugar. A pesar de su importancia, nos resulta bastante difícil estudiar la  estructura de la población en el Antiguo Régimen.

El primer documento que nos permite llevar a cabo una comparativa de la población de los Alcores es el padrón general de 1591.

 LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN 1591

VILLA/ UGAR

VECINOS

POBLACIÓN(3)

EXTENSIÓN(4)

%DE POBLACIÓN

DENSIDAD(5)

CARMONA(1)

2.763

11.052

924,47

53,60

11,95

EL VISO

200

800

19,47

3,88

41,08

MAIRENA

450

1.800

69,47

8,73

25,91

ALCALÁ(2)

1.640

6.960

283,05

33,69

24,58

TOTAL

5.153

19.812

1.296,95

100

15,27

(1)     Incluye la aldea de Guadajoz,(2)     Incluye la aldea de El Gandúl,(3) Hemos aplicado el coeficiente 4 al número de vecinos,(4) En kms. cuadrados,(5) Habitantes por kilómetro cuadrado.

  Estamos ante una población que va a estar condicionada por las epidemias y por la emigración, tanto a las tierras granadinas como a las americanas.

Los datos que nos facilita el Padrón General de 1591 nos permiten comparar  el número de vecinos en cada una de las villas o lugares de la comarca, hecho que nos permite obtener una serie de conclusiones. En estos momentos los dos grandes núcleos de población son Carmona y Alcalá (incluyendo Guadajoz y Gandul), que concentran respectivamente el 51,89 y el 30,89 % de la población total, lo que hace un total de 82,7 % ; por el contrario, el resto de los núcleos poblacionales resultan bastante pequeños, incluso insignificantes si los comparamos con estos dos núcleos que actúan como focos polares en la comarca.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN EL SIGLO XVII

A lo largo del siglo XVII se va a producir un descenso de la población que hemos de contextualizarlo en la epidemia de peste que  llegó a Andalucía en 1599 y se mantuvo hasta 1602. A ello hemos de añadirle la expulsión de los moriscos en 1609-1610.

A pesar de estos grandes contratiempos, hay una corriente  migratoria que sigue llegando a Andalucía, circunstancia que nos permite comprender cómo, a pesar del declive biológico, la población hasta finales del reinado de Felipe III, se mantiene estacionario o en un leve retroceso.

Estamos ante un siglo  de dura crisis que se manifiesta en un descenso demográfico que, en el caso de España se calcula en un 25%. Por lo que respecta al Censo de  1642, hemos de decir que se trata de un Censo  que nació con la finalidad de repartir gente para Molina de Aragón. Tenía, por tanto, una finalidad militar, de ahí que  sea un Censo poco fiable, tanto, que resulta curioso cómo nos plantea la misma población que encontramos en el Censo de 1591, hecho que hace que no debamos de tener en cuenta estos datos al considerarlos poco fiables. Hemos de considerar que  es poco probable o imposible que la población se mantuviese en los mismos parámetros que cincuenta y un años antes  en todas las localidades.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN EL SIGLO XVIII

El XVIII es un siglo de alza económica que se tradujo en un notable desarrollo demográfico  generalizado en toda España, de ahí que los Censos nos muestran una población en alza. Es en esta centuria donde los Censos civiles adquieren mayor magnitud, aunque siguen ocultando vecinos o almas. Es el Censo de Ensenada el único que posee una fiabilidad aceptable, mientras que los de  Aranda (1767-68), Floridablanca (1786-87) y Godoy (1796) son de muy dudosa fiabilidad. En referencia al de Floridablanca (1786-1787) estamos ante un Censo que se caracteriza por su gran fiabilidad al tener un carácter meramente estadístico, desligado de cualquier acción de carácter impositivo porque  perseguía, entre otros objetivos: valorar la política poblacioncita llevada a cabo por el Gobierno.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES SEGÚN EL VECINDARIO  ENSENADA (1759)

VILLA/ LUGAR

VECINOS

POBLACIÓN(3)

%DE POBLACIÓN

EXTENSIÓN(4)

DENSIDAD(5)

CARMONA(1)

3.081

12.324

61,05

924,47

13,33

EL VISO

452

1.808

8,96

19,47

92,86

MAIRENA

522

2.088

10,35

69,47

30,05

ALCALÁ(2)

991

3.964

19,64

283,05

14,00

TOTAL

5.046

20.184

100

1.296,95

15,56

(1)Incluye la aldea de Guadajoz,(2)Incluye la aldea de El Gandúl,(3)Hemos aplicado el coeficiente 4 al número de vecinos,(4)En Kms cuadrados,(5) Habitantes por kilómetro cuadrado.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES SEGÚN LA RELACIÓN DE LAS VICARÍAS DE SEVILLA (1791)

VILLA/ LUGAR

VECINOS

POBLACIÓN(3)

%DE POBLACIÓN

EXTENSIÓN(4)

DENSIDAD(5)

CARMONA(1)

3.468

10.596

58,69

924,47

11,46

EL VISO

640

1.920

10,64

19,47

98,61

MAIRENA

701

2.104

11,65

69,47

30,28

ALCALÁ(2)

1.135

3.433

19,02

283,05

12,12

TOTAL

5.944

18.053

100

1.296,95

13,91

(1)Incluye la aldea de Guadajoz, (2) Incluye la aldea de El Gandúl,(3)Hace referencia a las personas en edad de confesión y comunión, por lo que no están los menores de 9/10 años,(4) En Kms cuadrados,(5) Habitantes por kilómetro cuadrado.

La centuria comenzó  con un período depresivo que vino marcado por la guerra de Sucesión y una importante crisis que fue muy dura en 1709 y en los años sucesivos. En este ambiente de cierta desesperanza que se respira por todas partes, donde el descenso de la población agobia aún más a los que no se han ido, hace que exista cierta sensibilización por parte de las autoridades. Esto hace que la monarquía ilustrada y los ministros del momento tomen cartas en el asunto y ordenen un recuento, más o menos racional, de la población. En este contexto hemos de entender el denominado Vecindario de Ensenada elaborado en 1759, en un momento en que se aprecia  un aumento poblacional, fruto de las mejores condiciones económicas del país. No obstante, y, a pesar de ello no desaparecieron las epidemias que asolaban a la población, tal es el caso de la de tercianas (paludismo) que se produjo en 1787 mermando la población considerablemente. Así, y a modo de ejemplo, en el caso de  Paradas, se produjo la muerte de 200 personas entre niños y adultos, o en el caso de  Mairena  la enfermedad fue tan rebelde “que infectó seguramente más de las tres cuartas partes de su crecido vecindario cobrándose principalmente entre los pobres y desvalidos”.  A comienzos del invierno “se levantó de nuevo otra de calenturas catarrales malignas”,  donde al igual que en la anterior, no hubo medios de precaución ni cura alguna. Pasado el otoño se repitieron las Terciarias. Todo esto provocó la muerte de  76 adultos y 106 párvulos, lo que hace un total de 182 personas. Pero hemos de contar con el hecho de que se pudo exagerar en 1787 el descenso poblacional, con la intención de reducir, entre otras cosas, la presión fiscal. Es lo que ocurre en Carmona con el Censo de 1786 donde, el  falseamiento del mismo se hizo en un doble sentido:

Por una parte los cabezas de familia intentan ocultar a personas con la finalidad de evitar las quintas, además de mentir a la hora de dar referencias sobre sus casas y habitaciones con la intención de evitar que las referidas viviendas se señalasen como alojamiento de tropas. Por otra parte, eran los mismos miembros del Concejo los que reducían las cifras del Censo, puesto que los impuestos se  encabezaban, de esta manera, pretendían pagar menos a las arcas reales embolsándose un dinero extra. Esto es lo que motivaba a los Cabildos declarar menos población a pesar de ser “perfectos conocedores del vecindario real, a quienes, sin duda cobraban con empeño”.

LA POBLACIÓN EN LOS ALCORES EN EL SIGLO XIX

La población durante el siglo XIX estará mediatizada, en primer lugar, por lo que podemos denominar como crisis finisecular; además hemos de hacer referencia a los  continuos brotes de fiebre amarilla, por lo que la enfermedad supone una de las grandes lacras sociales del momento. Los primeros síntomas del denominado vómito negro o fiebre amarilla  aparecen en Europa en la ciudad de Cádiz en  1800, llegando a la ciudad de Sevilla a mediados de agosto del referido año.

A comienzos de septiembre la enfermedad hace su aparición en los Alcores, por lo que, ante la honda preocupación por parte de los ediles, se ponen en marcha una serie de medidas de carácter higiénico y de control de los forasteros que acuden de otras partes. Así, entre las medidas tomadas podemos destacar:

-          La prohibición de alojar en casas particulares a forasteros, sin dar previamente conocimiento a la autoridad.

-          La prohibición de que anduviesen por la calle animales sueltos.

-          Que se limpiasen a diario las casas y las calles, para eliminar los malos olores.

-          Que no se echasen a las calles aguas sucias.

A pesar de ello no se toman medidas de ningún tipo en relación a los cementerios parroquiales.

En 1822 se va a producir otra gran epidemia, por lo que, para proteger las entradas de las poblaciones, se construyen puertas de madera que se colocan en puntos estratégicos, tapiando el resto de las entradas de las calles. Además, se toma como medida de carácter higiénico enjabelgar con cal de Morón los pilares que sostenían las puertas y postigos. En el caso de Carmona los restos de las murallas, en la zona antigua, sirvieron como cinturón higiénico ante la epidemia. Estas continuas epidemias van a traer, además de muerte, miseria, por lo que los Ayuntamientos van a tener que apremiar a los vecinos para que paguen los atrasos.

 LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES A LO LARGO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

VILLA O LUGAR

1850

1857

1877

1887

1897

CARMONA

15.121

18.799

17.349

17.459

16.753

EL VISO

3.552

5.323

5.080

5.067

6.259

MAIRENA

3.623

4.493

4.409

4.915

4.948

ALCALÁ

6.702

8.279

8.227

9.055

8.528

TOTAL

28.998

36.894

35.146

36.496

36.488

A todo esto hemos de añadir una grave crisis en la agricultura pues son continuas las referencias a los eriales y tierras incultas que destacan frente a tierras cultivadas, siendo esta la causa de la ruina general de los vecindarios que se dedica, por lo general a la agricultura, y en el caso de El Viso y Mairena, al igual que en el de Alcalá a la arriería y a la panadería.

Nuevamente, en torno a 1833 se va a producir una situación de pandemia, como consecuencia del cólera morbo que se detectó por primera vez en España y Portugal en 1833, concretamente en la ciudad de Vigo, el 1 de enero. El 9 de agosto apareció en Huelva, el 31 en Sevilla y en septiembre en Alcalá, Coria y Dos Hermanas. Esta enfermedad diezmará el país  entre enero de 1833 y enero de 1835. En estos dos años enfermaron 450.000 personas de las que fallecieron 100.000.

La segunda mitad de la centuria estará plagada de crisis de subsistencia, es el caso de las ocurridas en los años 1856 y 1857, a lo que hemos de añadir enfermedades mortales  como la viruela y  las fiebres palúdicas o calenturas y el denominado tabardillo, y, en el caso de las mujeres en edades comprendidas entre 20 y 35 años, lo que se denomina como sobreparto y mal parto. En el caso de los niños pequeños las causas más frecuentes de mortandad vienen motivadas por la dentición y  las calenturas. Será el cólera morbo el que hará puntualmente estragos, así a  finales de julio de 1854 aparecerá en Triana y en algunos puntos de la ciudad de Sevilla, por lo que a comienzos de septiembre habían recibido sepultura 4.287 personas. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Carmona al año siguiente, donde “se contaron por miles el número de atacados en dos días, e hizo tantos estragos que al concluir la epidemia estaba de luto toda la población, desde entonces no ha vuelto a presentarse ninguna otra epidemia de cólera a pesar de las varias que después se han presentado en España, y en Sevilla donde hubo gran mortandad”. Uno de los hechos que motivaban estos brotes de enfermedad era el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas en las que se encontraban la mayor parte de las viviendas. Se trataba, por lo general,  de viviendas “pequeñas y humildes… como medida higiénica para evitar que el cólera ni otra cualquiera enfermedad contagiosa hiciese estragos en esta población por vivir reunidos por falta de casas”.

En  1857 el brote  vuelve nuevamente a aparecer en Sevilla, así entre el 12 de septiembre y el 3 de diciembre  murieron 2.602 personas. Teniendo en cuenta que la población censada en la ciudad ese año era de  463.422 personas, por lo que murieron 5,6 personas por cada mil. Son años de contracción poblacional, al igual que de disminución de matrimonios.

El último tercio del siglo XIX es un período de  grandes conflictos, el del choque entre una burguesía adinerada y una ingente masa de campesinos faltos de tierra y de trabajo, producto de la desamortización. Estamos ante una coyuntura de declive económico donde hay falta de trabajo en el campo, por lo que los jornaleros acuden a sus respectivos  Ayuntamientos a buscarlo. Como la situación económica de los consistorios no es nada boyante, éstos se las ingenian como pueden para dar trabajo a una ingente masa de jornaleros faltos de recursos. Comienza así, el arreglo de calles y caminos. Cuando los Ayuntamientos agotan sus recursos acuden a la Diputación Provincial que, ante las constantes peticiones de los pueblos de la provincia, declara su incapacidad. Como es el Ayuntamiento de cada localidad el que  debe de solventar  la cuestión, la clase dirigente pide ayuda a los labradores y mayores contribuyentes de la localidad, de tal manera que hay un reparto de trabajadores entre las distintas partes. Estas mismas circunstancias se volverán a repetir a lo largo del siglo XX. Son momentos en los que se pone de manifiesto el miedo de la clase dirigente ante la masa que va tomando conciencia de clase, tal y como manifiesta el Alcalde de El Viso en 1905: “el considerable número de braceros que diariamente y a la fuerza sostiene el Ayuntamiento y dice a la fuerza porque no contando con  Guardia Civil para contenerlos se ha impuesto de manera que no aceptan ninguna de las proposiciones hechas sino que han de trabajar todos y con una peseta cincuenta de jornal diario”. Se socorre por miedo, porque dejar de hacerlo provocaría “un conflicto de orden público cuyas consecuencias no se pueden precisar... no contándose en esta población con fuerzas suficientes de Guardia Civil para  contener las masas y visto que con el socorro  están los ánimos tranquilos se acuerda  seguir socorriendo en la  misma forma”. Estas crisis periódicas volverán a repetirse en 1924, 1931 y  1934.

 LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN EL SIGLO XX

Desde el punto de vista poblacional, los comienzos de la centuria se van a caracterizar por una elevada mortandad infantil, sobre todo en los menores de dos años. La muerte en los infantes se va a producir  “a la entrada del calor,…, porque si se tiene en cuenta que aquí la leche no se Pasteuriza ni se esteriliza, y que hay infinidad de madres que crían a sus hijos con biberón, alimentándolos con leche de cabra o vaca, en las que no se observan reglas higiénicas, porque las ordeñan en establos sucios, algunas veces de vacas que están enfermas…se comprenderá  que por todos estos motivos que la leche que se ordeñe en estas condiciones tiene que ir cargada de bacterias, que algunas serán alógenas, pero otras serán patógenas”.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES A LO LARGO DEL SIGLO XX

VILLA  O LUGAR

1.900

1.910

1.920

1930

1940

1950

1960

1970

2000

CARMONA

17.215

18.855

22.095

22.267

24.876

26.887

28.607

24.599

25.723

ALCALÁ  DE GUADAÍRA

8.287

8.940

11.038

16.816

20.477

25.049

30.856

33.593

57.206

EL VISO DEL ALCOR

6.882

5.557

6.517

7.794

9.152

9.659

9.987

11.293

16.170

MAIRENA DEL ALCOR

5.249

5.428

6.679

8.249

8.072

9.073

8.778

10.444

16.649

TOTAL

37.624

38.780

46.329

55.126

62.577

70.668

78.228

79.929

105.748

A lo largo de la centuria la población de cada una de las localidades va sufrir un incremento poblacional que es el resultado del aumento del crecimiento natural de la población y de la llegada de nuevos vecinos que proceden de zonas más deprimidas. Hasta los años cincuenta Carmona se nos presenta como la localidad más poblada siendo en 1960 cuando el fuerte incremento poblacional que viene sufriendo Alcalá, desde años atrás, hace que la población supere los 30.000 habitantes y, en consecuencia, la población de Carmona convirtiéndose a partir de estos momentos en la localidad más poblada. Así pasa de los 33.593 habitantes en 1970 a los 57.206, treinta años después, lo que supone un incremento poblacional de 41,28 %.  En este mismo período de tiempo Carmona sufrirá un incremento poblacional del 4,37%, elemento indicativo que nos habla del estancamiento y retroceso poblacional que viene arrastrando la población a lo largo de todo el siglo XX. Así entre 1960 y 1970 la población disminuirá un 14,37 %.  Lo cierto es que comenzado el nuevo siglo y el nuevo milenio, la comarca contaba con una población que supera los 100.000 habitantes. Sin comparamos los datos de cada una de las localidades entre el período 1970-2.000 podemos ver cómo en Carmona se ha producido, prácticamente,  un estancamiento poblacional (un aumento del 4,36 % ), frente al 41,27 % de Alcalá de Guadaíra que se convierte en la ciudad puntera, desde el punto de vista poblacional e industrial.

                                                                 José Ángel Campillo de los Santos

LA FUENTE DEL CONCEJO O DE LOS SARDINA

La fuente del Concejo o de los Sardinas es la única  existente en el casco urbano de la localidad, en pleno centro histórico, justo debajo de la actual  Plaza del Sacristán Guerrero y enfrentada a la que fuera Casa-Palacio de los Condes del Castellar (actual Ayuntamiento) tal y como nos lo refiere el  cronista de la orden mercedaria, fray Pedro de San Cecilio: “Tiene una sola fuente  de agua dulce, que nace de la cabeza de una barrera contigua al    Palacio de los condes”. Aunque estamos ante la Fuente del Concejo, su actual nombre “de los Sardinas” (desde el último siglo) hace referencia al hecho de que la misma estaba situada a la vivienda de esta familia que gozó de una elevada posición económica en los primeros años de la vigésima centuria. Esta casa, según cuentan, fue donada al Ayuntamiento, hecho que  permitió, en los años cincuenta del siglo XX, remodelar la plaza.

Tal y como nos indica Madoz el agua de la fuente era de una calidad regular, lo que en el pueblo siempre se ha calificado como agua “gorda”, hecho que obligaba a sacar agua, bien de pozos particulares, o de las fuentes cercanas de la Muela o de la Alunada, más propicias para el consumo humano.

La procedencia del agua hemos de buscarla en un manantial mejorado por “un curioso sistema de minas, que según informaciones, partiría de las mismas entrañas del promontorio donde se encuentra la iglesia parroquial”. Hemos de decir que este sistema de minas arranca propiamente del Alcor, así encontramos una referencia a las denominadas lumbreras (hoy calle Lumbreras) “por dónde viene el agua a la fuente de ella [de la villa]”.

La fuente, al igual que los montes, prados, etc., eran propiedad del señor  tal y como lo demuestra el documento de fundación del mayorazgo “consistente en la villa del Viso con sus vasallos, términos, montes, prados, pastos, dehesas, aguas corrientes, estantes y manantes...”. Su importancia  queda reflejada en  las  Ordenanzas  Municipales en las que se especifica que  los encargados de velar por la limpieza de la fuente, cada dos años, eran los Alcaldes Ordinarios que, además, tenían la obligación de arreglar y de limpiar las lumbreras a costa del Concejo. Para que el agua no se contaminara con el jabón estaba taxativamente prohibido, y bajo multa, lavar la ropa tanto en la fuente como en el pilar, de ahí que el fiel encargado de su mantenimiento y limpieza tuviese potestad para prender a aquella persona o personas que sorprendiese lavando en dichos lugares.Estamos ante un complejo sistema  de tuberías que conduce el agua de la fuente, a través de una atarjea paralela a las paredes de la casa- palacio, a un pilar o abrevadero al que ningún vecino podía llevar a beber sus bueyes sin permiso del Concejo. El agua de la fuente, a su vez, descargaba en el lavadero que dependía de los arrendadores de la huerta de la Villa o  de abajo, (propiedad del  Concejo en el siglo XVI) por lo que  estaban obligados a tenerlo lleno de agua “para que las mujeres puedan lavar en él, según que siempre se ha usado, principalmente el día del viernes, y del sábado... so- pena de cien maravedíes para el dicho Concejo”. Además los arrendadores de la huerta estaban obligados a: limpiar la alberca y el pilar  todos los meses, evitando, de esta manera, la acumulación de cieno y suciedad. En el supuesto en el que la alberca estuviese vacía, estaban obligados a tener preparada la que se denomina como “la de abajo”. De la alberca el agua corría hacia el arroyo de la Alcantarilla.Otro ramal o tubería de la fuente se dirigía al convento de mercedarios que tenía por merced de don Gaspar Juan Árias de Saavedra, desde 1625, la concesión de media paja de agua.

Cuando era preciso arreglar el pilar o el lavadero, y, dado que el agua  era del Señor, las reparaciones se pagaban entre éste y el Concejo, según acuerdo entre ambas partes.La fuente dio lugar a conflictos entre los vecinos y el convento de mercedarios  que tomaron  más agua de lo que se les había concedido, tal y como ocurrió en junio de 1654, fecha en la que se detecta que la fuente no echaba agua. Ante esta circunstancia, el Cabildo  decidió reunir a los vecinos y abrir la fuente hallando sus cañones  obstruidos. Ante este hecho, se decidió pedir daños y perjuicios al Padre Comendador y al Provincial, que recriminó los hechos. Unos años antes, en 1643, se produjo un cambio  un cambio  trascendental en la fisonomía de la fuente, pues el Cabildo acordó pedir al Conde que se cubriese porque al estar descubierta “se echan muchas cosas y caen muchos niños”. Estamos ante el primer cambio que se produce  en la fuente pues, al cubrirla, hubo que construir una bóveda, sobre la que, con el tiempo, se construirían viviendas. Estas viviendas desaparecieron en torno a los años cincuenta del pasado siglo, cuando se erige la Cruz de los Caídos.

 

 

                                           José Ángel Campillo de los Santos