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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

PREHISTORIA E Hª ANTIGUA

De la ubicación de la necrópolis orientalizante de La Santa.

De la ubicación de la necrópolis orientalizante de La Santa.

 

1. Don Jorge Bonsor, arqueólogo e inglés.

Partamos de un dato del todo incontrovertible: Don Jorge Bonsor fue una persona sumamente ordenada, minuciosa, y hasta perfeccionista. Considérese, con algo de sana ironía, que antes que arqueólogo fue todo un inglés (también llevaba la grandeur francesa en sus venas), amante de la formalidad, de la puntualidad y del trabajo metódico. Que valgan como prueba indiscutible de esto último, las anotaciones que el estudioso realizara en los cuadernos de campo que escribió cuando acondicionó el Castillo de Mairena. Dichos cuadernos han sido magníficamente publicados por la Diputación de Sevilla bajo el nombre de El Castillo de Mairena del Alcor. El Legado de Jorge Bonsor y Dolores y Simó. Leamos un fragmento del texto:

 

El tiempo es magnífico esta mañana. El trabajador Manuel Méndez llamó a la puerta 12 minutos antes de las 6, es su defecto, ¡viene siempre demasiado pronto! Se le ha hecho esperar sin abrir hasta las 6.

 

Se sigue hoy despejando el suelo de la plaza de armas (del Castillo) de donde salen tantos materiales.

 

            Debo a Manuel Méndez:

 

            Lunes 8

            Martes 9                          3 días a 1,75=5.25            pagado

            Miércoles 10

 

            4 días a Rafael a su cuenta:

 

            Jueves 11, 12, 13, 14 a 2,50 = 10 pagado

 

            Como vamos a comprobar, en sus cuadernos no solo recogía preciosas informaciones relativas a las obras de acondicionamiento del Castillo -para las que incluso realizó detallados croquis de incalculable valor-, sino que registraba todos aquellos datos sin los cuáles no podría haber fiscalizado hasta el último céntimo que salía de su bolsillo; todo quedaba plasmado, negro sobre blanco, en base a los criterios de rigurosidad, orden y precisión. Aunque en algún momento pudiera haber cometido errores, que los cometió (ténganse en cuenta sus posibilidades económicas y las limitaciones técnicas propias del momento), su intención era la de no dejar nada al azar. Era un auténtico tiquismiquis. Resulta lógico, pues, que a la hora de cumplir su cometido como arqueólogo y estudioso de la Historia, fuera igualmente perfeccionista y siempre pretendiera sistematizarlo todo participando de las más altas cualidades de la Ciencia, tan ajenas al mundo de la arqueología española del momento. Sus cuadernos son, por lo tanto, un reflejo de su personalidad, pero también de su método científico. Gracias a ellos, hoy podemos delimitar, con cierta precisión, los límites de la muy célebre necrópolis prerromana de Santa Lucía. Si este señor jamás hubiera visitado nuestras tierras, otro gallo hubiera cantado.

 

2. Lo que sabíamos sobre la necrópolis orientalizante de Santa Lucía: las noticias de Bonsor.

 

Sobre la localización del yacimiento que nos va a ocupar de aquí en adelante, dado a conocer por nuestro autor como de Santa Lucía, podemos leer en su célebre Las colonias agrícolas prerromanas del valle del Guadalquivir lo siguiente:

 

            Entre Mairena y El Viso del Alcor, muy cerca de la Ermita de Santa Lucía se encuentra un grupo importante de monumentos funerarios compuesto por catorce motillas cuyas alturas oscilan entre 1.50 m. y 6 metros.

 

Muy cerca de la Ermita de Santa Lucía… No solo mencionó dicha construcción, enclavada en un pago muy querido por visueños y maireneros, sino que Bonsor nombró concretamente el Olivar de los Toruños, propiedad de Don Elías Méndez, como el lugar donde se encontraban los túmulos que deseaba excavar. Solo nos quedaba, por lo tanto, identificar dicho lugar para poder trazar, más o menos, el perímetro de un yacimiento, no lo olvidemos, muy cercano al entorno de La Santa (así se la conoce por estos lares).

 

Para llevar a buen puerto esta empresa, nosotros nos apoyamos en las informaciones que Bonsor nos dejó sobre la localización de otra necrópolis orientalizante visueña, que él asoció al yacimiento de La Tablada: El Raso de Chirolí. Ésta, a diferencia del área cimiterial que nos ocupa, si puede ser localizada con relativa facilidad, a través de las informaciones que Jorge Maier publicó en su obra Jorge Bonsor, 1855-1930: Un Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y la Arqueología española:

 

En un terreno ubicado entre dos plantaciones de olivos; en lo alto de la cuesta, a más de 200 metros antes de llegar a las primeras casas del Viso y viniendo de Carmona, a la izquierda de la carretera. Grupo de siete motillas”.

 

Atendiendo a tan preciosos y precisos datos, y considerando la trama urbanística de El Viso de principios del siglo XX, podemos suponer que necrópolis tan impresionante estaría situada, más o menos, dentro del espacio comprendido entre las actuales calles Corredera (Norte), Adriano (Sur), San Laureano (Este) y Trajano (Oeste), que es donde se encuentra la parte alta de la cuesta referida. Lástima que el ulterior crecimiento urbanístico de nuestro pueblo engullera para siempre un yacimiento, que de poder haber sido excavado de nuevo, seguro que nos hubiera deparado muy gratas sorpresas.

 

La ubicación de esta necrópolis resultaba de capital importancia a la hora de situar en el espacio a la de La Santa. ¿Por qué? El muy tiquismiquis Bonsor nos dice que ambas se encontraban más o menos a igual distancia del yacimiento de La Tablada: una, ubicada al Este del núcleo de poblamiento orientalizante (Raso), y la otra, al Oeste (La Santa). Si el contexto arqueológico de Raso de Chirolí teníamos que situarlo a poco más de un kilómetro del punto más alto de la mesa de Tablada (en concreto, del vértice geodésico), ¿por qué nos empecinábamos (yo mismo, en mi obra El Viso antes de El Viso. Una introducción a la Prehistoria, la Protohistoria y la Historia Antigua) en situar la necrópolis de Santa Lucía en el entorno de la actual raya del término entre El Viso y Mairena, que no dista ni trescientos metros de dicho lugar? ¿No se encontraban más o menos a la misma distancia de La Tablada? ¿No estaríamos haciendo algo tan visueño como acercar demasiado el ascua a nuestra sardina? Empezaban a aflorar dudas más que razonables. Pero entonces, no nos dábamos cuenta de nuestro error.

 

Tirando de lógica deductiva, y sin más datos que los anteriormente ofrecidos, procedimos a demarcar, muy por lo alto, el espacio que, hacia el Oeste, estaba más o menos a un kilómetro de distancia de La Tablada, y no muy lejos de la ermita de Santa Lucía. Para ello se descartaron todos los lugares no relacionados visualmente con La Tablada, dado que en las necrópolis orientalizantes de la comarca de Los Alcores, las ciudades de los vivos suelen estar a la vista de las ciudades de los muertos, y viceversa. ¿El resultado? El Olivar de los Toruños del señor Elías Méndez tendría que estar en término de Mairena del Alcor, dentro de un perímetro delimitado por el entorno del Camino de Zapata (Norte), entorno del escarpe (Sur), el entorno de las lomas que lindan con el lado oriental de la abandonada fábrica de ladrillos (Este), y el cercado de cipreses del Olivar del Sonido (Oeste). Todo este espacio es divisible desde La Tablada, y dista entre 700 y 950 metros de dicho yacimiento (tomando con referencia el vértice geodésico de Tablada). Ni por asomo se nos ocurrió acercar el límite Norte del yacimiento a La Trocha, pues nos parecía un lugar excesivamente distante del entorno de Santa Lucía. Después comprobarán que nos equivocábamos, aunque no por mucho.

 

Todas nuestras hipótesis de trabajo, basadas en los datos que nos legara Bonsor, apuntaban en dirección a Mairena. Eso era del todo indiscutible. Aunque la existencia de lagunas en la argumentación de nuestra teoría era más que evidente. Precisamente por ello, recurrimos a los textos de Cañal, con el objetivo de fundamentar más sólidamente nuestras algo peregrinas observaciones.

 

3. Las noticias de Don Carlos Cañal.

 

Este autor, contemporáneo de Bonsor, escribió una maravillosa obrita titulada Nuevas exploraciones de yacimientos prehistóricos de la provincia de Sevilla. Una auténtica joya, sobre todo, para todos los que hemos intentado situar la necrópolis que desde hace tanto tiempo nos ha venido trayendo literalmente de cabeza. Permítasenos que insertemos algunos fragmentos de lo que, sobre La Santa, relató Cañal:

 

            El otro yacimiento, digno de ser estudiado detenidamente, es el que se encuentra en el olivar de los torunos de Santa-Lucia (1), propiedad del Sr. Méndez, donde han sido abiertos cinco túmulos, quedando aún diez ó doce por explorar; uno de éstos alcanza dimensiones considerables (fig-. 17), y en todos ellos ha recogido multitud de vestigios prehistóricos el infatigable arqueólogo Mr. J. Bonsor, residente en Carmona. Los terrenos conocidos con el nombre de Santa Lucia están situados á la mitad del camino que une á Mairena con el Viso.

 

            (…) Al pié de la colina en donde se encuentra la necrópolis descripta hállanse las llamadas cuevas de Santa Lucia, que, en realidad, no son más que unas oquedades, abiertas acaso por el hombre en lejana fecha, pero en las cuales no se ha recogido, que sepamos, objeto alguno que proceda de los tiempos prehistóricos.

 

            Amén de la aportación de datos tan preciosos, como los dibujos de alguno de los túmulos de La Santa y las magníficas descripciones de los objetos hallados en ellos, Cañal nos dejaba otra maravillosa serie de pistas sobre la ubicación de nuestra necrópolis. Repitamos de nuevo un fragmento del texto, que nos resultó del todo revelador: “Al pié de la colina en donde se encuentra la necrópolis hállanse las llamadas cuevas de Santa Lucía”. Dichas cuevas, sitas nada más y nada menos que a los pies de la necrópolis, aún son visibles en la parte alta del escarpe. Se encuentran exactamente en pleno término municipal de Mairena del Alcor, a unos 800 metros de La Tablada, o lo que es lo mismo, más o menos a la misma distancia que el Raso de Chirolí. Si la colina se desarrollaba en lo alto de dichas cuevas, ya teníamos más argumentos aún para defender el acotamiento que demarcamos previamente, pues dicho perímetro coincidía, en su lado meridional, con el punto donde se encuentran las cuevas de “La Santa”. Para más inri,  Cañal nos decía “Los terrenos conocidos con el nombre de Santa Lucia están situados á la mitad del camino que une á Mairena con el Viso”. ¿A la mitad del Camino de Zapata o de La Trocha? Nosotros ya habíamos apuntado el Camino de Zapata, pero como supuesto límite Norte del yacimiento. Por cierto, los tramos medios de dichos caminos, se encuentran bastante alejados del término municipal de El Viso del Alcor. A unos 800 metros de La Tablada. Más o menos a la misma distancia que separaba a ésta del Raso de Chirolí (permítasenos esta recurrente comparación, pues juega un papel no poco importante en el fundamento de nuestra teoría).

 

Parecía que el círculo se iba cuadrando: nuestra necrópolis tendría que ubicarse en un perímetro limitado por el Camino de Zapata (Norte), entorno del escarpe (Sur), el entorno de las lomas que lindan con el lado oriental de la abandonada fábrica de ladrillos (Este), y el cercado de cipreses del Olivar del Sonido (Oeste). Pero todavía carecíamos de los documentos definitivos, de una serie de textos e ilustraciones, que sabíamos que el metódico Bonsor debió haber realizado mientras excavó el Olivar de Los Toruños. Ahora, con la publicación de El Castillo de Mairena del Alcor. El Legado de Jorge Bonsor y Dolores y Simó, donde se nos ofrecen los contenidos íntegros de dos de esos cuadernos,  poseemos la mayor parte de los datos necesarios para determinar con mayor precisión, casi todo lo relativo a la localización exacta de la necrópolis de La Santa. Como verán, la hipótesis que habíamos mantenido hasta la publicación de dicha obra, tuvo que ser revisada íntegramente al socaire de las nuevas informaciones conocidas.

 

4. La localización de la necrópolis orientalizante de Santa Lucía a la luz del estudio de los cuadernos de trabajo de Don Jorge.

 

Vayamos al grano. En el cuaderno de excavaciones y trabajos de restauración del Castillo de Mairena del Alcor, escrito por el anglo-francés entre 1903 y 1904, podemos leer todos los datos que aquel recogiera en relación a las excavaciones que llevara a cabo en el Olivar de los Torruños (así aparece escrito en estos cuadernos), y no solo, para la SFFA (Société Francaise de Fouilles Arquéologiques). Veamos dos de los fragmentos más interesantes, para así empezar nuestra particular disección:

 

            1. El Olivar de los Torruños está situado a poca distancia de la Raya del término del Viso, entre dos caminos viejos que van del Viso a Mairena.

 

2. Hacia las 10 Rafael P. y yo fuimos a dar una vuelta por las alturas próximas a La Tablada, el emplazamiento del antiguo poblado; el examen del suelo, plantado actualmente de olivos no nos indicó nada. La necrópolois pre-romana está, no cabe duda, donde estamos ahora trabajando, el olivar llamado “Olivar de los Torruños”.

 

Hay en este olivar dos necrópolis bien distintas  (…).

 

Primera novedad: según estas anotaciones, El Olivar de los Torruños acogía no una, sino dos necrópolis prerromanas. Estas las debemos enmarcar en horizontes culturales distintos: una, del periodo orientalizante, estaría compuesta por quince túmulos de inhumación y de incineración; otra, que Bonsor define como celto-púnica (la desconocía cuando escribió Las colonias agrícolas prerromanas del Valle del Guadalquivir) , y que hoy sabemos turdetana, estaría compuesta por varios fosos, directamente excavados en la roca, contenedores de urnas funerarias. ¿Pero adónde estaban? Según hemos podido leer anteriormente, no estarían lejos de la raya del término entre El Viso y Mairena, pero no en las inmediaciones de La Tablada: los olivares cercanos a “el emplazamiento del antiguo poblado”, de cuya existencia aún existen evidencias en el pago del Cañalizo (Olivar del Rosca), no mostraban rastro arqueológico alguno que indicaran que su suelo albergó necrópolis de ningún tipo. No olvidemos que El Olivar de los Torruños estaba muy cerca de la Ermita de Santa Lucía (Mairena) y no por donde El Cañalizo (El Viso). Por lo tanto, tenemos que alejar el ascua de una sardina, que parece ser mairenera. ¿Pero a qué distancia estaría el yacimiento del entorno de La Tablada? ¿En qué punto en concreto estarían plantados los olivos de Don Elías Méndez? La cosa no es tan sencilla…

 

En la página 94 del cuaderno de Bonsor, tenemos un maravilloso croquis con información relativa a la distribución de las necrópolis y a las diferentes estructuras funerarias existentes dentro de ellas. Lo peor de todo es que carecemos de una escala métrica, de una serie de referencias que nos permitan establecer la distancia existente entre la raya del término Viso-Mairena y las necrópolis, o la existente entre estas dos. Pero no tenemos poca cosa. En dicho croquis se sitúa, de una manera muy clara, la posición de las dos áreas cimiteriales respecto a La Tablada: ambas se encuentran al Oeste: la necrópolis orientalizante, al Noroeste; la necrópolis celto-púnica (turdetana), algo más al Suroeste. Pero esta última está mucho “Mas próxima a La Tablada y a la izquierda del camino que lleva desde la fuente pública de Mairena llamada (del Alconchel) a la del Viso bajo La Tablada llamada…”. Dicho camino es el de Zapata, cuyo entorno definimos previamente como límite Norte del Olivar de los Torruños. Sin embargo, parece claro que, en cambio, es el límite meridional de dicho olivar, en tanto en cuanto, allí se situaba la necrópolis situada más al Sur. Valga otra puntualización de Bonsor, para confirmar esta afirmación: “lo hemos encontrado (el cementerio turdetano) en el mismo olivar de Elías Méndez, en la extremidad del lado de la vega cerca de un viejo camino del Viso a Mairena”. Es decir, al Sur. Pues el otro camino, el que ahora conocemos con La Trocha, no está precisamente cerca de la Vega.

 

Podemos definir, pues, el límite meridional del perímetro del Olivar de los Torruños, pago cuya extensión no alcanzaba, al Este, las inmediaciones de la raya del término entre El Viso y Mairena (no lo olvidemos, de cara a establecer cual sería más o menos el límite oriental del yacimiento). A pesar de todo, parecía que no podíamos saber con precisión, en base a los datos que teníamos a nuestra disposición, a qué altura del Camino de Zapata se hallaría la necrópolis turdetana. Pero sigamos ahondando en nuestros planteamientos.

 

Algo más al Noroeste de la necrópolis turdetana, o sea, por debajo de La Trocha y por lo alto del Camino de Zapata, se encontrarían los once túmulos pertenecientes al olivar del señor Méndez; la mayor parte de los pertenecientes a la necrópolis orientalizante. Como se ha anotado antes, al carecer de una escala métrica o algo parecido, no sabemos exactamente a qué distancia de La Tablada, o de la otra necrópolis (la más oriental), se encontrarían dichas estructuras funerarias. Sin embargo, gracias al estudio de otro croquis existente en la página número 96 de los cuadernos de Bonsor, poseemos unas valiosísimas referencias que nos pueden ayudar a establecer, como mínimo, la máxima expansión hacia el Norte de la necrópolis orientalizante de Santa Lucía. Vayamos por partes.

 

En el croquis de la página 96 se señala la presencia de cuatro túmulos situados a quinientos metros al Noroeste del grupo de once túmulos del Olivar de Los Torruños: la necrópolis orientalizante de Santa Lucía se extendía a lo largo y ancho de dos espacios geográficos bien diferenciados, separados por quinientos metros de distancia. Observando la posición de las cuatro estructuras funerarias reflejadas, podemos comprobar como se encontraban en un espacio, aparentemente extenso, donde La Trocha (llamada a principios del siglo XX Camino del Sonido y Camino del Viso) y la antigua carretera de Madrid (la actual Mairena-Viso) empiezan a acercarse. Entre estas dos vías de comunicación, en los maireneros pagos conocidos a principios del siglo XX como Campo del Calero y Olivar de Don Marcelino Calvo (muy probablemente, el espacio comprendido entre la actual finca de San Francisco y El Ventorrillo) estarían, pues, los túmulos más septentrionales de la necrópolis de Santa Lucía; a unos mil metros del punto más alto de La Tablada. Por debajo de La Trocha, quinientos metros al Sureste de este espacio, más cerca de El Viso, pero siempre en Mairena, se encontrarían los once túmulos restantes, pertenecientes al ámbito del Olivar de los Torruños. Al Sureste de estos, más cerquita del Camino de Zapata, estaría la necrópolis turdetana.

 

Entonces podemos afirmar, a modo de resumen, que (miren el mapa):

 

1.                            La antigua carretera de  Madrid (la actual Mairena-Viso), al Norte, y El Camino de Zapata, al Sur, definen, sin ningún género de dudas, los límites septentrional y meridional, respectivamente, de nuestra inmensa necrópolis. La extensión entre dichas vías de comunicación, dentro de la zona que nos interesa, llega a alcanzar hasta los setecientos metros. Y la distancia relativa a la que deberíamos situarlas respecto a La Tablada, está en torno a los mil metros en el punto más lejano; más o menos a la misma distancia que Raso de Chirolí. Aunque dada la imprecisión relativa con la que Bonsor habla del tema (ténganse en cuenta las limitaciones de la época), y el más que considerable tamaño del yacimiento, tendríamos que ser algo flexibles.

2.                            Los túmulos número 3 y 4, señalados por Bonsor dentro del mairenero Olivar de Don Marcelino Calvo, son las dos estructuras funerarias más occidentales de la necrópolis orientalizante de La Santa. Desconocemos la ubicación de dicho olivar, pero sabemos que se encontraba en las inmediaciones del punto donde La Trocha y la antigua carretera de Madrid empezaban a acercarse. Dicho punto podría corresponderse, grosso modo, con el espacio comprendido entre la finca de San Francisco y El Ventorrillo, que distan más o menos un kilómetro de La Tablada. Como Raso de Chirolí: Bonsor era un tiquismiquis…

3.                            Al Este sabemos que tan extenso yacimiento no llegaba a alcanzar la raya del término Mairena-Viso, y que no estaba en las inmediaciones de los olivares próximos a La Tablada (todo el espacio comprendido entre el Camino del Cañalizo y la raya del término Mairena-Viso estaba plantado de olivos). En este límite oriental, por arriba del Camino de Zapata, y no muy lejos del escarpe que asoma a la vega, tendríamos que situar la necrópolis turdetana. ¿En qué tramo de dicho camino? Siempre al Sureste de la necrópolis orientalizante y, como hemos dicho, más cerquita de la Vega y no demasiado lejos de la raya del término Mairena-Viso.

4.                            Entre la necrópolis turdetana y los cuatro túmulos del Olivar de Don Marcelino Calvo se encontraría el grupo de 11 túmulos del Olivar de los Torruños; por lo alto del Camino de Zapata y casi 500 metros por debajo de La Trocha (dirección Sureste).

 

5. La posible cuadratura del círculo.

 

Para lograr un mayor grado de precisión en el planteamiento de nuestra hipótesis, hemos recurrido al examen de toda la cartografía y la documentación histórica que hemos podido consultar. Nos referimos, sobre todo, a los distintos mapas del Instituto Geográfico y Catastral (sobre todo, los de 1948, dado que las versiones anteriores no aportaban gran cosa), al Mapa de Andalucía 1:50.000 del Estado Mayor de Ejército Alemán (1940-1944), y a las ortofotos del suelo español que el ejército norteamericano hiciera en 1956. De ninguna de las maneras hemos logrado localizar el Olivar de los Torruños, el Olivar de D. Marcelino Calvo, o el campo labrado del Calero, con “nombre y apellidos”; ya fuere porque sus nombres cambiaron a lo largo del tiempo pasado (entre cuarenta y cincuenta años), ya fuere porque tampoco se mantuvieron los usos de la tierra, y lo que fue olivar se convirtió en campo de labranza, y viceversa. Pero no estábamos perdidos, pues al margen de los datos que ya hemos aportado, poseíamos el precioso croquis de la página 96 del cuaderno de Bonsor, donde se nos indicaba adónde se encontraban el Olivar de D. Marcelino Calvo y el campo labrado del Calero. Pues bien, hemos procedido a superponer dicho croquis a la imagen antigua con mayor resolución que tenemos en nuestro haber, que es la ortofoto americana de 1956. ¿El resultado? Si nos fiamos de la pericia de Bonsor en el manejo del lápiz (su formación inicial era de pintor), hemos de concluir que el espacio por él señalado coincidía con el que actualmente se encuentra entre la mairenera finca de San Francisco y El Ventorrillo. Este punto dista entre 1.000 y 1.300 metros del vértice geodésico de La Tablada (más o menos la misma distancia que el Raso de Chirolí). Atando cabos, ya tenemos localizado el límite Noroccidental de nuestro yacimiento.

 

Insistamos en esta vía que hemos iniciado. Entre los actuales pagos de San Francisco y El Ventorrillo, estaban los cuatro túmulos que Bonsor señalara dentro de los límites del Olivar de D. Marcelino Calvo y el campo labrado del Calero. Los otros once túmulos de la necrópolis de Santa Lucía (siempre más lejos de La Santa, que no es sino el pago donde se encuentran los restos de la antigua ermita), estaban a 500 metros al Sureste de los anteriores. Buscando en esa dirección, en las ortofotos americanas de 1956, se aprecia con algo de meridiana claridad, un grupo de hasta siete pequeñas y protuberantes estructuras circulares, que parecen destacar en relieve, como si de túmulos se tratase, sobre la superficie de un amplio campo para entonces ya despoblado de olivos. Nos referimos a la finca catastral 8406604TG5480N0001WL localizada en el mairenero PL FUENTESOL Ndup-V Suelo, situada a 200 metros al Norte del Camino de Zapata y a 850 metros al Oeste de La Tablada ¿Estamos ante el antiguo solar de la propiedad de Don Elías Méndez, del Olivar de los Torruños? Como siempre, tendremos que esperar a que la arqueología diga la última palabra. En este sentido, vale la pena señalar que dicho lugar ofrece evidencias de haber sido usado solamente como campo de labranza desde los años 50 del pasado siglo hasta nuestros días. No ha sido urbanizado. ¿Quedarán en el subsuelo algunos indicios de la necrópolis que excavara Bonsor?

 

¿Y la necrópolis turdetana? según esta hipótesis, aquella, que se encontraba situada al Sureste de la anterior, algo por lo alto del Camino de Zapata, y más cerca de La Vega y La Tablada, no podría encontrarse sino a la altura de la actual finca de El Canijo; pues de encontrarse más al Sureste, se saldría del Camino de Zapata y se metería de lleno en el término de El Viso. Y Bonsor dejó muy claro que en El Viso no estaba. Desgraciadamente, este lugar tan cercano a la raya del término, y distante tan solo 650 metros del punto más alto de La Tablada, está actualmente urbanizado, aunque no en toda su extensión. ¿Se podría haber perdido para siempre el límite más meridional de tan extenso yacimiento? Habrá que estudiar la zona.

 

6.  A modo de conclusión.

 

De no aparecer un documento aún más revelador que el que aquí hemos diseccionado, ha de ser la arqueología la que tenga la última palabra. Pero no va a ser sencilla la empresa, considerando que tan solo ha resistido al ritmo frenético de la urbanización, y solo relativamente (en la zona norte existe una edificación), el espacio que hemos señalado para ubicar la mayor parte de los once túmulos del antiguo Olivar de los Torruños: la finca catastral 8406604TG5480N0001WL localizada en el mairenero PL FUENTESOL Ndup-V. Aquí tendría que centrarse, en nuestra humilde opinión, una futura y deseable prospección arqueológica. Y es que, tanto el supuesto entorno propuesto para localizar la necrópolis turdetana, como el indicado para los cuatro túmulos del Olivar de D. Marcelino Calvo y el campo labrado del Calero, han sufrido las consecuencias de una presión antrópica, que cuando no se ha traducido en la radical urbanización del terreno (El Ventorrillo), ha derivado en la remoción intensa de unas tierras que han cambiado varias veces de uso a lo largo de los más de cien años transcurridos entre la excavación de los túmulos y estos días en los que escribimos. Por ejemplo, la finca de San Francisco, supuesto solar del antiguo Olivar de D. Marcelino Calvo, está plantada de naranjos y algún que otro eucalipto; y en toda su extensión, son claros los indicios de haberse desmontado parte del terreno. Al menos en superficie, no hay ni rastro de túmulos en toda la finca. No obstante, aun habiéndose perdido las estructuras externas de los túmulos, no es improbable que aún se conserve en este lugar alguna que otra impronta arqueológica de cierto empaque: ¿no subsistirán en la roca alcoreña aquellas fosas que cubrían los túmulos orientalizantes?

 

            Pero no desesperemos, porque independientemente de la posibilidad de que se haya conservado algo del registro arqueológico de tan interesante área cimiterial (no olvidemos que una buena muestra de los restos hallados por Bonsor, se encuentran a salvo en instituciones tan prestigiosas como la Hispanic Society of New York), sabemos mucho más de lo que sabíamos justo antes de la muy acertada publicación de El Castillo de Mairena del Alcor. El Legado de Jorge Bonsor y Dolores y Simó. No solo podemos y debemos aventurarnos en la nada fácil tarea de ubicar nuestra necrópolis, sino que poseemos magníficos datos en nuestra mano, que nos obligan a replantear toda la problemática específica de un yacimiento cuya interpretación no hace sino complicarse enormemente. Planteemos tres cuestiones que son dignas de ser abordadas:

 

1.      Ya no solo podemos hablar de una necrópolis orientalizante, con posible origen en una anterior área cimiterial del Bronce Final (el enterramiento arcaizante que describiera Cañal). Estamos ante un complejo yacimiento cuya cronología no se agota hasta el periodo turdetano. El estudio de este momento debe servir para completar la secuencia cronológica y cultural de la Protohistoria de Los Alcores.

2.       ¿Es la secuencia cronológica y cultural registrada en la necrópolis un trasunto de la actividad del enorme, e inexplicablemente inexplorado, yacimiento de La Tablada? A falta de una excavación en toda regla, ¿qué podemos decir de la “ciudad de los vivos” partiendo del estudio de la “ciudad de los muertos”?

3.      Dada la enorme distancia existente entre el grupo de cuatro túmulos del Campo del Calero y Olivar de Don Marcelino Calvo y el grupo de once túmulos del Olivar de los torruños, ¿no cabría plantearse si hablamos de dos necrópolis orientalizantes diferentes localizadas en terrenos de Mairena del Alcor? De poderse confirmar, ¿no podríamos otorgar una mayor importancia a un núcleo de poblamiento como La Tablada, que al margen de poseer un supuesto bastión defensivo, ya contaría con tres y no dos necrópolis para el momento orientalizante?

 

Nosotros les dejamos el órdago sobre la mesa.

 

 

 

 

  Juan Antonio Martínez Romero, Ldo. en Historia del Arte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UNAS MURALLAS TARTÉSICAS Y TURDETANAS INÉDITAS EN LA HISTORIOGRAFÍA ESPECIALIZADA: LA TABLADA.

UNAS MURALLAS TARTÉSICAS Y TURDETANAS INÉDITAS   EN LA HISTORIOGRAFÍA ESPECIALIZADA: LA TABLADA.

UNAS MURALLAS TARTÉSICAS Y TURDETANAS INÉDITAS

 EN LA HISTORIOGRAFÍA ESPECIALIZADA: LA TABLADA.


La Tablada es un yacimiento arqueológico calcolítico, tartésico, turdetano y romano, incluso con posibles elementos neolíticos (son numerosos los fragmentos de piedra pulimentada), situado en el extremo oeste del casco urbano del pueblo sevillano de El Viso del Alcor[1], compuesto por dos partes claramente diferenciadas: la Tablada Baja y la Tablada Alta. En la primera de ellas, se instaló, a principios de los años ochenta del pasado siglo, el recinto ferial, por lo que una parte considerable del yacimiento ha sido sepultado, aunque posiblemente se conserve, pues han sido escasos los movimientos de tierra y no muy profundas las cimentaciones.

 

La Asociación Cultural Fuente del Sol, de la que soy su presidente, es una entidad que trata de estudiar, proteger, fomentar y divulgar el Patrimonio de Los Alcores, para lo que ha realizado un gran número de actividades, entre ellas un estudio metódico y cuidadoso de este yacimiento, centrándose especialmente en la posible existencia de unas murallas, no reconocidas por la historiografía especializada ni por la base de datos del SIPHA (Sistema de Información de Patrimonio Histórico de Andalucía). Los resultados de este estudio inédito se presentaron públicamente a los vecinos y vecinas de EL Viso el 1 de julio de 2010 mediante un amplio y completo montaje audiovisual, realizado por nuestro compañero Vidal Prieto Pineda, con la colaboración de José Manuel Burgos, Francisco Aranda, Ricardo Guerra, Fº Javier Urbano, Blas Jiménez y Marco A. Campillo.

Fruto de estas investigaciones, se ha realizado por parte de Francisco Aranda Jiménez (Tesorero de la Asociación) unas mediciones aproximadas, utilizando  la herramienta SIG PAC (Sistema de Información Geográficas de Parcelas Agrícolas): la superficie de la Tablada Alta es de 7,10 has. En cambio, la superficie total de la Tablada Alta más la Tablada Baja (recinto ferial y barrio aledaño) es de 11,50 has. Por tanto, éstas podían ser, de manera aproximada, las dimensiones reales de esta ciudad protohistórica. Estas dimensiones son frecuentes en el mundo tartésico o turdetano meridional, ya que lo usual son ciudades amuralladas de 10 a 20 has., aunque las hay menores en algunos casos, y otras enormes, que en ocasiones alcanzaron casi las 50 has., como en Hasta Regia (Mesas de Asta, Cádiz), Carmo o Cástulo (Linares, Jaén).

Fernando Amores Carredano en su obra clásica “Carta Arqueológica de Los Alcores” realiza la siguiente valoración del yacimiento en cuestión: “Se trata de un poblado importante, base -con otros- del hábitat del primer milenio a. C. en Los Alcores, como apuntó Bonsor, poblado en altura, bien guarnecido aunque no se aprecian restos de fortificación alguna a simple vista”[2] . Del mismo modo, en otro escrito, sigue negando cualquier tipo de entramado defensivo en la Tablada: “Un segundo tipo estaría representado por Entremalo y La Tablada. Se trata de un emplazamiento dominante, pero no perfectamente estratégico. Por demás, no tienen muralla (las murallas a que hacemos mención son tan espectaculares que, conociendo de antemano su estructura, se observe su existencia o no a simple vista)”[3].

El profesor José Luis Escacena en un artículo sobre las murallas tartésicas[4] enumera y describe un gran número de yacimientos amurallados, pero no hace alusión en este aspecto al yacimiento visueño de la Tablada.

En definitiva, la historiografía especializada de ámbito no local, no recoge el carácter amurallado del  enclave protohistórico en cuestión. No obstante, los laboriosos estudios emprendidos por la Asociación Cultural Fuente del Sol parecen demostrar que la ciudad protohistórica de la Tablada o Tablá estaba fuertemente amurallada, de modo análogo a los poblados cercanos de Gandul o Carmona.

El gran conocedor de la Prehistoria, Protohistoria e Historia Antigua de esta comarca, Fernando Amores Carredano, no incluyó las murallas de la Tablada en su célebre Carta Arqueológica de los Alcores,  pues en los años ochenta del pasado siglo eran poco visibles en un somero análisis superficial, no obstante unos movimientos de tierra realizados  a comienzos de los noventa en el límite occidental de la Tablada dejaron al descubierto una muralla de mampostería en forma de talud[5].

Los primeros vestigios de fortificación los encontramos cuando ascendemos de la Tablada Baja (la construcción en ella del recinto ferial de El Viso destrozó parte del yacimiento) a la parte Alta a través de una pequeña cuesta, frente a la entrada al Parque de la Muela. Concretamente, encontramos varios lienzos, en sentido vertical, conformados por fragmentos de rocas albarizas, con una anchura de 2,20 m. (cuatro codos fenicios). Uno de ellos parece continuar en el borde del actual recinto ferial, en el límite con el Parque antes mencionado, lo que deja entrever que la muralla continuaba por el perímetro de la Tablada Baja.

Otros elementos defensivos los encontramos en lo que pudo ser la entrada al recinto fortificado (claramente visible en las fotografías aéreas), un amplio espacio en forma de V, flanqueado por dos elevaciones del terreno, en los que existe una gran acumulación de piedras de considerable tamaño (podrían ser los restos de dos bastiones defensivos que flanquearían dicha puerta principal). El acceso a la misma se realizaría mediante  una rampa, perfectamente lisa, esculpida directamente en la roca natural, de unos 11,5 m. de anchura. Además, de esta principal, había dos pequeñas entradas “peatonales” (descubiertas gracias a la intuición de dos socios de la Asociación, Armando Rueda y Francisco Aranda) en ambos extremos, occidental y oriental, en pequeñas vaguadas artificiales excavadas por la mano del hombre, con posible acceso escalonado (se conservan restos claramente visibles), lo que nos hace pensar en la existencia de una planificación urbanística, con dos calles principales, que se contaban perpendicularmente, y un trazado en damero, como en el yacimiento del Castillo de doña Blanca en el Puerto de Santa María.

Los flancos de esta entrada están ocupados por los restos de una muralla de unos 2,20 m. de espesor, lo que nos indica una clara delimitación del espacio, “intra y “extra” muros. Este lienzo se afirmaba como defensa,  aún más,  por la fuerte pendiente del terreno. La continuidad de la muralla se hace patente en ambas direcciones, Este y Oeste.

Ascendiendo hacia la cornisa, encontramos restos de una construcción similar a un muro, en una zona escarpada. Procedimos a su medición y volvió a repetirse los 2,20 m. de anchura.

Caminando en sentido Oeste descendemos suavemente hasta llegar al muro occidental de la posible ciudad, el mejor conservado. Está formado por trozos de roca calcarenita, tierra y elementos de desecho (restos cerámicos, huesos,…), todo bien compactado con argamasa, adquiriendo forma de talud o, en algunos tramos, un diseño perfectamente vertical. La altura en las zonas visibles, según las mediciones de Juan Antonio Martínez (socio de Fuente del Sol) es de 5 m. en las zonas más altas y 80 cm. en las más bajas[6].

En definitiva, podemos concluir que toda la Tablada  Alta estaba amurallada por sus cuatro flancos con murallas abancaladas compuestas por mampuestos, con un perímetro de 1050 m., con una finalidad claramente defensiva, pero también por razones de prestigio, ya que la Tablá está aislada prácticamente por casi todos sus lados gracias a la acusada orografía del alcor, lo cual favorecía su defensa.

 

Hipótesis de datación de las murallas de la Tablada.

La presentación de una hipótesis sobre la datación de las murallas de esta milenaria ciudad es una tarea compleja, más si cabe cuando el yacimiento no ha sido excavado sistemáticamente. Sin embargo, utilizando el método comparativo podemos realizar una aproximación.

Fernando Amores Carredano realizó un estudio pormenorizado de las murallas de la antigua Carmo (Carmona) y de Gandul (Alcalá de Guadaira), similares en su estructura, aunque de mayores dimensiones, a las analizadas en estas líneas, realizando una datación aproximada en los siglos X-IX a.C., en la etapa Bronce Final o Bronce III, como defensa ante la llegada de pueblos del mediterráneo oriental[7]. Manuel Bendala denomina a este período, comprendido entre el cambio de milenio y el siglo VIII a.C., fase formativa de Tartessos o Período Geométrico, cuyo elemento más característico son las estelas funerarias de guerreros, símbolos de una sociedad fuertemente militarizada[8], como la hallada en la Hacienda de Cuatro Casas, cerca de Carmona. No obstante, otros autores, como Diego Ruiz Mata, consideran que el fenómeno de Tartessos comienza en torno al siglo VIII a.C., pues no hay evidencias concluyentes de establecimientos fenicios anteriores al 800 a.C.[9] En consecuencia, según esta corriente historiográfica, las murallas de la Tablá no serían tartésicas.

José Luis Escacena, en cambio, lanza una nueva hipótesis, siguiendo un enfoque evolucionista,  defendiendo que las murallas tartésicas son más tardías, a partir del siglo VIII a. C. (en la época culmen de Tartessos o período orientalizante), no siendo herederas de las fortificaciones del Calcolítico o del Bronce del mediodía ibérico, pues seguirían el prototipo oriental introducido por la colonización fenicia[10]. Las murallas de la Tablá cumplen, en líneas generales, las características principales aludidas por este profesor de la Universidad hispalense: “La característica fundamental de este tipo es el glacis de sustentación, una estructura sobre la que se coloca la fortificación propiamente dicha y que cuenta con una cara externa en talud destinada a resistir los embates del ariete, maquinaria de asalto cuyo uso está constatado en Iberia por referencias literarias (Ferrer 1996: 125). Esta ancha plataforma, que sirve además de cimiento aéreo a la obra, se edifica casi siempre sin una preparación previa del terreno, o en ocasiones sobre relleno de tierra y cascotes que sirven para una nivelación mínima preliminar, lo que afecta a ciertos tramos del recorrido…”[11].

La época de mayor esplendor de esta ciudad fue el período orientalizante (siglos VIII-VI a.C.), como se observa en el gran desarrollo que experimentan “sus dos espacios  funerarios asociados, la necrópolis de Santa Lucía y la del Raso del Chiroli, situadas al norte y al sur respectivamente de la Tablada y ambas muy mal conocidas”[12].  En Santa Lucía, la necrópolis principal, había túmulos funerarios (unos 17 para Cañal y 14 para Bonsor, de entre 1,50 y 6 m. de altura)[13] de distinta tipología, es decir, de incineración e inhumación. Bonsor[14] describe que excavó un túmulo de 2,35 m. de altura con una fosa de incineración de 80 cm. de profundidad, llena de cenizas y con objetos cercanos quemados. El ajuar, con una cronología aproximada del siglo VII-VI a.C., lo componía un pequeño bote de marfil, cuatro peines y tres placas de marfil decoradas con frisos de animales, palmeras y flores de loto; dos conchas grabadas y un huevo de avestruz con los bordes dentados y decorados con líneas rectas y zig-zag grabadas y pintadas en rojo.

Una excavación arqueológica daría luz sobre esta controversia, aunque, como hipótesis de trabajo,  nos decantamos por una datación de las murallas tartésicas de la Tablada en la época orientalizante, cuando el poblado adquiriría dimensiones urbanísticas y un trazado regular, la influencia fenicia sería más fuerte (organización urbanística, construcción de las murallas al modo oriental, importación de multitud de aspectos culturales,…) y sería necesario una fortificación pétrea para facilitar su defensa, así como símbolo de prestigio del gran poder de los reyezuelos y de la alta aristocracia, tanto en la vida terrenal como en la muerte (tumbas tumulares con ricos ajuares, como hemos visto anteriormente en la necrópolis de Santa Lucía).

Sin embargo, a pesar del hipotético origen tartésico de estas murallas, con una datación aproximada en los siglos VIII-VII a.C., creemos que el recinto fortificado fue ampliamente reformado y reforzado en la época turdetana, ya que en el muro occidental, el mejor conservado, fue rellenado con materiales de desecho, tales como hueso de animales o fragmentos de cerámica de tipología turdetana o púnica, ubicados cronológicamente en los siglos IV-III a.C. Uno de estos materiales de relleno fue una lucerna turdetana del siglo IV a. C. hallada por nuestra asociación en la base de la muralla occidental, en su lado interno, gracias a las intensas lluvias del invierno del 2010 que limpiaron el terreno y la dejaron al descubierto, siendo rápidamente entregada, siguiendo la legislación vigente, a la Guardia Civil y al SEPRONA para salvaguardar su correcta datación y conservación. Por tanto, ¿fueron reforzadas las murallas de la Tablada a raíz de las segundas guerras púnicas entre romanos y cartagineses en los últimos decenios del siglo III a.C.? El tiempo y futuras excavaciones darán respuesta a éste y otros enigmas sobre esta milenaria ciudad.

 

                                       MARCO ANTONIO CAMPILLO DE LOS SANTOS  

 



[1] Vid. M. A. CAMPILLO DE LOS SANTOS, Las ciudades protohistóricas de Los Alcores: la Tablada (El Viso del Alcor), en Anuario de estudios locales ASCIL 2 (2008) 5-7.

[2] F. AMORES CARREDANO, Carta Arqueológica de Los Alcores, = Diputación de Sevilla (Sevilla 1983) 94.

[3] F. AMORES CARREDANO, El poblamiento orientalizante en Los Alcores (Sevilla): Hipótesis de un comportamiento, en Habis nº 10-11 (1979-1980) 367-368.

[4] J. L. ESCACENA CARRASCO, Murallas fenicias para Tartessos: un análisis darvinista, en SPAL: revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla nº 11 (2002) 69-106.

[5] J. J. ROLDÁN, ¿Patrimonio Arqueológico?, en ACAV: Asociación Cultural Amigos de El Viso (1992) 105-107.

[6] J. A. MARTÍNEZ ROMERO, El Viso antes de El Viso. Una introducción a la Prehistoria, Protohistoria y la Historia Antigua, =Diputación de Sevilla (Sevilla 2011) 77.

[7] F. AMORES CARREDANO, Carta Arqueológica de Los Alcores, = Diputación de Sevilla (Sevilla 1983).

[8] M. BENDALA GALÁN, Tartesios, iberos y celtas: pueblos, culturas y colonizadores de la España antigua, = Temas de Hoy (Madrid 2000).

[9] D.RUIZ MATA, Tartessos, en V.V.A.A.: Protohistoria de la Península Ibérica, = Ariel Prehistoria (Barcelona 2001) 1-190.

[10] J. L. ESCACENA CARRASCO, Murallas fenicias para Tartessos: un análisis darvinista, en SPAL: revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla nº 11 (2002) 69-106.

[11] Íbidem, 86.

[12] J. MAIER ALLENDE, Jorge Bonsor (1855-1930). Un académico correspondiente a la Real Academia de la Historia y la Arqueología española (Madrid 1999) 345.

[13] F. AMORES CARREDANO, Carta Arqueológica de Los Alcores (Sevilla 1983) 95.

[14] Ibídem

El poblado ibérico de Cerro de la Cruz en Almedinilla, Córdoba.

El poblado ibérico de Cerro de la Cruz en Almedinilla, Córdoba.

El poblado ibérico del Cerro de la Cruz, en la localidad de Almedinilla, en la Subética cordobesa, es un buen ejemplo del aspecto que pudo tener la ciudad de la Tablada, en El Viso del Alcor, en torno a lo siglos IV-III A.C., y una magnífica muestra de que el Patrimonio es rentable económicamente, más aún en tiempos de crisis. Esperemos que en un día, no muy lejano, este importante yacimiento arqueológico visueño se excave sistemáticamente y se ponga en valor a través de la visita guiada de los restos, de un centro de interpretación moderno, interactivo y didáctico, y con el montaje de un museo arqueológico, histórico y etnográfico en condiciones, donde la estrella sería esta milenaria ciudad protohistórica.

     "El Centro de Estudios de Arqueología Bastetania colabora en la campaña de excavación puntual en el yacimiento ibérico del Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba). La excavación está codirigida por Fernando Quesada Sanz, profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, y por Ignacio Muñíz Jaén, Director del Museo Arqueológico de Almedinilla. Los objetivos de la campaña pretenden ser la puesta en valor de una nueva zona del yacimiento, la cual se ubica entre los antiguos cortes practicados durante las campañas de 1987 y 1989, con el fin de localizar un posible nivel de circulación consistente en una calle, que se intuía aparecer en los extremos sur y norte de los antiguos cortes. Asimismo, se pretende continuar con la labor de investigación acerca de la distribución del hábitat en el yacimiento.

Localización, Sistema de Poblamiento y Cronología

      El poblado se sitúa en el término municipal de Almedinilla, en la Subbética Cordobesa, y sobre uno de los bordes de la depresión Priego-Alcaudete. Se localiza en un espolón triangular, siguiendo las líneas de la pendiente, por lo que es un poblado en ladera escalonada. Es inaccesible por el norte y el oeste, por lo que es fácilmente defendible.

      El yacimiento está alejado de las vías de comunicación importantes, como el río Guadalquivir, o Segura, incluso de las secundarias, como pueden ser el Guadiana Menor o el Genil, pero pudo tener importancia para las comunicaciones entre las actuales provincias de Málaga y Granada. Las vías de comunicación terrestres debieron tener cierta importancia, ya que en época romana, a los pies del Cerro de la Cruz surgió la villa romana de El Ruedo, la cual debía contar con una vía para la llegada y salida de productos.

      El poblado se funda en momentos del Ibérico Antiguo o Pleno, insertado en un modelo de poblamiento en el que conviven tres tipos de asentamientos: oppida, grandes poblados bien fortificados; los de mediano tamaño, sin defensas, y los asentamientos rurales de pequeño tamaño en el llano, también sin fortificación y de nueva planta.

      Su cronología no está clara, debido a que no se han realizado excavaciones en área abierta, además de que se han recuperado muy pocos materiales tempranos (Bronce Colonial). La necrópolis de Los Collados, con la que se relaciona el poblado, ha dado materiales de finales del s. V a. C., mientras que los materiales obtenidos en el poblado, no van más allá del s. III a. C., y gran cantidad de materiales del s. II a. C., momento en el que un incendio destruye el asentamiento. Posteriormente, durante época romana republicana, un posible asentamiento rural se instalará en la ladera sudeste del cerro.

El Poblado

Sistema Defensivo: No se han encontrado murallas. Sólo un sondeo dio la cimentación de un gran muro de sillares de más de un metro apoyado sobre la roca natural, pero no se puede asegurar que el poblado contase con sistema defensivo en algún momento.

Urbanismo:

Calles, Plazas y Viviendas: Es un caso de adaptación perfecta a la topografía, creando terrazas, y las calles se disponen de manera concéntrica. Entre las estructuras, existen algunas de doble planta. Las técnicas constructivas y materiales empleados responden a las conocidas en la arquitectura ibérica.

      En cuanto a las calles, sus investigadores califican el poblado según sus espacios de tránsito como de “radial cónico”. No se sabe si los techos de las casas pudieron servir como lugares de acceso, o incluso de circulación. Se conoce la existencia de un sistema de   rampas que cruzan de E-O, las cuales unen terrazas para salvar el desnivel. Se han documentado posibles accesos radiales, de orientación suroeste-noreste.

En lo que se refiere a las casas, o lugares de hábitat, no secorresponden con un modelo de planta único. Están compartimentadas en una o varias estancias, de forma regular, con diferentes dimensiones, las cuales comunican entre sí mediante puertas y ventanas. En todas las localizadas la orientación de las mismas es hacia el sur, o suroeste. Las estancias más cercanas se beneficiarían de la luz y se usarían para trabajo o vivienda, y el resto, más protegido, para almacenes y despensas. Suele existir una habitación principal en la que se desarrollaba la vida, y otras secundarias. Cada espacio pudo tener una función, ya que se han atestiguado casas de dos plantas, al igual que en  Plaza de Armas de Puente Tablas.

 

 Técnicas Constructivas

Materiales Empleados: Los materiales empleados son los que disponían en su entorno como la roca natural, ya que en algunas ocasiones la tallaron para adecuarla a los suelos de las viviendas. La esencia de la arquitectura ibérica es la tierra cribada, para usar en tapial o adobe, como elemento uniformador de superficies o para hacer suelos de tierra batida. La piedra utilizada es la local, para zócalos, pavimentos con losetas, revestimiento de cisternas... La madera, para techumbres, encofrados, refuerzos internos y muebles. La cal y arena constituyeron una argamasa muy dura, utilizada para pavimentos, bancos corridos, nivelación de superficies, revestimientos hidráulicos y revocos.

Técnicas Constructivas: Estas están condicionadas por el entorno, tanto como el lugar elegido para la ubicación, también influyen las tradiciones locales, los recursos económicos, e incluso la funcionalidad. Las técnicas básicas empleadas son un alzado de adobe o tapial, conservado en ocasiones hasta 2 metros sobre zócalos de piedra, los cuales algunas veces llegan a ser lo suficientemente altos como para servir de refuerzo a las estructuras, la disposición de las construcciones es en terrazas escalonadas.

      Los zócalos tienen aspecto variado, realizados con bloques rectangulares colocados en vertical entre ellos paramentos de mampostería. Las piedras están bien trabadas con barro, predominando los zócalos con sillares careados a ambos lados, y en el espacio intermedio se rellena con piedras pequeñas y tierra. Los adobes son realizados de varios tamaños, y heterogéneos en cuanto a materiales. Los hay muy duros, hechos con cal, y otros blandos con mucha materia orgánica. No se ha documentado la existencia de decoración pintada o plástica.

      Los tejados se construían con vigas de madera y entramado de cañizo, tal y como demuestran los hallazgos de vigas quemadas, e improntas en los revocos del techo de las casas.

 Funcionalidad de los Espacios

      Dentro de estos espacios, se han podido constatar almacenes, telares, cisternas  y molinos. En los almacenes se han encontrado varios tipos de materiales: ánforas, pesas de telar, adobes, material agrícola... Algunos de estos se ubicaron en sótanos y semisótanos. Los telares se han podido identificar por las pesas de telar y las fusayolas encontradas en asociaciones, aunque hay un espacio que bien podría ser un simple almacén de pesas, ya que no había fusayolas. Las cisternas aparecen excavadas en la roca, revocadas, o forradas por mampostería, o incluso construidas. En alguna se encontró su cubierta original. Los molinos encontrados son circulares, y su proliferación indica una abundante molienda de grano, lo que implica una gran posibilidad de acceso al cereal.

Por Beatriz Alonso Prieto y Manuel Ramírez Ayas. 

 Bibliografía

•  Murillo, J.F. et alií (1989): “Aproximación al estudio del poblamiento protohistórico en el sureste de Córdoba: unidades políticas, control de territorio y fronteras”. Arqueología Espacial, 13, Teruel, pp. 151-172.

•  Vaquerizo Gil, D. (1987) “Aproximación a la Arqueología en la Subbética cordobesa”. Revista de Arqueología , 77, pp. 10-19.

    - (1990): El yacimiento ibérico de “Cerro de la Cruz” (Almedinilla, Córdoba). Avance de su excavación sistemática, Córdoba.

    - (2000): La Cultura Ibérica en Córdoba. Un ensayo de síntesis, Córdoba.

•  Vaquerizo Gil, D.; Quesada Sanz, F. y Murillo Redondo, F. J. (2001):   Protohistoria y Romanización en la Subbética Cordobesa. Una aproximación al desarrollo de la Cultura Ibérica en el Sur de la actual provincia de Córdoba. Sevilla.

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Reconstrucción casa ibéricaRestos de las casas del poblado

Aspecto general de las excavaciones del Cerro de la CruzInterior de una casa reconstruida en Almedinilla

LA TABLADA: CIUDAD MILENARIA DE LOS ALCORES

LA TABLADA: CIUDAD MILENARIA DE LOS ALCORES

 

Foto: Ferrocarril en la Estación de El Viso con la Tablada al fondo (1950)

LA TABLADA

CIUDAD MILENARIA DE LOS ALCORES

 

/  SITUACIÓN Y CARACTERÍSTICASORIGEN DEL POBLADO /
 LA CIUDAD DE LA TABLADA  /

YACIMIENTOS SIMILARES /  BIBLIOGRAFÍA 

 

SITUACIÓN Y CARACTERÍSTICAS
La Tablada es un yacimiento arqueológico, situado al extremo sur del casco urbano del pueblo sevillano de El Viso del Alcor, con una extensión aproximada de nueve hectáreas y con 174 metros de altitud en el vértice geodésico que corona su cumbre.

La Tablá es un gran promontorio que se adelanta en el acusado escarpe de Los Alcores, especialmente por el hueco que deja la gran vaguada que sirve de escenario a la villa de El Viso del Alcor. Está aislada prácticamente por casi todos sus lados gracias a la acusada orografía del alcor, lo cual favorece su defensa. Además, desde su cima se divisa la inmensidad de la vega, lo que le confiere una  envidiable posición estratégica.Sin embargo, la incrustación de numerosas piedras (muchas de las cuales no son propias de la zona) parecen demostrar que la Tablada ha sido emcumbrada parcialmente con el fin de dificultar aún más su accesibilidad. Estos aspectos militares, unidos a la gran riqueza hídrica de sus proximidades (Fuente del Sol, Fuente de la Muela,...) y a la cercanía de fértiles campos de cultivo, provoca que dicho lugar esté poblado desde épocas remotas.

El deterioro de este valioso yacimiento, provocado por la ubicación en parte del mismo del recinto ferial ("Tabá Baja") y del intensivo uso agrícola del resto ("Tabla Alta"), unido a la falta de una excavación arqueológica de la zona, dificultan en grado sumo su estudio; no obstante, los hallazgos de abundantes restos cerámicos y de grandes piedras parcialmente labradas, las opiniones doctas de eminentes historiadores, asi como una pormenorizada observación del terreno, nos permiten realizar una serie de hipótesis que intenten aportar un poco más de luz sobre el asunto.

ORIGEN DEL POBLADO

El origen de un poblado en la Tablada es incierto.No existen evidencias ciertas de la ocupación en el Calcolítico
(2500-1700 a.C), sólo indicios
. No obstante, el hallazgo de hachas pulimentadas por el arqueólogo Fernando Amores y por particulares, así como el modelo de ocupación estable en dicha etapa, con una cadencia de núcleos habitados cada cinco kilómetros (Gandul, La Tablada, Alcaudete, El Acebuchal, Carmona, Ranilla y Entremalos), parecen sugerir que dicha posibilidad sea más que probable. De todas formas, sin la realización de unas excavaciones arqueológicas adecuadas es imposible afirmarlo con seguridad.


 LA CIUDAD DE LA TABLADA 

La etapa cronológica de la que vamos a ocuparnos (primer milenio a.C.) incluye una serie de períodos:
  1. PROTOORIENTALIZANTE (finales del Bronce III, 950-750 a.C.)
  2. PERÍODO ORIENTALIZANTE O TARTÉSICO (750-600 a.C.)
  3. IBÉRICO (siglo V- III a.C.)
  4. ROMANO (finales siglo III a.C.- V d.C.)

   1- PERÍODO PROTOORIENTALIZANTE (950-700 a.C.)

Esta etapa  se caracteriza por la llegada a la Península de fenicios y griegos en busca de nuestros abundantes recursos agrícolas y, sobre todo, mineros. Esta riqueza natural es atestiguada por numerosos autores grecolatinos. El período en cuestión parece inestable con la llegada de estos pueblos semitas. Dicha inestabilidad se atestigua por la proliferación de fortificaciones (Mesa de Gandul, Carmona y construcción de la Motilla de Alcaudete).  En dicha época se desarrollaría la Tablada como una de las primeras ciudades de Occidente, ya que ,simultáneamente, los Celtas habitaban pequeños poblados en el centro y norte de Europa. Posiblemente, la Tablá estuvo amurallada, en torno al siglo VIII a.C. (momento especialmente tenso del Bronce Final). La presencia en su base de varias piedras de grandes dimensiones, algunas de las cuales han sido arrojadas ladera abajo, labradas de manera algo tosca y con hendiduras en sus extremos para un perfecto ajuste de las mismas sin ningún tipo de argamasa con la adición de guijarros, puede atestiguar la tradición de fortificar esta ciudad. Las fortificaciones de esta época son paramentos ciclópeos de tipo cónico, ya que no se conoce todavía el sistema constructivo del paramento vertical. Posiblemente, la muralla, de existir,  recorrería la parte de acceso, con algún bastión cónico y defendiendo especialmente la parte más débil del recinto, el puerto que da al recinto ferial ("Tablá Baja").


   2- 
PERÍODO ORIENTALIZANTE O TARTÉSICO (750-600 a.C.)

La época tartésica es la orientalizante por excelencia debido a las enormes influencias comerciales y culturales de los pueblos llegados del otro lado del Mediterráneo, fenicios y griegos.
El mítico Tartessos estaba fragmentado en numerosos reinos independientes, que tenían en común una similar cultura y una subordinación a una ciudad principal situada en algún lugar desconocido del triángulo Huelva-Sevilla-Cádiz.
Este largo espacio de tiempo supuso un importante aumento demográfico, motivado por las pacíficas relaciones comerciales con los fenicios y griegos. Además, se produjo un gran desarrollo de la metalurgia (especialmente la del hierro) y la arribada a estos lares de un gran avance técnico llegado de oriente: el torno cerámico (siglo VI a.C.).
Este esplendor también se ve reflejado en el poblado que nos ocupa, tal como atestigua el gran desarrrollo que experimenta su necrópolis, ubicada en el paraje conocido como Santa Lucía o La Santa. "Su posición junto al Alcor, ocupando toda la loma hace que  relacionemos esta necrópolis con el hábitat inmediato de Mesa de la Tablada, al cual sin duda pertenece" (AMORES;F: Carta Arqueológica de los Alcores, pag. 96). En dicho lugar, situado, al parecer, junto a la Fábrica de Muebles Pino Sastre, detrás del Polideportivo, había túmulos funerarios (unos 17 para Cañal y 14 para Bonsor, de entre 1,50 y 6 metros de altura) de distinta tipología, es decir, de incineración e inhumación. Esta profusión de distintos tipos de ritos dentro de unas mismas variables espacio-temporales parecen suponer un cambio cultural por influencia semita e indoeuropea (estos pueblos tenían la costumbre funeraria de cremar a sus muertos). Lo anteriormente expuesto queda atestiguado por el hecho de que las sepulturas de inhumación tenían ajuares arcaicos, en cambio las que se encuentran en las tumulares son más evolucionadas. Bonsor describe que excavó un túmulo de 2,35 m de altura con una fosa de incineración de 80 cm de profundidad, llena de cenizas y con objetos cercanos quemados. El ajuar, con una cronología aproximada del siglo VII-VI a.C., lo componía un pequeño bote de marfil, cuatro peines y tres placas de marfil decoradas con frisos de animales, palmeras y flores de loto; dos conchas grabadas y un huevo de avestruz con los bordes dentados y decorados con líneas rectas y zig-zag grabadas y pintadas en rojo.
Las casas del poblado de la Tablá eran de forma circular o rectangular, ocupando el lugar más elevado de la ciudad (en torno al vértice geodésico actual) . Los materiales de construcción eran poco resistentes, tales como paja, adobe o madera (sólo los zócalos estaban compuestos de piedra). Además no existía ningún tipo de planificación urbanística.
Todo este desarrollo conduce a una diversificación de las prácticas económicas de esta población, lo que favoreció la tendencia a una creciente estratificación social. Esto hace aparecer a un grupo especializado en la cerámica, tal como lo demuestran los restos de alfares y canteras de barro alrededor de la milenaria ciudad de la Tablá.



   3- PERÍODO IBÉRICO (SIGLOS V-III a.C.)

La época ibérica o turdetana es el resultado del colapso de Tartessos, bien por la destrucción de su capital de manos de los cartagineses (siglo VI a.C.), tal como defienden algunos historiadores como Schulten, Blanco Frejeiro o García Benítez o por el desbarajuste de los mercados metalíferos (García de Cortázar y González Vesga), producido por la interrupción del abastecimiento de estaño para la producción de bronce. Sea como fuere, se produce una mayor atomización política del sur peninsular: es el famoso individualisnmo de los íberos, tal como queda reflejado en la opinión de un historiador del siglo I: "... si hubieran querido unir sus armas, no les habría sido posible a los cartagineses atacar y someter impunemente a la mayor parte de ellos, ni aún antes a los tirios, luego a los celtas..." (ESTRABÓN: Libro III de Geografía. Traducción de García Bellido, pág. 93). Tal como expone el autor anterior, los íberos turdetanos, habitantes del valle del Guadalquivir, van a ser sometidos por los cartagineses (sucesores directos de los fenicios) , que ocupan parte del territorio peninsular tras su derrota frente a Roma en la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). La ocupación militar de Amílcar Barca (padre de Aníbal y suegro de Asdrúbal) en el año 237 a.C. pone de manifiesto estas intenciones "colonialistas". La influencia cultural de los púnicos sobre sus "aliados" ibéricos va a ser importante, aunque con menor intensisdad que en época orientalizante.
El patrón de poblamiento en la comarca de Los Alcores durante el Bronce Final y el período orientalizante, y que continúa en época ibérica, se basa en la ubicación de los asentamientos a distancias semejantes en torno al escarpe de los Alcores, controlando los recursos de la Vega. Los dos centros principales, Carmona y Gandul, se disponen en los extremos de la distribuición, separados entre sí a la máxima distancia.
La alianza entre los turdetanos de la Tablá y los cartagineses se pone de manifiesto en la antigua existencia en nuestro reducido término municipal de cuatro torres vigías ("turris Hanníbalis"), como argumenta Peláez del Espino: la primera ubicada cerca del camino de la estación ("casita del mortero"); dos de ellas en el solar de la "casa-palacio" de Los Condes del Castellar, y la última en el espacio que actualmente ocupa la capilla del Cristo del Amor.
Iberia se va a ver inmersa en la dura pugna entre romanos y cartagineses por el dominio del Mediterráneo (Segunda Guerra Púnica, 218-201 a.C.), por lo que posiblemente se refuerzan las murallas de la Tablada, tal como se observa en Carmona.
La casa típica turdetana estaba compuesta por materiales pobres (madera, guijarros y adobe), lo que da lugar a que no queden prácticamente restos. Era corriente entre los íberos enlucir y pintar las paredes de sus casas rectangulares. También rellenaban el suelo de sus viviendas con guijarros con cal (la presencia todavía hoy de esas piedras en dicho lugar con incrustaciones de ese material parece demostrarlo). Las casas estarían situadas probablemente en el lugar más elevado de la Tablá, alrededor del vértice geodésico, y protegidas por un cinturón interno de grandes piedras. Los íberos no llegaron demasiado lejos en soluciones propiamente arquitectónicas, ciñiéndose al uso del dintel y el arquitrabe, aunque emplearon en ocasiones el falso arco y la falsa bóveda, construidos por aproximación de hiladas. Esta pobreza arquitectónica contrasta con la riqueza de su orfebrería, como atestigua el tesoro de Mairena del Alcor, fechado en torno al siglo III a.C., el cual está compuesto por valiosas piezas de oro (torques, dos brazaletes, diadema, cinturón, fíbula, pulsera, anillo, bulla y colgante) y plata (copa y dos vasos).
Los numerosos fragmentos cerámicos existentes en la base y laderas de la Tablá denotan una incesante labor comercial y agrícola.
Según Estrabón, la agricultura ibérica era muy abundante y variada. Varrón indica que los íberos turdetanos conocían el arado y el trillo antes de la llegada de los romanos. Los productos agrarios principales son el trigo, el olivo (los fenicios enseñaron a los indígenas la técnica de injertar el acebuche) y la vid. Otras actividades económicas significativas, como complemento de la agricultura, son la ganadería (caballos, asnos, mulos, vacas, cabras, ovejas,...) y la caza de los animales típicos de la fauna mediterránea en un medio natural mucho menos degradado que en la actualidad.
En cuanto a la cerámica de la Tablá hemos de decir que es muy abundante y diversa: ánforas, grandes vasijas, cuencos, platos,... (decoradas con bandas de influencia púnica, bruñidas, de gris de occidente,...)
El guerrero ibérico se protegía en el combate con casco, coraza y un pequeño escudo. Empleaba como armas ofensivas la jabalina, honda, espada y la famosa falcata.
Los habitantes de la Tablá protagonizaron en todas las épocas una intensa vida religiosa. El principar lugar donde se realizaban los ritos mágico-religiosos hubo de ser la Fuente del Sol. Esta hipótesis la fundamento en una serie de principios: su cercanía, su ubicación (al este, como resurgimiento de la nueva vida), su abundancia de agua (elemento sagrado y purificador), el hallazgo en sus cercanías de exvotos romanos, que pueden indicar una continuidad con lo ibérico, etc.
Nuestros "antepasados" ibéricos dejaron de llevar a sus muertos a la Santa: "el cambio cultural de ambos períodos (orientalizante e ibérico) se plasma en el final de las necrópolis orientalizantes, que no pasan del siglo VI a.C., y el inicio de nuevas prácticas funerarias no halladas hsata ahora en los Alcores (AMORES: Carta..., pág. 241). El rito funerario de los íberos era la cremación, como en casi todo el Mediterráneo. A los guerreros se les enterraba con sus armas, y se le depositaban vasos de ofrendas, que se debían de arrojar, igual que las armas, en la pira de cremación.


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PERÍODO ROMANO

La presencia de cerámica campaniense A (vajilla pigmentada de negro que es considerada la cerámica de la conquista de Hispania por las legiones romanas) y  de algunas monedas, entre otros hallazgos, indican la conquista temprana de la Tablada por los romanos (finales del siglo III). El Informe Completo de Patrimonio Inmueble Arqueológico de la Junta de Andalucía referido a la Tablada indica lo siguiente: "En la falda del promontorio, en el extremo oeste del actual campo de feria, hay restos de actividad industrial-alfarería ibérica y necrópolis romana". Según esta misma fuente, existirían construcciones funerarias de la todo el período de dominación romana (finales siglo III a.C.-siglo V).
La romanización fue rápida en la Turdetania debido al mayor de desarrollo de la civilización romana. "Los turdetanos, sobre todo los que viven en la ribera del Betis, han adquirido enteramente la manera de vivir de los romanos hasta olvidar su idioma propio" (ESTRABÓN: Geografía III, 2, 15)
Los ajuares presentes en otras necrópolis, como la del barrio de la Anchoas, en el extremo opuesto de El Viso del Alcor, demuestran una mezcla de culturas y ritos ibérico-romanos.
Durante la crisis del Imperio Romano a partir del siglo III se produce un éxodo de la población urbana al campo. Este éxodo pudo afectar a la Tablada, que poco se fue quedando vacía de población. Parece que la citada población se fue repartiendo por las numerosas villae hispanorromanas (haciendas hispanorromanas dedicadas a la agricultura y ganadería) existentes en los alrededores, tanto en la zona de las terrazas alcoreñas, dedicadas al cultivo del olivar (Rancho Grande, La Vívora, Chorrillo,...), como en la vega (estas últimas dedicadas al cultivo del cereal, como las villae de Alcaude, Moscoso, del Rancho del Zurdo, Santa Lucía,...). La villae más importante fue la situada en el yacimiento de la Estación, situado en el olivar  junto al matadero, también dedicada al cultivo del cereal (los restos de mosaicos, columnas y otros objetos parecer asegurar la importancia de este yacimiento arqueológico)

Para finalizar, hemos de hacer una breve reflexión sobre el estado de deterioro de este yacimiento debido a varias factores: la explotación agrícola, el escaso interés general sobre nuestro patrimonio, el expolio de "buscatesoros", el desconocimiento de la mayor parte de la población visueña,...
Una buena fórmula para evitar el deterioro de este enclave protohistórico sería su adquisición por parte del Ayuntamiento de El Viso del Alcor como la guinda al entorno del Parque de la Muela. Otra medida de protección sería la realización en dicho lugar de excavaciones y estudios serios en colaboración con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y de las Universidades sevillanas para que los visueños y visueños conozcan su verdadero valor.
Realmente, si protegiéramos nuestro patrimonio, podría fomentarse en El Viso el turismo cultural, más si cabe aprovechando la cercanía de Carmona.



 
YACIMIENTOS SIMILARES

El yacimiento arqueológico más parecido al de la Tablada es el de la Mesa de Gandul, en Alcalá de Guadaira. Información en Internet sobre este enclave la podemos encontrar en:
Otro yacimiento de similares variables espacio-temporales  es de la Motilla, aunque diferente en tipología y características generales (está situada en término de Carmona, pero muy cerca de El Viso, en el lugar conocido como Alcaudete). Información sobre esta construcción milenaria la podemos consultar en las siguientes páginas web:

BIBLIOGRAFÍA

  • CAMPILLO DE LOS SANTOS, MARCO A.: El Yacimiento de la Tablada en el primer milenio a.C., en Revista de las Fiestas de la Santa Cruz, nº10, 1998 (páginas 65-68).
  • CAMPILLO DE LOS SANTOS, JOSÉ ÁNGEL:  El Viso del Alcor: su Historia. Sevilla, 1995.
  • BUESO RAMOS, I.P. y BELLOSO GARRIDO, J.: Historia de El Viso del Alcor, 1997.
  • SANTOS GARCÍA, F.J. y GUERRA ROLDÁN, R.: La Tablada. Ciudad Milenaria en la cornisa de Los Alcores, en  Revista de las Fiestas de la Santa Cruz, nº19, 2007 (páginas 43-46).
  • AMORES CARREDANO, F.: Carta Arqueológica de Los Alcores,. Sevilla. Diputación Provincial, 1982.
  • BENDALA GALÁN, M.: La Necrópolis romana de Carmona. sevilla, Diputación Provincial, 1976.
  • MAIER ALLENDE, J.: Jorge Bonsor (1855-1930). Un académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y la Arqueolgía Española. Madrid, Real Academia de la Historia, 1999.
  • MAIER ALLENDE, J.: Epistolario de Jorge Bonsor (1886-1930). Madrid, Real Academia de la Historia, 1999.
  • PELÁEZ DEL ESPINO, F.: Las torres de defensa de El Viso del Alcor a través de sus restos arqueológicos, en Revista de las Fiestas de la Santa Cruz, nº8, 1996 (páginas 55-56).
  • BLÁZQUEZ, J.M. y OTROS: Historia de España Antigua. Tomo I. Madrid, 1983.
  • ESTRABÓN : Libro III de Geografía. Traducción de García Bellido, A. Madrid, 1945.
  • INFORME COMPLETO DE PATRIMONIO INMUEBLE ARQUEOLÓGICO DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA REFERIDO A LA TABLADA.
  • GARCÍA DE CORTÁZAR, F. y GONZÁLEZ VESGA,J.: Breve Historia de España. Madrid, 1993.


MARCO ANTONIO CAMPILLO DE LOS SANTOS