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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

INFORME EXCURSIÓN SANTA LUCÍA Y TABLADA

INFORME EXCURSIÓN SANTA LUCÍA Y TABLADA

El pasado domingo 2 de noviembre a eso de las 11.45 de la mañana, ya nos congregábamos en el punto de encuentro convenido, el bar Tere, más de una decena de entusiastas de la Historia, en este caso de la Protohistoria de nuestro pueblo; ávidos de explorar "in situ" el milenario entorno de "La Tablá", tras no pocas charlas y lecturas acerca de su importancia vital en el proceso de poblamiento de "Los Alcores" desde, según apunta Amores Carredano, la edad del cobre. A las doce y pico, como decimos por estos lares, un nutrido grupo compuesto por casi 20 personas tomamos el camino de la "raya del término" para dirigirnos hacia el entorno de Santa Lucía, con la misma ingenua ilusión que otrora moviera a los miembros de la Sociedad Arqueológica de Carmona.

¿Y porqué Santa Lucía, o "La Santa"? En el anterior informe que emitió este grupo ya nos apuntaba nuestro entusiasta compañero Marco Antonio, que el profesor Amores Carredano vinculaba este importante yacimiento funerario, adscrito al periodo orientalizante, con el importantísimo poblado de la misma época situado en la mesa de "La Tablá" (Los yacimientos funerarios de esta época, o necrópolis, acusan una marcada tendencia más o menos generalizada a situarse al oeste de sus respectivas "ciudades". Así por ejemplo en Alcaudete). Contrastando las anotaciones que sobre los túmulos de incineración de la necrópolis que nos ocupa hicieren Bonsor y Cañal, podemos deducir que se encontrarían diseminados en este lugar unos 16 túmulos, de los que se excavaron de dos (Bonsor) a cinco (según apunta Cañal). Bonsor exhumó "ricos tesoros" compuestos por huevos de avestruz dentados, peines de marfil y cajitas iluminados con motivos que apuntan a una ascendencia orientalizante, fenicia, o a la existencia de talleres locales iniciados en las formas y maneras del próximo oriente. No olvidemos que nos encontramos en la época de apogeo de Tartessos (Siglos VIII, VII y VI, aunque autores como Romero Esteo apuntan fechas mucho fechas que nos remitiría al segundo e incluso al tercer milenio a.C).  Sobre el terreno, no pudimos sino confirmar la dificultad de localizar los túmulos sin excavar, de los que siguiendo una lógica deductiva sugerida por Amores Carredano, deben quedar unos diez. Pero el arado y la codicia del "pitero" seguramente habrán mermado significativamente el potencial arqueológico de tan importante Necrópolis. Aún así, nuestro compañero Paco  logró distinguir sobre la superficie algunas elevaciones que se correspondían con la tipología básica de los túmulos de incineración en Los Alcores: la arqueología tiene que dar la última palabra.

Una vez alcanzamos el mismo rompiente del escarpe, Jose Ángel señaló el lugar donde originalmente se encontraba la que desde el siglo XVIII se llamó Piedra del Gallo, y que en la Baja Edad Media fue denominada como Peña del Águila: posiblemente un testigo de erosión de la calcoarenita terciaria propia del lugar, que por su sugerente forma fue usada de mojón para separar los términos de las villas del Viso y Mairena. Curro nos comentaba que había encontrado un artículo periodístico de los años 30 donde se afirmaba que la mole se despeñó sobre un olivar situado a sus pies (en el primer informe emitido por este colectivo, Marco Antonio citó las interesantes teorías que Cañal y Peláez del Espino, respectivamente, elaboraron sobre esta inmensa piedra). Siguiendo nuestra ruta rumbo oeste, como ya se ha dicho, nos pareció apreciar a nuestra izquierda, hacia el norte, la presencia de algunos túmulos, así como restos de industrias humanas, que si bien se han extendido hasta nuestros días, como la elaboración de cal, parece ser que se prodigaron en nuestra comarca hace tiempo (hallamos algunos guijarros desgastados, posibles molinos de mano, entre bloques de cal). Testimonio evidente de la elaboración de la cal desde tiempos inmemoriales son los restos de dos hornos sitos en el escarpe, uno de los cuales, pasándonos casi desapercibido señaló Armando con ese instinto "cazador" que le caracteriza.

Un paréntesis: la visita a las ruinas de la polémica ermita de Santa Lucía y sus aledaños. No quisiéramos dilatarnos al respecto, ya que en la anterior excursión se elaboró una preciosa redacción sobre lo visto en este entorno. Tan solo destacar que un yacimiento de tal envergadura requiere de un urgente estudio multidisciplinar para verter algo de luz sobre su rica historia, que, ciertamente no inicia con la erección de la ermita cristiana. Ahí queda el órdago.

Entre retamas y olivos discurrió el resto de la excursión hasta alcanzar el antiguo barrero situado bajo la cara sur de "La Tablá", donde pudimos apreciar muestras de materiales desprendidos desde lo alto del alcor, de lo que hace siglos fuera un enclave con una arquitectura imponente. Muestra de ello es el gran sillar perfectamente labrado en piedra arenisca, de forma paralelípeda, con muescas cóncavas en forma de "T" en las caras más pequeñas. Las oquedades citadas servirían para engazar este sillar con otros similares. Considerando en enorme peso de la pieza citada, más de 150 kilos, nos podemos hacer una idea de la envergadura de las construcciones que se erigieron sobre la Mesa objeto de nuestra ruta (Fernando Amores cita en su Carta Arqueológica varios de estos sillares, aunque no situados en la cara sur, y ubicándolos en una fecha posterior a la de la dominación púnica. Aunque estas hipótesis se formularon tan sólo a partir de superficiales prospecciones, por lo que su datación debe ser problemática). Ascendimos a la cima a través de un angosto y escarpado "sendero natural", que nos permitió superar en poco tiempo los más de 30 metros de desnivel que separan la citada cantera de aquella que ha sido definida como una de las más antiguas ciudades de occidente. Mientras tenía lugar la ascensión, ya secas las gargantas y vacías las cantimploras, servidor indicó la presencia de una hilera bien definida de mampostería, de unos 30 metros de largo por unos 50 centímetros de ancho. Su buena factura y su regularidad indican que no es fruto del azar, sino humana construcción. Hay que señalar que los muros y taludes realizados con mampostería se encuentran diseminados en todo el perímetro de "La Tablá", lo que debería ser objeto de un minucioso estudio, máxime cuando mediante comparaciones con otras "fortificacioes en talud" del bronce alcoreño podemos apreciar la misma técnica constructiva. Salvada la pendiente, observamos numerosos restos cerámicos coincidentes con los ya señalados por Bonsor y Amores Carredano en sus respectivas obras: cerámica prerromana de bandas rojas; ánforas fenicias de cuello estrangulado; opus latericium (ladrillos). Casi sin lugar a duda, todos los presentes coincidimos en una datación, como mínimo, coincidente con la de la Necrópolis de "La Santa" que, como ya dijimos, se remonta a la época orientalizante.

El último ratillo: disertaciones y elucubraciones. Tras casi tres horas de enriquecedora caminata, empolvadas las botas y acelerados los corazones, pudimos comprobar como "La Tablá" está conectada visualmente, al este, con todos los yacimientos importantes que en "Los Alcores" han sido; al oeste, con un cerro antaño propiedad de Méndez, amigo de Bonsor, que tradicionalmente no se relaciona con Santa Lucía, pero que por su conexión visual y su cercanía debiera ser parte de la Necrópolis de la que hablan Bonsor y Cañal. No es casualidad que en "el puerto" que separa ambos alcores, hayan aparecido cantidades ingentes de cerámicas de bandas rojas (las que Bonsor calificó de púnicas). Pero retrotayéndonos algo en el tiempo, y siguiendo a Amores Carredano en sus teorías sobre el poblamiento del lugar, todos recordamos que si bien, como apuntan autores como Jorge Maier o Juan Belloso, el poblamiento de "La Tablá" se inicia con Tartessos y finaliza con la conquista de la península por la Roma Republicana, los restos líticos encontrados por doquier, indican un asentamiento muy anterior: en la Tablá siempre abundaron, ya menos, las hachas pulimentadas, lo que hizo que el citado profesor Amores Carredano trabajara con la hipótesis de un origen calcolítico para nuestro yacimiento (Él encontró una hachuela; los vecinos del Viso las han extraído por decenas). En este orden de cosas, consideramos que este entorno entra dentro de la "frecuencia regular" de poblados que el citado estudioso elaboró para Los Alcores: un poblado cada 1'5 km; 5km entre los poblados centrales.

A eso de las tres de la tarde, extasiados por los visto y oído, comprendimos que todo estaba por estudiar; que todo estaba por hacer cuando hay que hablar de Historia. Y con ese convencimiento, sin más conclusiones que la señalada, nos tomamos una cervecita ya en pleno pueblo sin dejar de mirar hacia el suroeste, donde camparon a sus anchas los primeros visueños.

Juan Antonio Martínez Romero. Asociación Fuentedelsol...

Relación de asistentes a la excursión

  • Juan Antonio Martínez.
  • Blas Jiménez y su primo.
  • Vidal Prieto.
  • José Ramón Martín.
  • Paco Aranda.
  • David Roldán  e hijos.
  • Curro Bonilla.
  • Diego Muñoz.
  • Juan Antonio y su novia.
  • Armando Rueda.
  • Rodrigo Sánchez.
  • José Ángel Campillo.
  • Marco Antonio Campillo.

1 comentario

Fco. javier -

Hoy en dia es muy valorable esas inquietudes y ganas de conocer parte del pasado e historia de un territorio, ya bien sea un lugar ligado a la procedencia de las personas que hacen tal investigación del terreno o bien sean de otros dominios, siendo a si un hecho que invita a que los demás se inicien en ese camino por descubrir la historia de los recónditos y ricos lugares que en nuestra comunidad y nación nos rodean, siendo por todo ello merecedores a todos los componentes del grupo el reconocimiento cultural por la acción investigativa de lo orígenes y pasado humano en el territorio de los alcores y por su gran elaboración al describirlo textualmente