UNOS VERSOS LÚDICOS DEL FOLKLORE INFANTIL DE EL VISO DEL ALCOR
Los juegos tradicionales encierran una sabiduría popular y rememoran ecos de un pasado remoto de cultura oral bajo el calor de una hoguera o bajo la estrellada cúpula celeste, pero, desgraciadamente, se están perdiendo, suplantados por otros, tecnológicos y sedentarios.
Uno de los elementos más peculiares del folklore infantil visueño son unos extraños versos que, según mi opinión, pueden clasificarse dentro del grupo de retahilas o fórmulas para echar suertes. Muchos juegos necesitan "sortear" previamente quién se libra o quién se queda. Éste es el caso del popular juego del escondite. En este caso particular, uno de los jugadores recita en voz alta la cantinela que expondemos a continuación, señalando sucesivamente y por oden a cada uno de los niños participantes, siendo el último señalado el que se libra. Finalmente, el último jugador que queda, tras librarse todos los demás, será el encargado de encontrar a sus compañeros en sus respectivos escondites.
Esta especie de trabalenguas fue muy popular hasta los años ochenta, perdiéndose su recuerdo paulatinamente entre los más jóvenes.
Los versos son los siguientes:
Mi padre, es macho;
el tuyo, carnero.
Toca la guarda,
toca el cencerro.
Martín de las Casas
tú te pierdes,
tú te vas.
Altos cerros,
molinos;
cagajón de cochinos.
Periquillo,
fue a las fuentes;
corre y vete,
a esconderte.
Peláez del Espino realizó un estudio, no publicado, titulado "Sobre unos versos lúdicos del folklore infantil alcoreño". En él nos basaremos para comentar estos versos, aunque intentaremos matizar algunas de sus conclusiones, quizás demasiada aventuradas. Comentar esta fórmula para echar suertes es una tarea ardua, pues son posibles un sinfín de interpretaciones, sin embargo mostraremos la nuestra, discutible quizás, pero pueden ser el inicio de un debate que pueda arrojar más luz sobre este asunto.
Este intelectual hace un magnífico análisis métrico y compositivo, el cual podemos resumir de la siguiente forma: se trata de una composición de 14 versos de arte menor y 4 estrofas (redondilla, tercerillo, tercerillo y redondilla), extrañas en cuanto a su redacción y construcción métrica (versos imperfectos y libres).
En cuanto a su análisis interno, pasemos, acto seguido, a analizar cada uno de sus versos.
Mi padre, es macho;
el tuyo, carnero.
Peláez consideraba que "Macho" respondía, en el mito de la Gran Madre Tierra, al "Rey Sagrado" que era inmolado ritualmente tras fecundar a ésta, lo que no nos está definiendo a los "pueblos matriarcales o agrícolas". "Carnero", en cambio, es, símbolo de la fuerza y animal solar, característico de los "pueblos patriarcales o ganaderos". Añade, además, que en un momento de la historia de nuestro pueblo se cambiaron sus primitivos cultos religiosos y los "matriarcales o lunares" de los pueblos agrícolas fueron sustituidos por los "patriarcales o solares" de los pueblos ganaderos.
Este análisis, realizado en 1967, aunque de tintes decimonónicos, es, posiblemente, demasiado aventurado. La diferenciación en estos lares entre "pueblos matriarcales o agrícolas" y "pueblos patriarcales o ganaderos" es sumamente artificial, ya que la economía de todas las civilizaciones preindustriales que habitaron Los Alcores era agropecuaria, complementándose perfectamente la agricultura y la ganadería. Además, desde, al menos el Neolítico, son dominantes los pueblos patriarcales (tartesios, turdetanos, romanos y civilizaciones posteriores).
"Macho", utilizado como adjetivo, hace referencia a fuerte o vigoroso, lo que puede referirse a la importancia del linaje paterno (este juego lo solían practicar usualmente los niños , aunque, en ocasiones, también se unían al juego las niñas). "Carnero" es un animal que también simboliza fuerza y virilidad, y que era utilizado como tal por nuestros antepasados. Como botón de muestra, Bonsor ,excavó un túmulo artificial, de 2,35 m. de altura, de la necrópolis de Santa Lucía, cementerio tartésico vinculado a la ciudad protohistórica de la Tablá, encontrando entre las cenizas de la fosa crematoria un rico ajuar con objetos de marfil, huevos de avestruz decorados y dos conchas grabadas, por la cara anterior de cada una, con figura de león y por la exterior respectivamente con un carnero y un capullo de loto. En definitiva, este animal ya es utilizado en esta tumba orientalizante de una cronología aproximada que oscila entre los siglos VIII y VII a.C. Por tanto, estos versos extraños, son, quizás, los de origen más remoto, y que rememoran cultos ancestrales, convertidos con el paso del tiempo en simples fórmulas infantiles.
Toca la guarda,
toca el cencerro.
Peláez relaciona el cencerro con el sistro de la diosa Isis, "Gran Diosa Madre" de la mitología egipcia. Considero que no hay que buscarle un sentido tran profundo. El juego del escondite puede tener paralelismos con el pastoreo, puesto que ambos tienen que buscar a los niños o animales perdidos o escondidos, por tanto esos versos puden referirse a que es el momento de encontrar a todos los participantes (el cencerro, con su sonido característico, anunciaba al pastor donde estaba la oveja o cabra perdida).
Martín de las Casas
tú te pierdes,
tú te vas.
Tanto el nombre propio Martín como el apellido de las Casas son poco frecuentes en los padrones, antiguos y recientes, de El Viso del Alcor, en consecuencia, es difícil saber si este personaje realmente existió, aunque como curiosidad existe un topónimo en los Alcores con una fonética similar, Martín Descalzas, donde el arqueólogo Jorge Bonsor excavó algunos túmulos en 1894. Puede ser un nombre genérico, con rima consonante en "as" en el primer y tercer verso de esta estrofa, que hace alusión a que el juagador debe marcharse y esconderse.
Altos cerros,
molinos;
cagajón de cochinos.
Estos versos pueden referirse a lugares emblemáticos donde poder esconderse. Coincido con Peláez en que los "altos cerros"de El Viso son los de Santa Lucía, la Tablada, el de la Iglesia y el Calvario; y los "molinos" hacen referencia a los de Alcaudete.Discrepo, sin embargo, abiertamente, en cuanto a la interpretación del último verso de esta estrofa. Peláez indica que "los cochinos" son un símbolo de la transformación de lo superior en lo inferior, pudiendo tratarse de una deformación del "jabalí" totémico celta, representante del poder de los "druidas". Mi interpretación es más prosaica, simplemente hace referencia a otro lugar para escondese y que respeta la rima consonante en "os" entre los versos impares, las pocilgas de los cerdos, bastante frecuentes desde la Baja Edad Media en el antiguo Reino de Sevilla, tal como hace referencia Mª Antonia Carmona: "Éste era un tipo de ganado bastante generalizado entre la población al ser la fuente principal de grasa y proteínas animales utilizada por las capas bajas de la población".
Periquillo,
fue a las fuentes;
corre y vete,
a esconderte.
"Periquillo", según Peláez, es diminutivo de Perico, Pedro, que significa "piedra". Según mi opinión, Periquillo es una forma genérica de referirse a una persona anónima.
Peláez señala que la fuente es el lugar donde saciar la sed de la sabiduría, relacionándolo con los cultos a la Luna y el Sol, en las fuentes de la Alunada y del Sol. También incluye la fuente de la Muela, dedicada a pretéritos cultos precristianos. Las fuentes, muy numerosas en estos lares (las tres anteriores, la fuente del concejo o de Los Sardinas, el Pocito Saco) pueden referirse a otros lugares emblemáticos donde pasar pasar inadvertido en este juego del escondite ("corre y vete a esconderte").
Peláez concluye que este juego infantil señalaba, en sus orígenes, una serie de jalones, los pasos que ha se dar el iniciado para llegar a la iluminación mística o acceso al conocimiento, en la "ruta mágica" de Los Alcores, ofreciendo unos parámetros cronológicos que van desde el siglo V hasta el siglo XVI.
Mi opinión como historiador y antropólogo es que algunos juegos infantiles tradicionales (el juego de la oca, el escondite, el salto de la muerte o la picarona) tienen un significado profundo (en otro artículo comentaré las teorías antropológicas al respecto), pero la estructura definitiva de esta retahila para echar suertes, aunque de raíces remotas, es mucho más reciente.Analicemos someramente, pues, algunos aspectos para realizar una aproximación cronológica.
Los molinos de Alcaudete son de origen romano y andalusí, pero se reforman y toman su estructura actual en la Edad Moderna, especialmente en el Siglo XVIII.
La etimología de la palabra cochino es originaria del siglo XVI, pues procede del náhuatl "cochini- liztll", que significa dormir. Los mexicas observaron que los cerdos traídos de Europa hacían ruido, como cuando roncan los humanos al dormir, y empezaron a llamarlos "dormilones".
Concluyendo, la cultura popular va transformando con el paso del tiempo las fórmulas originales, pero podemos aventurarnos, siendo osados, a establecer una cronología que pudiera oscilar entre el Siglo XVI y el XIX, estando atestiguado que este juego era muy popular en los años cuarenta del pasado siglo.
Marco Antonio Campillo de los Santos.
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