La hoguerita fiesta profana y fiesta religiosa
El siete de diciembre, cuando la tarde va dando paso a la fría noche, una tras otra, en los distintos rincones de nuestro pueblo las hogueras comienzan a iluminar la noche, la luz vence a las tinieblas. Cualquiera que estuviera fuera de este contexto festivo podría decir que el Viso arde en llamas.
Efectivamente, el siete de diciembre, a catorce días del solsticio de invierno, cuando la noche, la más larga, se adueñe del tiempo, en un pueblo de los Alcores, en los Alcores del Viso, se encienden las hogueritas en honor de la Inmaculada Concepción de María; se celebra la vigilia de la Inmaculada. Estamos ante una fiesta que afortunadamente pervive en el imaginario común de un pueblo que durante cierto tiempo tuvo atisbos de ciudad dormitorio, pero que ha sabido autoafirmarse como pueblo con identidad propia en este mundo tan globalizado e impersonal en el que vivimos. Las fiestas, la fiesta del fuego, en este caso, se convierte en un referente identitario de la comunidad y pervive, en parte (al César lo que es del César…) al papel que ha jugado el Ayuntamiento de nuestra localidad durante algunos años.
Asistimos a una fiesta en la que los niños, los que no se han convertido todavía en púberes, acumulan maderas en torno a una improvisada “pira” que servirá como lugar en el que se quemará todo lo viejo y en el que el fuego servirá como elemento purificador, porque el fuego es un signo de purificación y de renovación. Desgraciadamente cada día quedan menos espacios en los que poder encender las hogueras la “noche mágica” del fuego en El Viso del Alcor. Tampoco hay ninguna plaza que lleve el nombre de “la hoguerita”, nombre visueño donde los haya.
Esta ancestral fiesta del fuego que se pierde en los albores de los tiempos y que tenía como objeto invocar al nuevo sol, a la nueva vida que renace, fue cristianizada y mediante un proceso de readaptación, de sincretismo religioso, se le dio un nuevo sentido al celebrarse en las vísperas de la Inmaculada Concepción de María que se convierte en elemento purificador. No podemos olvidar que a la Virgen la invocamos como “ la Pura” y que incluso se le da el nombre de “Purificación”.
La idea de que María fue concebida sin pecado original, procede de la iglesia griega. Desde aquí se extendió hacia occidente alcanzando gran importancia en Inglaterra a lo largo del siglo XI. En 1281, el Obispo de Barcelona “ordenó que se realizara una fiesta a la Inmaculada en la catedral. Años más tarde, la devoción se extendió por toda España, siendo aceptada por amplios sectores de la iglesia desde finales del siglo XIV”. Sin lugar a dudas la monarquía española jugará un papel importante a la hora de reivindicar el dogma de la Inmaculada a Roma. Así, por ejemplo, Carlos V pidió que se fundaran cofradías de la Concepción en todo el país lo que hizo que proliferase el culto a esta advocación. Esta nueva situación provocó que los teólogos españoles defendieran y definieran el dogma de la Inmaculada en la quinta sesión del Concilio de Trento donde se dictaminó a favor de la doctrina concepcionista que caló hondamente en Sevilla, hasta tal punto que en 1613 cuando en un sermón que se dio en el convento dominico de Regina Angelorum, se esgrimieron argumentos en contra de la Inmaculada Concepción de María, este hecho hizo reaccionar a la sociedad sevillana. En este contexto de enfrentamiento surgen las famosas coplas de Miguel Cid:
“Todo el mundo en general
a voces, reina escogida
diga que sois vos concebida
sin pecado original”
Paralelamente a este hecho el cabildo sevillano jurará defender el dogma de la Inmaculada. De la misma manera actuó por aquellos años el cabildo de nuestra localidad o el de Granada en 1618 que para conmemorar este juramento se acordó, en 1621, realizar un monumento a la Inmaculada (el primero) que fue terminado en 1631.
En el año 1654, Inocencio X, a instancia de Felipe IV, declaró obligatoria la fiesta en España y sus territorios. Será Alejandro VII, en 1661 quien redactará la Bula “Sollicitudo ómnium Ecclesiarum” donde definió el misterio de la Concepción, concediendo en 1664 a España el derecho a celebrar el oficio y Misa de la Inmaculada. Clemente XIII, por mediación de Carlos III, declaró Patrona de los reinos y dominios españoles a la Inmaculada Concepción, fundando el rey, en 1775 la Orden de la Inmaculada. El dogma de la Inmaculada Concepción de María fue proclamado oficialmente por la iglesia el 8 de diciembre de 1854 por medio de la bula “Ineffabilis Deus”.
Esta fiesta tan nuestra bien merece conservarse y llevar un nombre en el nomenclátor de nuestra localidad.
JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO DE LOS SANTOS
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