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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

EDAD CONTEMPORÁNEA

YA HABÍA "GORRIONES" EN EL VISO HACE 160 AÑOS

Evidentemente, no nos estamos refiriendo a los pequeños pajaritos que pueblan nuestros campos, pueblos y ciudades desde tiempo inmemorial, sino a un apodo muy enraizado en El Viso del Alcor. En nuestro pueblo, como en otros muchos, se emplean desde fechas remotas los motes, siendo algunos de ellos muy antiguos. En muchos casos, se conoce, por testimonios orales, la primera persona que recibe un apodo específico, que enraizará en todo su linaje, pero, en pocas ocasiones, encontramos pruebas documentales de la existencia de estos "calificativos". Con un interesante documento judicial fechado en 1855, hace la friolera de 160 años, encontramos una referencia a uno de estos apodos. Podemos resumir el contenido de tal documento del siguiente modo:

Estamos ante una disputa entre José García, quincallero de 53 años, y natural de Orihuela y afincado en El Viso del Alcor, su vecino Joaquín Jiménez León, de 31 años, y el comerciante ceutí José Rodríguez Mejorada. el altercado comenzó cuando José García se dirigía a su casa por la calle de la Iglesia con bestias cargadas de mercancías y se encontró con Joaquín Jiménez y José Rodríguez. Según la versión de José García, Joaquín le amenazó diciéndole: "Usted donde debe ir es a Mairena y no hay que hablar mucho", expresión a la que no contestó. La versión de Joaquín es distinta y relata que le había dicho que "cuando fuera a Mairena se abstuviera de hablar mal de su familia como lo había hecho, teniéndole que dar por tal motivo una satisfacción". José respondió que iba a su casa y que allí podía tener lugar, deduciendo Joaquín que le estaba retando.

Finalmente, José llegó a su casa y comenzó a descargar sus mercancías. Joaquín entró en su casa, situada justo enfrente, soltó la chaqueta y se abalanzó sobre su vecino, dejándole caer y causándole algunas contusiones leves. Al oír el ruido de la trifulca, José Rodríguez Mejorada, que se encontraba en su casa jugando al tute con un guardia civil y con José Jiménez, alias "Gorrión", salió a la calle para averiguar lo que ocurría. Con una vara de membrillo golpeó a ambos contendientes repetidas veces para separarlos y evitar la pelea.

La sentencia del Alcalde Constitucional de la localidad, Miguel Jiménez Cadenas, consideró culpable de tal agresión a Joaquín Jiménez por ser el primero en atacar violentamente a su vecino, siendo condenado a dos días de cárcel y al pago de las costas del juicio. La pena se fundamentó en una falta comprendida en el artículo 493 del Código Penal. Respecto, a José Rodríguez, "el señor de la vara", considerando que había intervenido con buena intención, fue absuelto.

De este curioso documento podemos sacar varias conclusiones:
- La rapidez del juicio y el buen "juicio", en mi opinión, del Alcalde.
- La antigüedad del apodo "Gorrión", de más de 160 años.
- La pasividad del guardia civil en la pendencia vecinal.
- La afición al juego del tute, que todavía perdura en Los Alcores.

Marco Antonio Campillo de los Santos
Historiador y antropólogo

MANUEL VERGARA HERRERA, IMAGINERO NACIDO EN EL VISO DEL ALCOR

En las actas capitulares de nuestro pueblo, fuente inagotable de información de nuestro común devenir histórico encontré una referencia que me llamó la atención desde el primer momento. Se trata de un par de líneas que pueden pasar desapercibidas, pero a mí me han servido para descubrir a una persona, a un visueño, que se dedicó al difícil arte de la imaginería en los difíciles años de la postguerra civil .
La referencia, que data del año 1934, hace alusión a la petición que hace Manuel Vergara Herrera, estudiante de escultura en Sevilla, solicitando una beca para poder proseguir sus estudios. Este es el dato que me ha permitido indagar en la vida y obra de este hijo de El Viso.

1.-DATOS BIOGRÁFICOS
Manuel Vergara Herrera, según consta en su partida de nacimiento, nació el día 2 de agosto de 1908, siendo inscrito en el registro civil el día 5 del mismo mes y año por su padre. Hijo legítimo del matrimonio formado por Manuel Vergara Ojeda y María de los Dolores Herrera Jiménez, ambos naturales de la villa, al igual que sus abuelos paternos Francisco Vergara Borreguero y Gertrudis Ojeda Martín, y maternos Antonio Herrera de los Santos y a María del Rosario Jiménez Bonilla. En el momento del nacimiento,el domicilio estaba establecido en la calle Riego número 15.
Tenemos constancia que tuvo tres hermanas: María Josefa, Gertrudis y Mercedes, no constándonos más familia directa.
No sabemos cómo ni por qué esta persona se inclinó por la escultura, ni cómo llegó a Sevilla en tiempos tan difíciles, más si su padre era jornalero, tal y como reza en su partida de nacimiento. Lo cierto es que en 1934 tenía 26 años y había iniciado sus estudios, pues la beca que solicita es para continuarlos.
En este mismo año de 1934 se celebra en Sevilla, concretamente en el palacio central de la plaza de América una muestra pictórica a la que concurren entre otros, además de Manuel con la obra titulada “Rosarito”, el imaginero alcalareño Pineda Calderón con dos obras tituladas “Paisaje de Alcalá “y “Marina”. Uno de los críticos de la exposición afirma que en general los pintores se mostraban conservadores o “disimuladamente académicos, encontrándose sólo alguna rebeldía en ciertos dibujantes y en algunos escultores como Vergara Herrera”.
En 1937, muy posiblemente terminase sus estudios, pues es la fecha en la que da comienzo su producción artística, poco extensa, “aunque si de cierta importancia”, pues se dedicó casi en exclusividad a su labor como profesor de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla. Estamos ante un hombre “modestísimo, su muerte ha pasado casi tan inadvertida como transcurrió su vida artística y docente, ignorada incluso por sus amistades”. Son palabras que podemos entresacar de la reseña del diario ABC del 27 de diciembre de 1985, de este artista que murió el día 19 de noviembre de 1985 a los 77 años a consecuencia de un edema agudo de pulmón. Fue enterrado al día siguiente en el cementerio de San Fernando.

2.-SU OBRA
Como hemos hecho referencia anteriormente su obra fue poco extensa. Por orden cronológico podemos hablar de:
1937- La Virgen titular de la hermandad de San Roque de Sevilla. Esta imagen procesionó en la Semana Santa de 1937 y 1938, y como no fue del gusto de los hermanos volvió al taller del artista. En 1941 fue adquirida por la hermandad del Santo Entierro de Aracena con la advocación de Nuestra Señora de la Soledad.
Lo mismo ocurrió con el Nazareno de San Roque, de cuya hermandad era hermano, dicha imagen pasó en 1940 a Santaella (Córdoba). El nazareno fue tallado entre el 25 de abril de 1937 y el 10 de abril de 1938. Como la hermandad decidió adquirir el actual, de Illanes, Manuel Vergara, hizo un donativo a su hermandad de 200 pesetas.
Años 40-Virgen de los Dolores, de Mijas (Málaga).
1942- San Bartolomé Apóstol, para el retablo mayor de la parroquia del mismo nombre de Librilla (Murcia). Se trata de una imagen en bulto redondo.

1943-Virgen de los Dolores, de la cofradía del Perdón, de Huelva. Esta imagen procede de una colección particular de Carrión de los Céspedes (Sevilla).
1951-Los ángeles y los tondos de las andas del paso de la Soledad de San Lorenzo, de Sevilla.
1952-Virgen de la Misericordia, de Bollullos del Condado (Huelva).
1953-Cristo del Amor, de San Juan de Aznalfarache, (Sevilla). Tardó siete años en terminar esta imagen que es de madera de cedro. Fue restaurada en 1994 por Francisco Berlanga. La imagen está firmada en el sudario.
1958-Nuestra Señora de la Soledad y Esperanza, de Doña Mencía (Córdoba).
¿?-Sagrado Corazón de Baena (Córdoba).


LA SAGA DE “LOS CHOCHALES” IV

4º.-JOSÉ DE LOS SANTOS CUMPLIDO Y DOLORES FALCÓN FERNÁNDEZ (DOLORES “LA NAVAJILLA”)

El mote o sobrenombre de “chochales”, al parecer tiene dos explicaciones. Por un lado podemos presuponer que mi bisabuelo o mi tatarabuelo, habían padecido la viruela y conservó en su cara las cicatrices propias de la enfermedad, conocida popularmente como “chochas”. De ahí el apelativo de “chochales”. Otra versión, también convincente es la que nos conduce a un niño inquieto y revoltoso que, un día, al igual que lo venía haciendo otras veces, se encaramó a un tejado buscando gorrioncillos con tan mala fortuna que le picaron las avispas. Fue tal la cantidad de picaduras que le pusieron la cara como si tuviese viruela, de ahí el nombre de “chochales”.

El matrimonio formado por Dolores Falcón Fernández, hija de Ildelfonso Falcón Roldán y de Juana María Fernández López y por José de los Santos Cumplido, fue un matrimonio un tanto atípico y que, a buen seguro dio bastante que hablar. Hemos de tener en cuenta que José procedía de la burguesía agraria, mientras que Dolores era de condición social muy humilde, por lo que los padres de José se negaron en rotundo a que se casara con la criada, a pesar de haber quedado ella embarazada. Sin duda alguna este hecho deterioraría la relación entre José y su padre (su madre había fallecido en 1877), hasta tal punto que éste le amenazaría con desheredarlo, de ahí que tuviese que esperar a la muerte de su padre (el 14 de octubre de 1887) para poder casarse, hecho que ocurrió en 1888. Esta circunstancia hizo que nacieran dos hijos fuera del matrimonio.

En primer lugar nació María Josefa de la Santísima Trinidad. Nació el día 20 de mayo de 1884, a las dos de la madrugada en la casa número 17 de la calle Riego. Fue bautizada el 23 de mayo por Don Emilio León con licencia e Don Antonio Ramos Reina. Consta que fue un bautismo con estola y que la niña es hija natural de José y de Dolores, ambos solteros. La niña fue apadrinada por Manuel Sánchez y por Natividad Santos (tía paterna de José de los Santos). Muy posiblemente murió siendo pequeña, pero no nos consta.

El segundo hijo de la pareja es Eduardo de la Santísma Trinidad. Nació el 30 de mayo de 1885, a las 9 de la mañana, en la casa número 20 de la calle Horno Nuevo. Fue bautizado con bautismo de estola por Don Antonio Ramos Reina, el día 3 de junio de 1885. Fue apadrinado por Antonio Blanco Benítez y por María Dolores Fernández.

La tercera hija fue María Dolores Agapita de la Santísima Trinidad. Nació el día 24 de marzo de 1887 a las ocho y media de la mañana, en la casa número 11 de la calle Real. Fue bautizada con bautismo de estola, el 27 de marzo del corriente, por el cura Don Antonio Ramos Reina que estaba en comisión. En la partida de bautismo consta que es hija natural de José y Dolores, ambos solteros. Fue apadrinada por Manuel Vergara y Juana María Falcón. Esta niña también moriría en la infancia.

El cuarto hijo fue Manuel Teodoro de la Santísima Trinidad. Nació el 27 de diciembre de 1888 a las ocho de la tarde en la casa número 11 de la calle Real. Fue bautizado al día siguiente por Don Antonio Ramos Reina, con bautismo de capa y órgano. En la partida de bautismo ya consta que es hijo legítimo, por lo que el enlace debió producirse antes del nacimiento. Los padrinos fueron Manuel Sánchez y su esposa Natividad Santos.

La quinta hija fue María Dolores Urbana del Sagrado Corazón de Jesús, nacida el 31 de octubre de 1890 a las tres de la mañana. Fue bautizada por D. Juan Tarancón el 2 de noviembre de 1890. Los padrinos fueron Antonio Jiménez Vergara y su mujer, Dolores Jiménez Morillo. También murió siendo niña.

El sexto hijo fue José Timoteo de la Santísima Trinidad nació el día 24 de marzo de 1892 a las tres y media de la mañana, siendo bautizado al día siguiente por el párroco D. Juan Tarancón. Al nacimiento de José también había fallecido la abuela paterna y el abuelo materno. Los padrinos de José fueron: Manuel Roldán y Encarnación Tapia.

La séptima hija fue María Severina, nació el día 7 de septiembre de 1893 a las 12 de la mañana por el párroco D. Juan Tarancón. Fue bautizada el 11 de septiembre y murió, según nota al margen, el 27 de octubre de 1895. Sus padrinos fueron Antonio Sánchez y Trinidad Falcón.

El octavo fue Emilio Roberto de la Santísima Trinidad (mi abuelo), nació el día 7 de junio de 1896 a las 7 de la tarde, fue bautizado el 11 de junio por el párroco, Don Juan Tarancón. Sus padrinos fueron Sebastián Martín y Mercedes Falcón.

El noveno fue Cesáreo nació el 4 de noviembre de 1899 en la calle Regina nº 8, a la 1 de la tarde. Fue apadrinado por Manuel Correa y por Dolores Ruíz.

El décimo fue Casildo, nació el 9 de abril de 1902 en la calle Regina. Sus padrinos fueron: Gregorio Márquez y Aurora Cumplido. Este niño murió.

El décimo primero fue Aurelio Casildo, nació el día 15 de junio de 1903, a las 8 de la mañana, siendo bautizado el día 18 del mismo mes por don Juan Tarancón. Los padrinos fueron José Vergara Falcón, soltero y su madre Juana Falcón Fernández, viuda.

El décimo segundo fue Rafael Justo nació en la calle Vega, 7, a las 8 de la mañana del día 2 de noviembre de 1904. Fue bautizado el 8 del mismo mes. Sus padrinos fueron Antonio Vergara Bejarano y Matilde Jiménez Benítez.

La décimo tercera, la menor de la saga, fue Rosario Santiaga, nacida en la calle Convento, 2, el día 25 de julio de 1906 fue bautizada el 28 del mismo mes. Sus padrinos fueron José Santos y Trinidad Espinosa.

Sin duda alguna, la historia de esta saga familiar está inconclusa, pues queda por completar todo un siglo, el XX, y los primeros años del actual, el XXI.
José Ángel Campillo de los Santos

LA SAGA DE “LOS CHOCHALES” III

3.-LOS DE LOS SANTOS CUMPLIDO
El matrimonio formado por don José de los Santos Roldán y por doña María Josefa Cumplido Cadenas se celebró en la parroquia de Santa María del Alcor en el año 1835. Tenemos constancia que en 1861 (26 años después) el matrimonio vivía, según el padrón, en la calle Real, número 29, con sus siete hijos: Manuel, María Antonia, Carmen, Dolores, José, Natividad y Leónides. Sabemos que testaron el 31 de agosto de 1871 (no en junio de 1872, tal y como consta en la partida de defunción), ante el notario de El Viso don Juan María Mateos. En el referido documento se especifica que en la fecha del mismo, tanto los padres de él como los de ella habían fallecido. Ambos se declaran como propietarios y manifiestan haber tenido diez hijos legítimos en su matrimonio: Manuel, María Antonia, María Rosario, Carmen, Dolores, José, Natividad, Leónides, Faustino y Enrique, siendo únicamente mayores de edad al formalizar el documento Manuel, María Antonia y María Rosario, estando casada ésta con Don Víctor Jiménez León, hermano de Don Manuel Jiménez León. A este respecto hemos de decir que María del Rosario falleció el 3 de enero de 1888 a las 11,30 de la mañana, a los 43 años de edad, siendo la causa de la muerte congestión. Fue enterrada al día siguiente. Por lo que respecta a Natividad y a Leónides, se especifica que habían fallecidos, por lo que estamos ante un ejemplo de la alta mortandad a la que venimos haciendo referencia.
En el testamento, tras declarar que son cristianos, que creen en la Santa Madre iglesia, etc. (esto era preceptivo y aparece en todos los testamentos de la época), mandan cómo ha de ser su entierro. Así, tras la verificación del fallecimiento, disponen ser amortajados con ropa de uso, sean sus cuerpos colocados en caja de madera y ser sepultados en el suelo, bajo una bóveda. En el lugar debía de quedar constancia, mediante lápida o similar, de la persona que yacía en el lugar.

El entierro de doña María Josefa debía de ser de segunda clase, asistiendo a las honras y al cabo de año treinta pobres que recibirían cada uno seis reales de limosna. Además se darían cuatro reales a igual número de viudas necesitadas de la villa. En cuanto al número de misas se estipulan un total de setenta y cuatro misas rezadas a diez reales cada una.
El de don José, además de lo estipulado para doña María Josefa, en relación al número de pobres, indica que serían cincuenta misas y el reparto de doscientos cuarenta reales en panes de a dos libras cada uno. Dichos panes se repartirían a los pobres el día después del entierro, especificándose claramente que eran únicamente los albaceas testamentarios los que se encargarían de dar las limosnas, sin intervención alguna de estamento civil o eclesiástico.

Por el mismo testamento sabemos que él aportó al matrimonio 2.000 reales, en el valor de la ropa y ajuar, y 3.000 reales que heredó a la muerte de su madre. Ella, por el contrario, aportó los bienes que heredó de sus padres, un total de 97.322 reales, según escritura formalizada ante el notario de Alcalá de Guadaíra, don Manuel del Trigo, el 25 de mayo de 1850. A lo largo del matrimonio, y por lo tanto, en concepto de bienes gananciales, compraron distintos bienes y reedificaron la casa de morada, la número 29 de la calle Real, que Doña María Josefa heredó de sus padres, por lo que se apreció en 9.480 reales que serían descontados de su valor real, diferencia que pasaría a bienes gananciales.
En cuanto al reparto de los bienes se estipula que debía hacerse de la siguiente manera:

1º.-Manuel, nacido en torno a 1838, se especifica que fue mejorado por su abuelo materno, don Manuel Cumplido, por testamento otorgado en El Viso, el 2 de noviembre de 1844, en la suma de 5.000 reales que recibiría, según sus padres, al formalizarse el testamento. Además los padres lo mejoran con la suma de 6.000 reales.
Manuel se mantuvo soltero hasta los sesenta y tres años, pertenecía a la burguesía agraria, y, aunque no era propietario de muchas tierras, las alquilaba a los grandes y medianos terratenientes de la zona. Entre sus bienes hemos de destacar una huerta y una casa que le permitían vivir de manera desahogada gracias a las rentas que obtenía. Contrajo matrimonio con Carmen López, nacida en Granada en 1868. Carmen, perteneciente a la burguesía agraria de la localidad, era hija del granadino Pedro López de Tejada Núñez y de la visueña Amalia Jiménez León (hermana de Don Manuel Jiménez León), hija del rico propietario Alonso Jiménez Rico y de Águeda León Mateos, por lo que tras la muerte de su padre heredó, en concepto de legítima, la no desdeñable cantidad de 162.735 reales.
El noviazgo entre Manuel y Carmen fue rápido. Así tras unas rápidas relaciones se casaron a las cinco de la mañana en la sacristía ante el temor de la cencerrada que les esperaba de los sobrinos. Este matrimonio al parecer no fue bien visto por la familia, pues ella era mucho más joven que él, concretamente treinta años. De este “raro” matrimonio nacieron Manuel (1906), casado con Alcora López; Pedro (1907), casado con Librada Sánchez Barbudo y Amalia (1908), soltera.

2º.-María Antonia (no consta herencia alguna, no sabemos los motivos).

3º-María del Rosario, recibió una dote por valor de 8.000 reales en concepto de ambas legítimas. Contrajo matrimonio con Víctor Jiménez León, hijo de los ricos propietarios Don Alonso Jiménez Rico y Doña Águeda León Mateos, por lo que heredó al fallecimiento de su padre, en concepto de legítima la cantidad de 162.735 reales.
Rosario, que murió el 23 de enero de 1888, manifestó en su testamento, otorgado el testó el 29 de marzo de 1887, que instituía como albacea testamentario a su hermano Manuel y como sus herederos legales a sus siete hijos: Natalia que estaba casada con José López Jiménez, Evelio, Mª Dolores que estaba casada con Antonio Borrego Martínez, Rosario (de 18 años), Mª Virtudes (de 13 años), Adelaida (de 11 años) y Víctor Manuel (5 años).

4º.-Adelaida casó con Félix Velasco Jiménez, que en 1904 la abandonó a ella y a su hijo marchándose a América. La circunstancia de ser su paradero desconocido, es un tema que planteó bastantes problemas legales a esta señora, pues legalmente no era viuda.

5º.-Carmen (no consta herencia alguna, no sabemos los motivos).

6º.-Dolores (no consta herencia alguna, no sabemos los motivos).

7º.-José (mi bisabuelo, el primer chochales) nació en 1849. Recibió una mejora de 6.000 reales que no pudo cobrar, dado que era la cantidad que sus padres pagaron para librarlo del servicio militar.

8º.-Natividad, recibe una mejora de 2.000 reales.

9.-Leónides, recibe una mejora de 6.000 reales.

Las referidas cantidades las recibirían de la siguiente forma: la mitad a la muerte de uno de los progenitores, y la otra mitad a la muerte del otro, sin distinción alguna, prohibiéndose que ninguno de los hijos pudiera acrecentar su parte con la mejora de algún hermano o hermana, en el caso de fallecimiento.
En el testamento hay una clausula que por lo menos nos resulta ilustrativa del momento social y político que se vive, pues se especifica que en caso de que se produjesen cambios en la vigente ley de matrimonio civil, y en el caso de morir antes el padre, los tutores o curadores de los menores serían doña María Josefa y su hijo Manuel. En caso de sobrevivir el esposo, lo sería él. Por el contrario, y si no cambiaban las leyes, el tutor de los menores sería Manuel que además es elegido como albacea testamentario.
Termina el testamento indicando a sus hijos que sean siempre hermanos, que diriman las cuestiones del testamento de buenas maneras, sin pleitos y cuestiones semejantes.

Doña María Cumplido Cadenas murió en 1877 y don José de los Santos Roldán, el 14 de octubre de 1887, siendo su funeral de Hermandad. Murió a las 3 de la tarde en la casa número 72 de la calle Real, a causa de “reabsorción purulenta”. Fue enterrado en el cementerio de San Francisco el 15 de octubre.

José Ángel Campillo de los Santos

LA SAGA DE “LOS CHOCHALES” II

2.-LOS CUMPLIDO
Los “Chochales” son el fruto de la mezcla genética nacida entre los “de los Santos” y los “Cumplido”. Estamos ante un apellido de procedencia extremeña, concretamente de la localidad de Fuentes de León y que comienza a aparecer en los padrones a partir de 1821 aproximadamente, concretamente en la persona de don Pedro del Cumplido Giles, que tras licenciarse en 1821 se asienta en nuestra localidad. Será don Pedro el que traerá a nuestro pueblo a algunos de sus hermanos: Manuel, Carmen y María.
Don Manuel Cumplido Giles se casó con la visueña doña María del Rosario Cadenas Borreguero, viuda de don Joaquín Gómez. De este primer matrimonio, al parecer, no hubo hijos. Del segundo, la única descendiente fue doña María Josefa Cumplido Cadenas que se casaría con José de los Santos Roldán, tal y como ya hemos hecho mención.
El testamento de Don Manuel Cumplido, (fallecido en 1845) nos sirve para conocer las costumbres de la burguesía visueña de mediados del siglo XIX. Sabemos que testó el 2 de noviembre de 1844, y es en dicho documento donde nos dice que era viudo, y que entre sus últimas voluntades especifica:
1º.- Quería ser amortajado de ropa de calle y sepultado en el cementerio de San Sebastián.
2º.-Su cadáver debía de ser conducido al cementerio por seis hombres, a los que se les pagaría, a cada uno, seis reales de vellón.
3º.-Dejaba la forma de entierro a voluntad de los albaceas (su hija y yerno), dejando entre 500 y 600 reales, cantidad con las que atender al sepelio, la misa de sepelio y cuarenta misas rezadas por el eterno descanso de su alma.
4º.-Aportó al matrimonio 10.000 reales en la ropa de su uso y dinero en efectivo. Por su parte, su mujer había aportado la ropa de su uso y la casa donde vivían, que estaba sin pagar, en parte, pues se debían 6.000 reales.
5º.-Los bienes que manifiesta poseer: la casa de morada, en la calle Real, 6 aranzadas y media en la Asomadilla, 3 bueyes, dos burros, 22 cerdos carnosos, 1 carreta, distintos aperos de labranza y una caseta y tinajón en el ruedo de la villa.
6º.-El reparto de sus bienes en efectivo se debía hacer de la siguiente manera:
A su hermana, Francisca, 2000 reales.
A su hermana, Josefa , 2000 reales.
A su hermana, Santiaga , 2000 reales.
A sus sobrinos (dos?), hijos de su difunta hermana Gregoria, 1000 reales a cada uno.
A su hermana, María del Carmen, 3000 reales.
A su nieto, Manuel, 5000 reales.
El remanente de todo lo que queda lo deja a su heredera universal, su hija, María del Carmen Cumplido Cadenas.

José Ángel Campillo de los Santos

EL MAESTRO SERI: POETA DEL PENTAGRAMA

EL MAESTRO SERI: POETA DEL PENTAGRAMA

EL MAESTRO SERI: POETA DEL PENTAGRAMA

 

Sus dedos se estiraban

buscando las notas.

Brillo en su mirada

como una luz honda

que viene del otro

lado de las cosas.

Es una música

limpia y milagrosa,

un río crecido

que se desborda…

 

El 20 de octubre de 1.888, en el corazón de los Alcores, nació en la calle de la Cruz nº 18(hoy 22), Juan Sánchez García, un niño inquieto  que en el movimiento de sus manos preludia su maestría musical.

Juan nace en la España de la Restauración, bajo la regencia de Mª Cristina, madre del rey-niño Alfonso XIII. Estamos ante un  período de la historia de España que supone la vuelta al trono de los Borbones. La gran figura de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo, artífice del nuevo régimen basado en el turnismo pacífico de los partidos conservador y liberal. Durante este período tuvo lugar el “desastre del 98”, con la independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que hizo que los españoles tomaran conciencia de la decadencia que afectaba al país. Estamos ante una guerra que afectó de modo significativo a esta localidad, pues un gran número de jóvenes visueños fueron incorporados a filas, muriendo algunos de ellos. Con el  fin de la guerra, cesó la terrible sangría de jóvenes que perdían la vida en aquellas lejanas tierras. A buen seguro que muchas madres quedaron aliviadas al conocer la noticia.

 

El “Maestro” nace  en el seno de una familia de gente de campo y comercio, su padre, Manuel, es perentrin; su madre, Marina, posee también unas cuantas fanegas de tierra en la vega y es propietaria de una cantina camino de la estación. Es una mujer valiente, decidida, “mu echá palante”.

 

Este rincón de Los Alcores, de casas encaladas  con aroma a jazmín, clavel y romero,  contaba, en el amanecer del siglo XX,  con una población de algo más de 7.000 almas. El  pueblo, que   carecía de agua corriente, poseía una fuente de aguas cristalinas, la fuente de la Muela a la que las  mujeres iban a buscar el preciado líquido y a lavar la ropa; por el contrario, los hombres, al atardecer, llevaban sus yuntas de mulos para darles de beber en los  pilares que allí había.

El pueblo basaba su economía en la agricultura de secano: cereales, leguminosas y olivos, aunque no hay que desdeñar la importancia del regadío en las numerosas huertas de la localidad. En el sector industrial, destacaba la fabricación de tejas, ladrillos y artesanía en las numerosas barrerías de explotación familiar; la producción de pan y aguardiente, así como el procesamiento de los productos agrícolas en molinos y almazaras. Además tenía mucha importancia el trajín, es decir, la venta a pequeña escala de productos del campo por parte de recoveros y recoveras que en el tren iban diariamente a Sevilla a vender su preciada mercancía, por lo que a lo largo de todo el día era mucha la gente que transitaba del pueblo a la estación y viceversa.

 

La  sociedad visueña de estos años estaba muy polarizada; en un extremo, una oligarquía de grandes propietarios, que conforman la élite política y social del municipio (los ciervos y los garrochas) ; en el otro, una amplia masa de jornaleros, con unas condiciones de vida míseras, que trabajaban de sol a sol por un escaso jornal. Estas profundas diferencias sociales provocan el auge de las ideologías obreras y de las agitaciones campesinas. El anarquismo, ideología que rehusaba toda forma de autoridad y jerarquía, tuvo un gran arraigo en nuestro pueblo desde fechas tempranas. Dicho auge anarquista tuvo que influir decisivamente para la llegada de la Guardia Civil a El Viso en 1889, instalándose en el antiguo convento de mercedarios descalzos, cerrado tras la desamortización.

Con la llegada del ferrocarril a nuestro pueblo en 1883, las comunicaciones van a mejorar sensiblemente. La máquina de vapor supondrá un gran avance, al igual que lo fueron la construcción del matadero municipal o del nuevo cementerio en 1882, gracias al mecenazgo del visueño Manuel Jiménez León, presidente de la Diputación de Sevilla. Esto solventó el grave problema de salubridad pública que había en el pueblo.

A medio camino, entre los dos polos sociales de la sociedad visueña, había una clase media de pequeños agricultores,  industriales, comerciantes y artesanos, a los que pertenecían los padres de Juan Sánchez.

El maestro  fue bautizado por el párroco don Antonio Reina, siendo Alcalde del municipio el conservador  Miguel Cuesta Delgado. Años más tarde, recibió clases particulares en la escuela de pago que tenía don Claudio León Espinosa, que instruyó a toda una generación de visueños que luego destacarían en diversas facetas de las ciencias o de las artes.

Paralelamente, siendo un mozalbete de siete u ocho años, realizó las labores de monaguillo, bajo la atenta supervisión del párroco don Juan Tarancón Tarancón. Será en el templo de Santa María del Alcor donde se aficione a la música, escuchando los sones del órgano, tocados con maestría por José “el ciego”, organista alcalareño afincado en nuestra localidad, quien pronto vislumbró el gran potencial musical del monaguillo, por lo que convenció a la madre del joven músico para que adquiriera un piano.

Y sin pensárselo dos veces, la “tía Marina”, gracias a la mediación de una recovera que vendía huevos en el palacio de los marqueses de Spínola, compró un piano que  fue instalado en la  vivienda familiar. Así, el joven aprendió a tocar el piano de forma autodidacta, a la vez que trabajaba como aprendiz de zapatero y tocaba esporádicamente en una orquesta en las fiestas de la Virgen del Águila, en Alcalá de Guadaira.

El nuevo siglo, el XX,  llegó a El Viso con halos de modernidad, pues la energía eléctrica iluminó algunas de  sus  calles  y edificios principales gracias a la producción y distribución eléctrica de la sociedad “La Alcoreña”, cuya fábrica estaba situada en las afueras de la población, cerca de la actual Plaza del Sol, utilizando como fuente de energía el carbón. Pese a esta gran novedad tecnológica, el ambiente de la población era tenso. Las malas condiciones meteorológicas entre 1905 y 1907 y la pésima coyuntura económica exaltaron los ánimos de los trabajadores, por lo que el alcalde Pelayo Jiménez León (alcalde desde 1900 a 1906) ordenó repartir a los braceros parados entre las diversas obras de infraestructuras municipales y entre los principales contribuyentes de la villa. Tal era la situación en El Viso, que el Cardenal Marcelo Spínola repartió en 1906  pan entre los más necesitados. Al año siguiente, en 1907, se inauguró la Plaza de Abastos “Santa Marta” con el objeto de mejorar el abastecimiento de productos básicos y  la eficacia del cobro de los arbitrios municipales, siendo artífice de algunos de estos cambios Federico Jiménez Jiménez, alcalde entre 1906 y 1921. En este período, coincidiendo con el final de la Gran Guerra, se agudizó una grave crisis de subsistencia, debido a una espectacular subida de los precios de los productos de primera necesidad, lo que sin duda influyó en el auge del sindicalismo anarquista.

Mientras tanto, Juan se convierte en  zapatero, oficio que aprendió de su maestro el Rasco, y en un consumado músico, tras recibir clases de armonía y composición por correspondencia, dirigido por el maestro donostiarra Iruretagoyena.

Tras librarse del servicio militar, debido a la avanzada edad de su padre, tuvo la suerte de no ser destinado al norte de Marruecos, lugar en el que perdieron  la vida varios miles de soldados españoles. Es en estos años cuando  contrae matrimonio con Magdalena, su novia de toda la vida. De esta unión, nacieron cuatro hijos: Manuela, Santiago, Ignacio y Amparo.

 

En el ámbito nacional, la crisis del sistema de la Restauración propició el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera, en 1923. De esta forma, España pasó a tener una dictadura. Como consecuencia de este nuevo orden político, el Ayuntamiento conservador  fue disuelto por orden del Gobernador Civil; de esta manera, un único y nuevo partido, la Unión Patriótica, controla la vida municipal durante siete años con hombres nuevos. Tras las breves alcaldías de José Vergara Bejarano y Manuel León Ferrero, es designado como nuevo alcalde en julio de 1925 el médico y poeta, Salvador Fernández Álvarez.

 

Por estos mismos años, un maestro calderero y un maestro de escuela que habían luchado en la guerra de Cuba, fundaron una banda de música, que años después el Ayuntamiento convirtió en municipal bajo la batuta del  “Maestro Seri”. Este apodo, junto al de su padre, “Litri”, se lo pusieron sus amigos en tono jocoso haciendo referencia a dos novilleros de aquellos años que, con poca fortuna,  torearon en  El Viso. Poco después se creó una banda infantil de cornetas y tambores, que participaron  en numerosas actividades y festejos locales, tal es el caso, en  1924, de la procesión de la Virgen del Rosario, o en 1926 en la del  Corpus Christi.

 

 

La Banda Municipal acompañaba musicalmente a las imágenes procesionales en la Semana Santa visueña, así como en festividades religiosas, como por ejemplo las que organizó la Hermandad de San Juan el 24 de junio de 1926, instalando iluminación eléctrica en la calle Rosario, una caseta, mástiles, arcos y fuegos artificiales. Del mismo modo, la participación de la banda fue muy importante en las Fiestas de la Santa Cruz, pues la alegre sinfonía titulada “La diana floreada”, en la raya del alba, era el aldabonazo de salida de las fiestas primaverales, hecho que se convirtió en tradición durante varias décadas.

Sin duda alguna, las Fiestas de la Santa Cruz eran las más esperadas por los visueños y visueñas. Las fiestas comenzaban  muy temprano, al amanecer, con los sones de la “Alegre diana” interpretados por la banda municipal, acompañada  de gigantes y cabezudos y cohetes. Al día siguiente se inauguraba el recinto que albergaba la Santa  Cruz que era portada, desde la iglesia en un hermoso paso.

Todo esto se mezclaba con los concursos de “cante jondo”, bailes de la tierra, cucañas, el cinematógrafo  y fuegos artificiales. A esto hemos de unir los conciertos, con los que  la banda de música, amenizaba las noches en el paseo de la calle Real. Una calle que, al igual que la del Rosario, Muela y Feria, se engalanaban con luminarias a la veneciana. No faltaban en estas alegres fiestas las voladoras, el carrusel, los columpios, las burras y el circo.

 

La coyuntura económica favorable de los años 20 facilitó diversas obras de mejora en el municipio: ampliación del matadero en el verano de 1924, el traslado de las oficinas consistoriales a la calle Real 56, la mejora de la educación, con la instalación de 6 escuelas,  el arreglo de numerosas calles o el asfaltado de la carretera que pasa por nuestra  localidad. Todo esto conlleva un crecimiento urbanístico que es paralelo a un aumento demográfico, contando en 1929 con unos 9500 habitantes, de los cuales 2029 eran braceros.

 

Al “maestro Seri” podemos  encuadrarlo en el seno de la generación del 27, donde suena por primera vez el abrazo entre música y literatura.  Entre los músicos destacaron

Federico Mompou, Salvador Bacarisse y otros artistas, bajo el genial magisterio de Manuel  Falla. De esta manera, la música se moderniza, se hace transparente, bailable y etérea.

 

Este hombre inteligente e instruido no tuvo la oportunidad de residir en el centro cultural y musical de España, pero puede englobarse en dicha generación por diversos aspectos: por su edad, por el tipo de música que compuso y por los poemas que él mismo glosó. Así en la revista “La voz de Carmona” del año 1926, el maestro dedica el siguiente poema a la mujer visueña:

 

“Tiene mente de artista, es soñadora,

Su mirada de fuego penetrante,

Pues hiere el corazón en el instante

Con mirada sublime…embiagradora.

 

Apoteosis de hembra seductora,

Es simpática, ingeniosa y elegante,

Humillando al que quiere ser “tunante”

Con la dulce ironía que atesora.

 

Sus lumínicos ojos son luceros

Que alumbran de la dicha los senderos

Del que vaya guiado por su luz.

 

Y si alguno esto encuentra exagerado

Por nosotros al Viso está invitado

A las fiestas del día de la cruz.

 

 

Tras el derrumbe de la bolsa de Nueva York en 1929 y al desgaste de la dictadura,  Miguel Primo de Rivera,  dimitió el 30 de enero de 1930. A finales de febrero de dicho año se disolvieron  los Ayuntamientos de la dictadura, constituyéndose en  El Viso uno nuevo con los antiguos políticos de la restauración, entre ellos los ex-alcaldes Juan Ramón León Sánchez y Federico Jiménez Jiménez.

Tras el fracaso de los gobiernos del general Berenguer y el almirante Aznar para reestablecer el antiguo sistema constitucional, se celebraron elecciones municipales en toda España en abril de 1931 y en ellas triunfó la coalición republicano-socialista.

El rey Alfonso XIII abandonó el país y el 14 de abril se proclamó la II República. En El Viso los acontecimientos no pasaron desapercibidos y mucha gente vivió estos momentos con gran entusiasmo y alegría. El autobús de José Algaba “el Toli” hizo entrada en el pueblo portando la bandera republicana, gesto que fue imitado por un grupo de republicanos entusiastas. La caída de la monarquía se simbolizó con el acto de arrojar el cuadro del  Rey desde el balcón del Ayuntamiento. Ese mismo día, siguiendo las órdenes del Gobierno Civil dejó la alcaldía Alfonso Jiménez León y se creó una Comisión Provisional Gestora, dirigida por el médico Manuel de los Santos y López de Tejada, y compuesta por siete personas de ideario republicano, entre ellas Juan Manuel León Ríos, posteriormente Jefe de la Falange y alcalde en el régimen franquista, y Juan Sánchez García. El “maestro Seri”, de profundas convicciones republicanas, sólo estuvo dos meses como concejal, pues las elecciones del 31 de mayo de 1931 conformaron un nuevo gobierno municipal, dirigido por José Roldán Vergara, un hombre querido por el pueblo por su talante y carácter, pero la muerte le llegó demasiado pronto. El día del entierro, la banda municipal, dirigida por el “maestro Seri” acompañó el cortejo fúnebre desde el domicilio del alcalde, en la calle O’Donnell hasta el cementerio. Luciano Cuevas Roldán fue elegido nuevo alcalde-presidente. Los grandes problemas de su gobierno fueron el tremendo paro obrero y la falta de recursos municipales.

El triunfo de la coalición de partidos de izquierda a nivel nacional, el Frente Nacional, en febrero de 1936, devolvió la alcaldía a Luciano Cuevas Roldán, de Izquierda Republicana, tras el triunfo del bienio conservador.

 

Durante la República, en los años treinta, el “maestro Seri” fue reconocido como Director oficial perteneciente al Colegio de Directores de Bandas civiles de España.

El alzamiento militar del 18 de julio de 1936 desembocó en una terrible guerra civil que se prolongó hasta el 1 de abril de 1939. Las organizaciones visueñas de izquierda decidieron oponerse al golpe y defender la legalidad republicana en la calle. El 19 se declaró la huelga en el pueblo. Acto seguido, se sabotearon las líneas telefónicas y se cortaron las carreteras de entrada al pueblo mediante barricadas formadas por árboles tumbados y piedras. Se establecieron turnos de guardia en distintos puntos estratégicos con las armas que pudieron conseguir tras el registro de viviendas .El 20 de julio fue saqueado el Círculo Unión Mercantil, el conocido como “Casino de los Señoritos”. El 21 de julio fue saqueada la Iglesia. El sacristán Guerrero y el párroco Primitivo Tarancón  fueron obligados a abrir las puertas del templo, amenazados por escopeteros. Fueron profanadas y quemadas varias imágenes (entre ellas la de Patrona Santa María del Alcor, pequeña escultura gótica de finales del siglo XV), objetos y ornamentos sagrados, mobiliario y otros enseres, en la Plaza del Cardenal Spínola. Ese mismo día, por la madrugada, fue asaltada la Capilla del Rosario, siendo gran parte de su contenido quemado en la carretera. Mientras tanto, la Guardia Civil permaneció acuartelada en su sede del antiguo Convento de Corpus Christi.

El 22 de julio  se produjeron detenciones de miembros y simpatizantes de organizaciones conservadoras. Pese a las amenazas, no hubo derramamiento de sangre.

El bombardeo de Alcaudete y de Carmona por las tropas franquistas hizo que el pánico se hiciera notar en muchos visueños y visueñas, desmantelándose la débil defensa y produciéndose una desbandada generalizada.

El Viso dejó de ser republicano el 24 de julio del 1936, cuando las fuerzas del puesto de la Guardia Civil, auxiliadas por voluntarios de ideología conservadora, se hicieron dueños de la situación. Entonces empezó una dura represión, cuyos tentáculos llegaron a nuestro protagonista. El 27 de julio pudieron apagarse las notas musicales del maestro, ya que intentaron darle “el paseo”, pero la mediación de Manuel de los Santos, el respetado médico de la localidad, y de León Ríos, le salvaron de una muerte segura. Tras este desagradable incidente, Juan Sanchez  no tuvo más problemas y mantuvo su doble condición de zapatero y músico.

La casa de la familia de los Seri en la calle Cruz fue durante varias décadas una especie de escuela de artes y oficios. Magdalena, la esposa, era una sastra de categoría, mientras su esposo desempeñaba dos artes simultáneamente, un taller de zapatería artesanal con sus dos hijos varones y algunos empleados, y su cargo de Director de la Banda Municipal de Música. A esto hemos de añadir que su primogénita Manolita la del Seri, fundara en su casa una escuela.

 

Debido a la desaparición de la antigua imagen de la Patrona en 1936, el Ayuntamiento acordó en  1937  costear la imagen nueva de la Patrona, contratándose en  1938 la nueva talla, siendo su autor el imaginero Manuel Cerquera Becerra. En 1939 se acordó  nombrar a la Patrona Alcaldesa Honoraria de la Villa. Estos honores se rendirían en septiembre de este mismo año, con la inauguración de la Iglesia parroquial y el traslado de la imagen al templo, acompañada por un numeroso séquito de autoridades civiles y eclesiásticas, un numeroso gentío y los sones de la Banda Municipal dirigida por el “Maestro Seri”.

Los años de la postguerra fueron muy duros en El Viso, siendo mitigados en parte por el protagonista de este documental, ya que ayudaba a todo el que llegaba a su casa solicitando algo de comida.

Durante la dictadura franquista, y especialmente bajo la alcaldía de Juan Manuel León Ríos, fueron los años dorados de creación artística de nuestro genio, tras el florecimiento de las Hermandades. No obstante, su producción musical es muy variada: la música de una canción de una cupletista de los años 20, música para letras de carnaval en la República, pasodobles, como el titulado “Los Alcores”, fandangos, villancicos, marchas procesionales o su famosa diana “Feliz amanecer”.

Fue en el año 1940 cuando se reorganiza la Hermandad de la Vera-Cruz y se encargan  unas nuevas imágenes  que actualmente son las que procesionan el Jueves Santo por El Viso. El Hermano Mayor, Cándido Borrego, le encargó la marcha “Vera-Cruz” a su gran amigo, Juan Sánchez. El “Maestro Seri” puso su genial música a varios himnos religiosos: el de la Virgen del Rosario, Santa María del Alcor (con letra de  Sixto Jiménez), Nuestro Padre Jesús Nazareno o Virgen de los Dolores (este último fue el único del que escribió música y letra).

Juan Sánchez también destacó como profesor. Sus alumnos y alumnas despuntaron por su gran preparación en los duros exámenes que se realizaban en el conservatorio de Sevilla. Fue un pedagogo extraordinario, pero exigente y de mal carácter, pero que ofrecía una magnífica preparación musical a sus alumnos, tales como Raquel Jiménez o su nieto Juan Santos.

El “Maestro Seri”, aunque tuvo la oportunidad de dirigir a bandas más importantes, continuó como director de la Banda Municipal de El Viso hasta su jubilación. La enfermedad se lo llevó rápidamente, falleciendo el 19 de abril de 1961, a los 72 años de edad. Sucede provisionalmente al “Maestro Seri” su hijo Santiago, ayudado por su hermano Ignacio, que estuvo al frente de la formación musical como subdirector hasta la llegada, en enero de 1962, del granadino Rogelio Gil García, que procedía de la banda de Toro (Zamora). Pronto, se hace cargo de la Banda, el director adjunto, Juan Santos Sánchez, el nuevo “Maestro Seri”, al poder justificar oficialmente sus estudios de armonía, contando tan  solo con 21 años de edad.

La banda municipal  fue disuelta  oficialmente en el verano de 1971. Sin embargo, el nieto del artista adquiere la instrumentación por 37.200 pesetas y crea la banda, de carácter privado, de cornetas y tambores “Santa María del Alcor”.

El “Maestro Seri” puso las bases musicales en este pueblo, continuándola sus hijos, nietos y biznietos, así como otros muchos amantes de la música.

En agradecimiento a su magisterio, el Ayuntamiento rotuló una calle en honor de este genial artista de cuya muerte se cumple el cincuenta aniversario, por lo que este hombre sencillo, amable y bondadoso,  bien merece el título de Hijo Predilecto  de la localidad.

 

Y mientras tanto, el tiempo pasa inexorable, silencioso; y el piano, el viejo piano, dormido y solitario guarda, como un tesoro, melodiosas notas esperando una mano amiga que las despierte de su  profundo letargo…

 

                                             José Ángel Campillo de los Santos

                                             Marco Antonio Campillo de los Santos

Un visueño, General de la Orden Descalza y Obispo

Un visueño, General de la Orden Descalza y Obispo

Fray Antonio de la Santísima Trinidad nació en El Viso en 1748, y tomó el hábito mercedario en nuestro extinto convento. Este visueño fue hombre bastante cultivado en letras y otro tipo de virtudes. Enseñó Filosofía y fue nombrado Examinador Sinodal del Arzobispado de Sevilla. Sus contemporáneos estimaban de él su prudencia y buen proceder, por lo que era consultado por eximias figuras religiosas de su época, tales como el Cardenal Luis de Borbón y Villabriga, Arzobispo de Toledo y sobrino del Rey Carlos III. Por todo ello fue nombrado General de la Merced Descalza, en cuyo gobierno dio pruebas más que suficientes de ser hombre excepcional, haciendo gala de dos cualidades tan difíciles como la decisión y la paciencia. Incluso cuando fue removido del cargo y fustigado por distintas corrientes en el seno de la propia Orden, mantuvo su talla de extraordinaria persona. Su apreciada valía le reportó el nombramiento como Obispo de Nueva Cáceres (Filipinas, que por entonces aún era colonia española), pero no llegó a tomar posesión de su cargo. Falleció en el convento de nuestro pueblo en 1829, con 81 años de edad.

            La foto que acompaña a este texto pertenece al fragmento de una carta enviada por Fray Antonio al referido Cardenal. Si la ampliáis (pinchad sobre la misma) podréis ver que está datada en 1809 en Cádiz. Esto es, en plena ocupación francesa, cuando Cádiz fue la única ciudad española no ocupada y acogió a unas cortes españolas de signo liberal. Si Fray Antonio estaba allí en esa fecha, y más tarde, durante el nefasto reinado de Fernando VII, fue hostigado hasta tener que dejar el generalato de la Orden, cabe pensar que nuestro paisano fue uno de los excepcionales clérigos que alumbraron en España el régimen liberal, que, a la postre, acabaría con la monarquía absoluta. Ciertamente, un personaje más que interesante... Y digo yo una cosa: ¿no sería este caso merecedor de que al menos se estudie la posibilidad de dedicar una calle a este ilustre visueño?

                       

 

                                                 Juan Guillermo Bonilla

AGUA POTABLE Y AGUAS RESIDUALES EN EL VISO DEL ALCOR

En la actualidad, como consecuencia del proceso globalizador en el que estamos inmersos la vivienda ha sufrido un proceso de normalización en el que todas mantienen un gran parecido; podemos decir que se construyen de forma clónica.

Hasta los años setenta y también ochenta del pasado siglo la casa de nuestro pueblo, la que podemos denominar como casa visueña o si no queremos entrar en localismos, la casa de los Alcores, o la casa tradicional, ha sido una vivienda con unos parámetros muy marcados y en la que el centro de la misma ha sido, aún en su mínima expresión, el patio. Éste ha sido el elemento que ha servido como eje distribuidor de la misma, aunque en honor a la verdad hemos de decir que no todas las casas tenían patio, dado que las más modestas no eran  más que un único cuarto y un amplio corral.

En este sentido nos servirá como elemento aclaratorio la clasificación que podemos hacer de la vivienda tradicional en nuestra comarca:

-         La vivienda del jornalero (eran las más modestas y generalmente carecían de patio como tal)

-         La vivienda del pelantrín o pegujalero (con sus variantes)

-         La vivienda del agricultor

Hasta los años cincuenta del pasado siglo, las casas modestas se seguían construyendo al modo tradicional, a base de tierra apisonada (arena, cal, agua, guijarros, etc.); se trata de un procedimiento  “primario y primitivo, pero de singular resultado que lo hace tan firme como el cemento[1] . Éstas, modestas y de traza sencilla se distribuían generalmente en “zaguán, portal, una o dos habitaciones, cocina y corral…”[2]. Esta morfología es la que predomina en la mayor parte de nuestras calles, aunque en la forma de construir se ha producido una evolución al emplearse nuevos materiales que las hacen más livianas en cuanto al número de huecos de las mismas, hecho que permite mayor luminosidad y ventilación (problema éste último bastante generalizado en las antiguas).

En los nuevos barrios que surgen en torno al centro urbano es donde podemos apreciar un cambio en la vivienda, es el caso, por ejemplo de la aparición de los primeros bloque de piso, junto al recinto ferial (actual parque de la Constitución), o los situados en la Avenida de Andalucía; o en las nuevas viviendas que comienza a construir, en la década de los setenta, la cooperativa “Santa María del Alcor”. Es en esta zona, de nueva planificación urbanística, donde se consolida un nuevo tipo de vivienda ajardinada que tiene su fundamento teórico en la denominada “ciudad jardín”. Se trata de un movimiento nuevo que surge en Inglaterra a comienzos del siglo XX y que llega a Sevilla con la Exposición Universal de 1929. Es en la década de los años veinte cuando en Sevilla se urbaniza la avenida que lleva el nombre de “Ciudad Jardín”, zona en la que predominan chalecitos pareados con jardín delantero. Esta misma planificación se produce en nuestro pueblo en la Corredera desde lo que era el huerto de Ramón del Pinar (Parque de la Constitución hasta la gasolinera), planificación que va siendo sustituida por una de tipo más especulativo que hace desaparecer el jardín delantero; de esta manera el edificio se sitúa a ras de calle.

Pero independientemente de la grandiosidad o modestia de la vivienda, éstas carecían de un elemento que hoy podemos considerar como fundamental: la toma de  agua potable y la evacuación de las residuales.

En 1948 la gente de El Viso seguía abasteciéndose gratuitamente del agua de la fuente de la Muela, eran las mujeres las que iban y venían a la fuente y a los lavaderos que en la misma había, tanto para recoger agua, como para lavar[3]. Únicamente las familias que podían permitírselo compraban el agua a los “aguaores” que con “unos carrillos distribuidores en recipientes llamados “cántaros” que transportan el agua, mediante un estipendio reducido por cada “cántaro” desde la fuente pública a la puerta de la casa de los vecinos”[4]. Hemos de resaltar que lo que se pagaba era el transporte del agua, no el agua, que era gratis al ser la fuente pública.

Es en estos años cuando la infraestructura para llevar al pueblo el agua potable empieza a cobrar visos de realidad, pues el montante de las obras que se estaban llevando a cabo ascendía a 1.000.763,66 pesetas (unos 6.000 euros). Estas obras estaban bastante avanzadas, lo que abrigaba la esperanza de que en 1949-50 el agua llegaría al pueblo en dos formas diferenciadas:

1º.-La instalación de un gripo en la casa. De esta manera las cañerías llegarían hasta la propia vivienda. Esta obra únicamente la podrían sufragar las familias  más acomodadas.

2º.-La instalación de tres fuentes públicas en “los sectores obreros o menos pudientes para que a ellos acudan y se provean gratuitamente del agua que les sea necesario”[5].Una de estas fuentes se localizaba en la esquina en la plaza del Ayuntamiento.

Otra cuestión importante, como referíamos, es la de las aguas residuales. Este servicio estaba más adelantado que el del agua potable, y en aquellos sectores del casco urbano en el que se venían instalando las cañerías de agua “cuyos moradores pueden satisfacer el derecho y tasa establecido”. Este era además el sector de la población donde existía el nivel “conveniente para que las excretas y demás aguas residuales puedan evacuar hacia un colector del alcantarillado que casi está formado naturalmente por la configuración del terreno en vaguada. Las calles donde este servicio estaba establecido eran: Generalísimo Franco (Real), Rosario, Colón, Capitán Cortés (Pintor Juan Roldán), Sixto Jiménez (Hondilla), Agustín Armero (Muela), parte de Queipo de Llano (Corredera) hasta la plaza de abastos”. Es en estas casas donde por primera vez las aguas pluviales dejan de evacuar a la calle (las residuales y las heces fecales lo hacían a pozos ciegos o en los corrales y cuadras).

La llegada de agua potable a las casas o a las tres fuentes mencionadas hace que los pozos que había en las casas pierdan funcionalidad, de ahí que en ocasiones, los “retretes” desagüen directamente en los mismos. Esto viene motivado por el hecho de que la obra que hay que hacer es más barata (el retrete está en el corral y el pozo en la cocina o en el patio; de esta manera no hay que levantar toda la casa para entubar). Esta costumbre de situar el retrete en el corral o patio trasero, en poco tiempo, se convierte en norma, de ahí que cuando sustituyamos el retrete por lo que conocemos como cuarto de baño éste se sitúe en el corral o en el patio, pero en zona muy cercana a la cocina. Esta planificación de la casa tradicional perdura en la actualidad, sobre todo en aquellas casas que bien se reformaron, o se hicieron de nueva construcción a lo largo de los años setenta y ochenta del pasado siglo. La década de los noventa traería nuevas novedades  constructivas, es el caso de la cochera no como elemento paralelo al zaguán, sino que es el zaguán el que se convierte en cochera; o la necesidad, dada la escasez de vivienda en el pueblo, de construir un piso en la primera planta de la vivienda, piso que va destinado en la mayoría de las ocasiones para una de las hijas.

 

                                                         José Ángel Campillo de los Santos



[1] AMV. Memoria del año 1948.

 [2] Íbidem.

[3] Había otro lavadero en la “huerta de Abajo”, cerca de la fuente de “los Sardinas” de agua gruesa y poco apta para el consumo humano, de ahí la importancia de la fuente de la Muela.

[4] Íbidem.

[5] Íbidem.