LA FUENTE DEL CONCEJO O DE LOS SARDINA
La fuente del Concejo o de los Sardinas es la única existente en el casco urbano de la localidad, en pleno centro histórico, justo debajo de la actual Plaza del Sacristán Guerrero y enfrentada a la que fuera Casa-Palacio de los Condes del Castellar (actual Ayuntamiento) tal y como nos lo refiere el cronista de la orden mercedaria, fray Pedro de San Cecilio: “Tiene una sola fuente de agua dulce, que nace de la cabeza de una barrera contigua al Palacio de los condes”. Aunque estamos ante la Fuente del Concejo, su actual nombre “de los Sardinas” (desde el último siglo) hace referencia al hecho de que la misma estaba situada a la vivienda de esta familia que gozó de una elevada posición económica en los primeros años de la vigésima centuria. Esta casa, según cuentan, fue donada al Ayuntamiento, hecho que permitió, en los años cincuenta del siglo XX, remodelar la plaza.
Tal y como nos indica Madoz el agua de la fuente era de una calidad regular, lo que en el pueblo siempre se ha calificado como agua “gorda”, hecho que obligaba a sacar agua, bien de pozos particulares, o de las fuentes cercanas de la Muela o de la Alunada, más propicias para el consumo humano.
La procedencia del agua hemos de buscarla en un manantial mejorado por “un curioso sistema de minas, que según informaciones, partiría de las mismas entrañas del promontorio donde se encuentra la iglesia parroquial”. Hemos de decir que este sistema de minas arranca propiamente del Alcor, así encontramos una referencia a las denominadas lumbreras (hoy calle Lumbreras) “por dónde viene el agua a la fuente de ella [de la villa]”.
La fuente, al igual que los montes, prados, etc., eran propiedad del señor tal y como lo demuestra el documento de fundación del mayorazgo “consistente en la villa del Viso con sus vasallos, términos, montes, prados, pastos, dehesas, aguas corrientes, estantes y manantes...”. Su importancia queda reflejada en las Ordenanzas Municipales en las que se especifica que los encargados de velar por la limpieza de la fuente, cada dos años, eran los Alcaldes Ordinarios que, además, tenían la obligación de arreglar y de limpiar las lumbreras a costa del Concejo. Para que el agua no se contaminara con el jabón estaba taxativamente prohibido, y bajo multa, lavar la ropa tanto en la fuente como en el pilar, de ahí que el fiel encargado de su mantenimiento y limpieza tuviese potestad para prender a aquella persona o personas que sorprendiese lavando en dichos lugares.Estamos ante un complejo sistema de tuberías que conduce el agua de la fuente, a través de una atarjea paralela a las paredes de la casa- palacio, a un pilar o abrevadero al que ningún vecino podía llevar a beber sus bueyes sin permiso del Concejo. El agua de la fuente, a su vez, descargaba en el lavadero que dependía de los arrendadores de la huerta de la Villa o de abajo, (propiedad del Concejo en el siglo XVI) por lo que estaban obligados a tenerlo lleno de agua “para que las mujeres puedan lavar en él, según que siempre se ha usado, principalmente el día del viernes, y del sábado... so- pena de cien maravedíes para el dicho Concejo”. Además los arrendadores de la huerta estaban obligados a: limpiar la alberca y el pilar todos los meses, evitando, de esta manera, la acumulación de cieno y suciedad. En el supuesto en el que la alberca estuviese vacía, estaban obligados a tener preparada la que se denomina como “la de abajo”. De la alberca el agua corría hacia el arroyo de la Alcantarilla.Otro ramal o tubería de la fuente se dirigía al convento de mercedarios que tenía por merced de don Gaspar Juan Árias de Saavedra, desde 1625, la concesión de media paja de agua.
Cuando era preciso arreglar el pilar o el lavadero, y, dado que el agua era del Señor, las reparaciones se pagaban entre éste y el Concejo, según acuerdo entre ambas partes.La fuente dio lugar a conflictos entre los vecinos y el convento de mercedarios que tomaron más agua de lo que se les había concedido, tal y como ocurrió en junio de 1654, fecha en la que se detecta que la fuente no echaba agua. Ante esta circunstancia, el Cabildo decidió reunir a los vecinos y abrir la fuente hallando sus cañones obstruidos. Ante este hecho, se decidió pedir daños y perjuicios al Padre Comendador y al Provincial, que recriminó los hechos. Unos años antes, en 1643, se produjo un cambio un cambio trascendental en la fisonomía de la fuente, pues el Cabildo acordó pedir al Conde que se cubriese porque al estar descubierta “se echan muchas cosas y caen muchos niños”. Estamos ante el primer cambio que se produce en la fuente pues, al cubrirla, hubo que construir una bóveda, sobre la que, con el tiempo, se construirían viviendas. Estas viviendas desaparecieron en torno a los años cincuenta del pasado siglo, cuando se erige la Cruz de los Caídos.
José Ángel Campillo de los Santos
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