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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN LOS ALCORES

La presencia del hombre en los Alcores se remonta, según lo atestigua la arqueología, al neolítico-eneolítico. No tenemos más que recurrir a la Carta Arqueológica de la zona para rastrear los cuantiosos restos arqueológicos que denotan la presencia del hombre en el Alcor. Estamos ante una zona muy antropizada, por lo que la huella del hombre, lo que podemos denominar como huella ecológica,  ha ido modificando, poco a poco, pero de forma inexorable, nuestra comarca.En la actualidad, entendemos como censo de población el recuento de individuos que conforman una población. Se trata de una cuantificación  racional de la población  que se hace en función a unos criterios objetivos cuyo resultado puede ser utilizado estadísticamente.

El primer Censo que se hizo en España con un concepto estadístico, y por lo tanto moderno, es el de 1857. Previa a esta fase  podemos hablar de un  período preestadístico  en el que resultaba difícil  cuantificar la población que había en un lugar determinado como consecuencia de que la población no se contabilizaba en relación al  número de habitantes o de almas, sino en función al número de vecinos, lo que  lleva implícita  una cuantificación de carácter fiscal.

El hecho de emplear el término vecino y nuestra necesidad de convertirla en un número cuantificable (habitantes) hace que tengamos que utilizar un coeficiente (normalmente se utiliza el 3,5 o 4) que nos permite obtener un número, más o menos, aproximado del total de habitantes que había en un lugar determinado.

Una vez planteado el primer problema, hemos de  hacer referencia al segundo: la falta de fuentes documentales y su dispersión. Estamos ante otra de las cuestiones que hacen difícil el estudio de una población, más si se trata de una comarca, porque  es preciso recurrir a datos que hagan referencia al mismo tramo cronológico. De esta manera podremos llevar a  cabo comparaciones y, en consecuencia, sacar conclusiones.

Al hacer el estudio de la población en los Alcores hemos tenido en cuenta la siguiente documentación:1º.-El padrón General de 1591

2º.-El Censo de 1642

2º.-El Vecindario de Ensenada de 1759

3º.-Población de las  Vicarías de Sevilla de 1791

3º.-Censos de los siglos XIX, XX y XXI.

EL PADRÓN GENERAL DE 1591

Tal y como hicimos referencia en la introducción, la cuantificación de la población ha sido una de las grandes preocupaciones de los gobernantes a lo largo de la Historia, dado que hay una incuestionable relación entre el número de personas y el desarrollo socioeconómico de un lugar. A pesar de su importancia, nos resulta bastante difícil estudiar la  estructura de la población en el Antiguo Régimen.

El primer documento que nos permite llevar a cabo una comparativa de la población de los Alcores es el padrón general de 1591.

 LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN 1591

VILLA/ UGAR

VECINOS

POBLACIÓN(3)

EXTENSIÓN(4)

%DE POBLACIÓN

DENSIDAD(5)

CARMONA(1)

2.763

11.052

924,47

53,60

11,95

EL VISO

200

800

19,47

3,88

41,08

MAIRENA

450

1.800

69,47

8,73

25,91

ALCALÁ(2)

1.640

6.960

283,05

33,69

24,58

TOTAL

5.153

19.812

1.296,95

100

15,27

(1)     Incluye la aldea de Guadajoz,(2)     Incluye la aldea de El Gandúl,(3) Hemos aplicado el coeficiente 4 al número de vecinos,(4) En kms. cuadrados,(5) Habitantes por kilómetro cuadrado.

  Estamos ante una población que va a estar condicionada por las epidemias y por la emigración, tanto a las tierras granadinas como a las americanas.

Los datos que nos facilita el Padrón General de 1591 nos permiten comparar  el número de vecinos en cada una de las villas o lugares de la comarca, hecho que nos permite obtener una serie de conclusiones. En estos momentos los dos grandes núcleos de población son Carmona y Alcalá (incluyendo Guadajoz y Gandul), que concentran respectivamente el 51,89 y el 30,89 % de la población total, lo que hace un total de 82,7 % ; por el contrario, el resto de los núcleos poblacionales resultan bastante pequeños, incluso insignificantes si los comparamos con estos dos núcleos que actúan como focos polares en la comarca.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN EL SIGLO XVII

A lo largo del siglo XVII se va a producir un descenso de la población que hemos de contextualizarlo en la epidemia de peste que  llegó a Andalucía en 1599 y se mantuvo hasta 1602. A ello hemos de añadirle la expulsión de los moriscos en 1609-1610.

A pesar de estos grandes contratiempos, hay una corriente  migratoria que sigue llegando a Andalucía, circunstancia que nos permite comprender cómo, a pesar del declive biológico, la población hasta finales del reinado de Felipe III, se mantiene estacionario o en un leve retroceso.

Estamos ante un siglo  de dura crisis que se manifiesta en un descenso demográfico que, en el caso de España se calcula en un 25%. Por lo que respecta al Censo de  1642, hemos de decir que se trata de un Censo  que nació con la finalidad de repartir gente para Molina de Aragón. Tenía, por tanto, una finalidad militar, de ahí que  sea un Censo poco fiable, tanto, que resulta curioso cómo nos plantea la misma población que encontramos en el Censo de 1591, hecho que hace que no debamos de tener en cuenta estos datos al considerarlos poco fiables. Hemos de considerar que  es poco probable o imposible que la población se mantuviese en los mismos parámetros que cincuenta y un años antes  en todas las localidades.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN EL SIGLO XVIII

El XVIII es un siglo de alza económica que se tradujo en un notable desarrollo demográfico  generalizado en toda España, de ahí que los Censos nos muestran una población en alza. Es en esta centuria donde los Censos civiles adquieren mayor magnitud, aunque siguen ocultando vecinos o almas. Es el Censo de Ensenada el único que posee una fiabilidad aceptable, mientras que los de  Aranda (1767-68), Floridablanca (1786-87) y Godoy (1796) son de muy dudosa fiabilidad. En referencia al de Floridablanca (1786-1787) estamos ante un Censo que se caracteriza por su gran fiabilidad al tener un carácter meramente estadístico, desligado de cualquier acción de carácter impositivo porque  perseguía, entre otros objetivos: valorar la política poblacioncita llevada a cabo por el Gobierno.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES SEGÚN EL VECINDARIO  ENSENADA (1759)

VILLA/ LUGAR

VECINOS

POBLACIÓN(3)

%DE POBLACIÓN

EXTENSIÓN(4)

DENSIDAD(5)

CARMONA(1)

3.081

12.324

61,05

924,47

13,33

EL VISO

452

1.808

8,96

19,47

92,86

MAIRENA

522

2.088

10,35

69,47

30,05

ALCALÁ(2)

991

3.964

19,64

283,05

14,00

TOTAL

5.046

20.184

100

1.296,95

15,56

(1)Incluye la aldea de Guadajoz,(2)Incluye la aldea de El Gandúl,(3)Hemos aplicado el coeficiente 4 al número de vecinos,(4)En Kms cuadrados,(5) Habitantes por kilómetro cuadrado.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES SEGÚN LA RELACIÓN DE LAS VICARÍAS DE SEVILLA (1791)

VILLA/ LUGAR

VECINOS

POBLACIÓN(3)

%DE POBLACIÓN

EXTENSIÓN(4)

DENSIDAD(5)

CARMONA(1)

3.468

10.596

58,69

924,47

11,46

EL VISO

640

1.920

10,64

19,47

98,61

MAIRENA

701

2.104

11,65

69,47

30,28

ALCALÁ(2)

1.135

3.433

19,02

283,05

12,12

TOTAL

5.944

18.053

100

1.296,95

13,91

(1)Incluye la aldea de Guadajoz, (2) Incluye la aldea de El Gandúl,(3)Hace referencia a las personas en edad de confesión y comunión, por lo que no están los menores de 9/10 años,(4) En Kms cuadrados,(5) Habitantes por kilómetro cuadrado.

La centuria comenzó  con un período depresivo que vino marcado por la guerra de Sucesión y una importante crisis que fue muy dura en 1709 y en los años sucesivos. En este ambiente de cierta desesperanza que se respira por todas partes, donde el descenso de la población agobia aún más a los que no se han ido, hace que exista cierta sensibilización por parte de las autoridades. Esto hace que la monarquía ilustrada y los ministros del momento tomen cartas en el asunto y ordenen un recuento, más o menos racional, de la población. En este contexto hemos de entender el denominado Vecindario de Ensenada elaborado en 1759, en un momento en que se aprecia  un aumento poblacional, fruto de las mejores condiciones económicas del país. No obstante, y, a pesar de ello no desaparecieron las epidemias que asolaban a la población, tal es el caso de la de tercianas (paludismo) que se produjo en 1787 mermando la población considerablemente. Así, y a modo de ejemplo, en el caso de  Paradas, se produjo la muerte de 200 personas entre niños y adultos, o en el caso de  Mairena  la enfermedad fue tan rebelde “que infectó seguramente más de las tres cuartas partes de su crecido vecindario cobrándose principalmente entre los pobres y desvalidos”.  A comienzos del invierno “se levantó de nuevo otra de calenturas catarrales malignas”,  donde al igual que en la anterior, no hubo medios de precaución ni cura alguna. Pasado el otoño se repitieron las Terciarias. Todo esto provocó la muerte de  76 adultos y 106 párvulos, lo que hace un total de 182 personas. Pero hemos de contar con el hecho de que se pudo exagerar en 1787 el descenso poblacional, con la intención de reducir, entre otras cosas, la presión fiscal. Es lo que ocurre en Carmona con el Censo de 1786 donde, el  falseamiento del mismo se hizo en un doble sentido:

Por una parte los cabezas de familia intentan ocultar a personas con la finalidad de evitar las quintas, además de mentir a la hora de dar referencias sobre sus casas y habitaciones con la intención de evitar que las referidas viviendas se señalasen como alojamiento de tropas. Por otra parte, eran los mismos miembros del Concejo los que reducían las cifras del Censo, puesto que los impuestos se  encabezaban, de esta manera, pretendían pagar menos a las arcas reales embolsándose un dinero extra. Esto es lo que motivaba a los Cabildos declarar menos población a pesar de ser “perfectos conocedores del vecindario real, a quienes, sin duda cobraban con empeño”.

LA POBLACIÓN EN LOS ALCORES EN EL SIGLO XIX

La población durante el siglo XIX estará mediatizada, en primer lugar, por lo que podemos denominar como crisis finisecular; además hemos de hacer referencia a los  continuos brotes de fiebre amarilla, por lo que la enfermedad supone una de las grandes lacras sociales del momento. Los primeros síntomas del denominado vómito negro o fiebre amarilla  aparecen en Europa en la ciudad de Cádiz en  1800, llegando a la ciudad de Sevilla a mediados de agosto del referido año.

A comienzos de septiembre la enfermedad hace su aparición en los Alcores, por lo que, ante la honda preocupación por parte de los ediles, se ponen en marcha una serie de medidas de carácter higiénico y de control de los forasteros que acuden de otras partes. Así, entre las medidas tomadas podemos destacar:

-          La prohibición de alojar en casas particulares a forasteros, sin dar previamente conocimiento a la autoridad.

-          La prohibición de que anduviesen por la calle animales sueltos.

-          Que se limpiasen a diario las casas y las calles, para eliminar los malos olores.

-          Que no se echasen a las calles aguas sucias.

A pesar de ello no se toman medidas de ningún tipo en relación a los cementerios parroquiales.

En 1822 se va a producir otra gran epidemia, por lo que, para proteger las entradas de las poblaciones, se construyen puertas de madera que se colocan en puntos estratégicos, tapiando el resto de las entradas de las calles. Además, se toma como medida de carácter higiénico enjabelgar con cal de Morón los pilares que sostenían las puertas y postigos. En el caso de Carmona los restos de las murallas, en la zona antigua, sirvieron como cinturón higiénico ante la epidemia. Estas continuas epidemias van a traer, además de muerte, miseria, por lo que los Ayuntamientos van a tener que apremiar a los vecinos para que paguen los atrasos.

 LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES A LO LARGO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

VILLA O LUGAR

1850

1857

1877

1887

1897

CARMONA

15.121

18.799

17.349

17.459

16.753

EL VISO

3.552

5.323

5.080

5.067

6.259

MAIRENA

3.623

4.493

4.409

4.915

4.948

ALCALÁ

6.702

8.279

8.227

9.055

8.528

TOTAL

28.998

36.894

35.146

36.496

36.488

A todo esto hemos de añadir una grave crisis en la agricultura pues son continuas las referencias a los eriales y tierras incultas que destacan frente a tierras cultivadas, siendo esta la causa de la ruina general de los vecindarios que se dedica, por lo general a la agricultura, y en el caso de El Viso y Mairena, al igual que en el de Alcalá a la arriería y a la panadería.

Nuevamente, en torno a 1833 se va a producir una situación de pandemia, como consecuencia del cólera morbo que se detectó por primera vez en España y Portugal en 1833, concretamente en la ciudad de Vigo, el 1 de enero. El 9 de agosto apareció en Huelva, el 31 en Sevilla y en septiembre en Alcalá, Coria y Dos Hermanas. Esta enfermedad diezmará el país  entre enero de 1833 y enero de 1835. En estos dos años enfermaron 450.000 personas de las que fallecieron 100.000.

La segunda mitad de la centuria estará plagada de crisis de subsistencia, es el caso de las ocurridas en los años 1856 y 1857, a lo que hemos de añadir enfermedades mortales  como la viruela y  las fiebres palúdicas o calenturas y el denominado tabardillo, y, en el caso de las mujeres en edades comprendidas entre 20 y 35 años, lo que se denomina como sobreparto y mal parto. En el caso de los niños pequeños las causas más frecuentes de mortandad vienen motivadas por la dentición y  las calenturas. Será el cólera morbo el que hará puntualmente estragos, así a  finales de julio de 1854 aparecerá en Triana y en algunos puntos de la ciudad de Sevilla, por lo que a comienzos de septiembre habían recibido sepultura 4.287 personas. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Carmona al año siguiente, donde “se contaron por miles el número de atacados en dos días, e hizo tantos estragos que al concluir la epidemia estaba de luto toda la población, desde entonces no ha vuelto a presentarse ninguna otra epidemia de cólera a pesar de las varias que después se han presentado en España, y en Sevilla donde hubo gran mortandad”. Uno de los hechos que motivaban estos brotes de enfermedad era el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas en las que se encontraban la mayor parte de las viviendas. Se trataba, por lo general,  de viviendas “pequeñas y humildes… como medida higiénica para evitar que el cólera ni otra cualquiera enfermedad contagiosa hiciese estragos en esta población por vivir reunidos por falta de casas”.

En  1857 el brote  vuelve nuevamente a aparecer en Sevilla, así entre el 12 de septiembre y el 3 de diciembre  murieron 2.602 personas. Teniendo en cuenta que la población censada en la ciudad ese año era de  463.422 personas, por lo que murieron 5,6 personas por cada mil. Son años de contracción poblacional, al igual que de disminución de matrimonios.

El último tercio del siglo XIX es un período de  grandes conflictos, el del choque entre una burguesía adinerada y una ingente masa de campesinos faltos de tierra y de trabajo, producto de la desamortización. Estamos ante una coyuntura de declive económico donde hay falta de trabajo en el campo, por lo que los jornaleros acuden a sus respectivos  Ayuntamientos a buscarlo. Como la situación económica de los consistorios no es nada boyante, éstos se las ingenian como pueden para dar trabajo a una ingente masa de jornaleros faltos de recursos. Comienza así, el arreglo de calles y caminos. Cuando los Ayuntamientos agotan sus recursos acuden a la Diputación Provincial que, ante las constantes peticiones de los pueblos de la provincia, declara su incapacidad. Como es el Ayuntamiento de cada localidad el que  debe de solventar  la cuestión, la clase dirigente pide ayuda a los labradores y mayores contribuyentes de la localidad, de tal manera que hay un reparto de trabajadores entre las distintas partes. Estas mismas circunstancias se volverán a repetir a lo largo del siglo XX. Son momentos en los que se pone de manifiesto el miedo de la clase dirigente ante la masa que va tomando conciencia de clase, tal y como manifiesta el Alcalde de El Viso en 1905: “el considerable número de braceros que diariamente y a la fuerza sostiene el Ayuntamiento y dice a la fuerza porque no contando con  Guardia Civil para contenerlos se ha impuesto de manera que no aceptan ninguna de las proposiciones hechas sino que han de trabajar todos y con una peseta cincuenta de jornal diario”. Se socorre por miedo, porque dejar de hacerlo provocaría “un conflicto de orden público cuyas consecuencias no se pueden precisar... no contándose en esta población con fuerzas suficientes de Guardia Civil para  contener las masas y visto que con el socorro  están los ánimos tranquilos se acuerda  seguir socorriendo en la  misma forma”. Estas crisis periódicas volverán a repetirse en 1924, 1931 y  1934.

 LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES EN EL SIGLO XX

Desde el punto de vista poblacional, los comienzos de la centuria se van a caracterizar por una elevada mortandad infantil, sobre todo en los menores de dos años. La muerte en los infantes se va a producir  “a la entrada del calor,…, porque si se tiene en cuenta que aquí la leche no se Pasteuriza ni se esteriliza, y que hay infinidad de madres que crían a sus hijos con biberón, alimentándolos con leche de cabra o vaca, en las que no se observan reglas higiénicas, porque las ordeñan en establos sucios, algunas veces de vacas que están enfermas…se comprenderá  que por todos estos motivos que la leche que se ordeñe en estas condiciones tiene que ir cargada de bacterias, que algunas serán alógenas, pero otras serán patógenas”.

LA POBLACIÓN DE LOS ALCORES A LO LARGO DEL SIGLO XX

VILLA  O LUGAR

1.900

1.910

1.920

1930

1940

1950

1960

1970

2000

CARMONA

17.215

18.855

22.095

22.267

24.876

26.887

28.607

24.599

25.723

ALCALÁ  DE GUADAÍRA

8.287

8.940

11.038

16.816

20.477

25.049

30.856

33.593

57.206

EL VISO DEL ALCOR

6.882

5.557

6.517

7.794

9.152

9.659

9.987

11.293

16.170

MAIRENA DEL ALCOR

5.249

5.428

6.679

8.249

8.072

9.073

8.778

10.444

16.649

TOTAL

37.624

38.780

46.329

55.126

62.577

70.668

78.228

79.929

105.748

A lo largo de la centuria la población de cada una de las localidades va sufrir un incremento poblacional que es el resultado del aumento del crecimiento natural de la población y de la llegada de nuevos vecinos que proceden de zonas más deprimidas. Hasta los años cincuenta Carmona se nos presenta como la localidad más poblada siendo en 1960 cuando el fuerte incremento poblacional que viene sufriendo Alcalá, desde años atrás, hace que la población supere los 30.000 habitantes y, en consecuencia, la población de Carmona convirtiéndose a partir de estos momentos en la localidad más poblada. Así pasa de los 33.593 habitantes en 1970 a los 57.206, treinta años después, lo que supone un incremento poblacional de 41,28 %.  En este mismo período de tiempo Carmona sufrirá un incremento poblacional del 4,37%, elemento indicativo que nos habla del estancamiento y retroceso poblacional que viene arrastrando la población a lo largo de todo el siglo XX. Así entre 1960 y 1970 la población disminuirá un 14,37 %.  Lo cierto es que comenzado el nuevo siglo y el nuevo milenio, la comarca contaba con una población que supera los 100.000 habitantes. Sin comparamos los datos de cada una de las localidades entre el período 1970-2.000 podemos ver cómo en Carmona se ha producido, prácticamente,  un estancamiento poblacional (un aumento del 4,36 % ), frente al 41,27 % de Alcalá de Guadaíra que se convierte en la ciudad puntera, desde el punto de vista poblacional e industrial.

                                                                 José Ángel Campillo de los Santos

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