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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

LAS HOGUERITAS Y LA INMACULADA CONCEPCIÓN

LAS HOGUERITAS Y LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Bajo los rayos de la luna, la gélida noche visueña se ilumina cuando los leños arden sin tregua, con ligeros chasquidos, elevándose las llamas hacia la bóveda celeste. Una vez más, la entrañable Fiesta de las Hogueritas pervive en la memoria y en la retina de padres, niños y mayores de este rincón de Los Alcores.

El origen de esta milenaria fiesta de culto al fuego se pìerde en la noche de los tiempos. El hombre y el fuego han formado un binomio indisoluble desde que los homo erectus aprendieran a domesticarlo.

Desde la antigüedad, los pueblos mediterráneos han rendido culto al fuego en relación con los solsticios (nombre de los dos momentos del año en que se producen sendos cambios estacionales y es máxima la diferencia entre día y noche) Lo más habitual es el culto al solsticio de verano con fiestas paganas, que se recristianizaron en las populares hogueras de San Juan.

En El Viso, podemos asociarlo con el solsticio de invierno, cuando se produce la noche más larga del año, y desde ese momento la luz empieza a vencer sobre las tinieblas. Esta tradición se puede vincular con los cultos mitraicos, en honor a Mitra, Dios del Sol, de origen persa. De las fiestas mitraicas, destaca la del “nacimiento” del Dios, quién lo había hecho saliendo de una piedra, desnudo y entre pastores. Esta fiesta o “Natalis solis invicti..,” se celebraba el 25 de diciembre, con el solsticio de invierno, comenzando desde ese día el sol a crecer, lo que conllevaba el comienzo del itinerario germinal de la madre Naturaleza.El “mitraismo” fue durante el siglo III el más peligroso contrincante al que tuvo que enfrentarse el joven cristianismo.La Iglesia cristiana cristianiza esta fiesta con el nombre de “Natividad o Navidad de Jesús...”.

En los últimos siglos, la fiesta del fuego en El Viso se relacionó con el día de la Inmaculada Concepción, celebrándose en sus vísperas.
El dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción, es una creencia del catolicismo que sostiene que María, madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado.No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del embarazo.

La defensa de la pureza de la Virgen Mª se defendió con gran ímpetu en España desde tiempos de los visigodos. En el XI Concilio de Toledo el rey visigodo Wamba ya era titulado «Defensor de la Purísima Concepción de María», abriendo una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos. Monarcas como Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, el emperador Carlos I o su hijo Felipe II fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas militares.
El rey Carlos III, muy afecto a esta advocación mariana, creó una orden en su nombre (la Orden de Carlos III) y la declaró patrona de sus estados.

Sin embargo, esta creencia religiosa reverdece tras la reforma protesta, que negaban la pureza original de la Madre de Dios, y la defensa española de la doctrina concepcionista en el Concilio de Trento, de mediados del siglo XVI.La ciudad de Sevilla se convirtió desde principios del siglo XVII en uno de los paladines de esta doctrina, difundiéndola por tu diócesis, no siendo El Viso, cuyo escudo cuenta con el anagrama de María, una excepción.

El dogma oficial de la Inmaculada Concepción se aprobó el 8 de diciembre de 1854 con la bula Ineffabilis Deus: "...Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción..."

La Inmaculada Concepción siempre ha estado muy vinculada con El Viso. Tuvo un altar en la Iglesia Parroquial (la imagen se conservan actualmente en la Capilla de la Virgen del Rosario). Además, se celebró el centenario del dogma, en 1954, con la instalación del antiguo Ayuntamiento, edificio abandonado por nuestros gobernantes, de un retablo cerámico con la imagen de la Inmaculada.

Volviendo, de nuevo a las hogueritas, tenemos que indicar que el fuego, siempre purificador y renovador, nos limpia de toda mancha, antecediendo la celebración de la "Purificación". Del mismo modo, señalan el pistoletazo de salida de las fiestas navideñas, bajo el son de los villancicos, un ambiente de hermandad y la alegría generalizada de grandes y pequeños, verdaderos protagonistas, estos últimos, de esta milenaria tradición, quiénes como hormigas en hilera acarrean leña los días previos. Desgraciadamente, cuando crecemos nos convertimos en protagonistas pasivos de esta fiesta (¿resabios de ritos de iniciación?)

Nuestras hogueritas están íntimamente entrelazadas en el subconsciente colectivo visueño y gozan del apoyo del consistorio municipal, quién otorga premios a las más espectaculares y concurridas. No obstante, está en peligro de extinción debido al crecimiento urbanístico que reduce a la mínima expresión los lugares donde recoger leña y realizar, con las mínimas medidas de seguridad, estas hogueras. ¿Tendrá el Ayuntamiento que realizar un "Hogueritródomo", es decir, un espacio reservado para la instalación de estos "focos de luz que calientan las frías noches de diciembre"? No sé cuál será la solución para la pervivencia de esta Fiesta, una de nuestras señas de identidad en nuestro imaginario colectivo, pero no estaría de más que una calle o plaza de nuestro pueblo estuviera dedicada a ella.

Marco Antonio Campillo de los Santos
Historiador y Antrópologo







1 comentario

Inés -

Este artículo, creo, es enriquecedor para afianzar nuestras señas de identidad.