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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

AGUA POTABLE Y AGUAS RESIDUALES EN EL VISO DEL ALCOR

En la actualidad, como consecuencia del proceso globalizador en el que estamos inmersos la vivienda ha sufrido un proceso de normalización en el que todas mantienen un gran parecido; podemos decir que se construyen de forma clónica.

Hasta los años setenta y también ochenta del pasado siglo la casa de nuestro pueblo, la que podemos denominar como casa visueña o si no queremos entrar en localismos, la casa de los Alcores, o la casa tradicional, ha sido una vivienda con unos parámetros muy marcados y en la que el centro de la misma ha sido, aún en su mínima expresión, el patio. Éste ha sido el elemento que ha servido como eje distribuidor de la misma, aunque en honor a la verdad hemos de decir que no todas las casas tenían patio, dado que las más modestas no eran  más que un único cuarto y un amplio corral.

En este sentido nos servirá como elemento aclaratorio la clasificación que podemos hacer de la vivienda tradicional en nuestra comarca:

-         La vivienda del jornalero (eran las más modestas y generalmente carecían de patio como tal)

-         La vivienda del pelantrín o pegujalero (con sus variantes)

-         La vivienda del agricultor

Hasta los años cincuenta del pasado siglo, las casas modestas se seguían construyendo al modo tradicional, a base de tierra apisonada (arena, cal, agua, guijarros, etc.); se trata de un procedimiento  “primario y primitivo, pero de singular resultado que lo hace tan firme como el cemento[1] . Éstas, modestas y de traza sencilla se distribuían generalmente en “zaguán, portal, una o dos habitaciones, cocina y corral…”[2]. Esta morfología es la que predomina en la mayor parte de nuestras calles, aunque en la forma de construir se ha producido una evolución al emplearse nuevos materiales que las hacen más livianas en cuanto al número de huecos de las mismas, hecho que permite mayor luminosidad y ventilación (problema éste último bastante generalizado en las antiguas).

En los nuevos barrios que surgen en torno al centro urbano es donde podemos apreciar un cambio en la vivienda, es el caso, por ejemplo de la aparición de los primeros bloque de piso, junto al recinto ferial (actual parque de la Constitución), o los situados en la Avenida de Andalucía; o en las nuevas viviendas que comienza a construir, en la década de los setenta, la cooperativa “Santa María del Alcor”. Es en esta zona, de nueva planificación urbanística, donde se consolida un nuevo tipo de vivienda ajardinada que tiene su fundamento teórico en la denominada “ciudad jardín”. Se trata de un movimiento nuevo que surge en Inglaterra a comienzos del siglo XX y que llega a Sevilla con la Exposición Universal de 1929. Es en la década de los años veinte cuando en Sevilla se urbaniza la avenida que lleva el nombre de “Ciudad Jardín”, zona en la que predominan chalecitos pareados con jardín delantero. Esta misma planificación se produce en nuestro pueblo en la Corredera desde lo que era el huerto de Ramón del Pinar (Parque de la Constitución hasta la gasolinera), planificación que va siendo sustituida por una de tipo más especulativo que hace desaparecer el jardín delantero; de esta manera el edificio se sitúa a ras de calle.

Pero independientemente de la grandiosidad o modestia de la vivienda, éstas carecían de un elemento que hoy podemos considerar como fundamental: la toma de  agua potable y la evacuación de las residuales.

En 1948 la gente de El Viso seguía abasteciéndose gratuitamente del agua de la fuente de la Muela, eran las mujeres las que iban y venían a la fuente y a los lavaderos que en la misma había, tanto para recoger agua, como para lavar[3]. Únicamente las familias que podían permitírselo compraban el agua a los “aguaores” que con “unos carrillos distribuidores en recipientes llamados “cántaros” que transportan el agua, mediante un estipendio reducido por cada “cántaro” desde la fuente pública a la puerta de la casa de los vecinos”[4]. Hemos de resaltar que lo que se pagaba era el transporte del agua, no el agua, que era gratis al ser la fuente pública.

Es en estos años cuando la infraestructura para llevar al pueblo el agua potable empieza a cobrar visos de realidad, pues el montante de las obras que se estaban llevando a cabo ascendía a 1.000.763,66 pesetas (unos 6.000 euros). Estas obras estaban bastante avanzadas, lo que abrigaba la esperanza de que en 1949-50 el agua llegaría al pueblo en dos formas diferenciadas:

1º.-La instalación de un gripo en la casa. De esta manera las cañerías llegarían hasta la propia vivienda. Esta obra únicamente la podrían sufragar las familias  más acomodadas.

2º.-La instalación de tres fuentes públicas en “los sectores obreros o menos pudientes para que a ellos acudan y se provean gratuitamente del agua que les sea necesario”[5].Una de estas fuentes se localizaba en la esquina en la plaza del Ayuntamiento.

Otra cuestión importante, como referíamos, es la de las aguas residuales. Este servicio estaba más adelantado que el del agua potable, y en aquellos sectores del casco urbano en el que se venían instalando las cañerías de agua “cuyos moradores pueden satisfacer el derecho y tasa establecido”. Este era además el sector de la población donde existía el nivel “conveniente para que las excretas y demás aguas residuales puedan evacuar hacia un colector del alcantarillado que casi está formado naturalmente por la configuración del terreno en vaguada. Las calles donde este servicio estaba establecido eran: Generalísimo Franco (Real), Rosario, Colón, Capitán Cortés (Pintor Juan Roldán), Sixto Jiménez (Hondilla), Agustín Armero (Muela), parte de Queipo de Llano (Corredera) hasta la plaza de abastos”. Es en estas casas donde por primera vez las aguas pluviales dejan de evacuar a la calle (las residuales y las heces fecales lo hacían a pozos ciegos o en los corrales y cuadras).

La llegada de agua potable a las casas o a las tres fuentes mencionadas hace que los pozos que había en las casas pierdan funcionalidad, de ahí que en ocasiones, los “retretes” desagüen directamente en los mismos. Esto viene motivado por el hecho de que la obra que hay que hacer es más barata (el retrete está en el corral y el pozo en la cocina o en el patio; de esta manera no hay que levantar toda la casa para entubar). Esta costumbre de situar el retrete en el corral o patio trasero, en poco tiempo, se convierte en norma, de ahí que cuando sustituyamos el retrete por lo que conocemos como cuarto de baño éste se sitúe en el corral o en el patio, pero en zona muy cercana a la cocina. Esta planificación de la casa tradicional perdura en la actualidad, sobre todo en aquellas casas que bien se reformaron, o se hicieron de nueva construcción a lo largo de los años setenta y ochenta del pasado siglo. La década de los noventa traería nuevas novedades  constructivas, es el caso de la cochera no como elemento paralelo al zaguán, sino que es el zaguán el que se convierte en cochera; o la necesidad, dada la escasez de vivienda en el pueblo, de construir un piso en la primera planta de la vivienda, piso que va destinado en la mayoría de las ocasiones para una de las hijas.

 

                                                         José Ángel Campillo de los Santos



[1] AMV. Memoria del año 1948.

 [2] Íbidem.

[3] Había otro lavadero en la “huerta de Abajo”, cerca de la fuente de “los Sardinas” de agua gruesa y poco apta para el consumo humano, de ahí la importancia de la fuente de la Muela.

[4] Íbidem.

[5] Íbidem.

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