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ASOCIACIÓN CULTURAL FUENTE DEL SOL

INFORME EXPLORACIÓN INICIAL ALCAUDETE. GRUPO -------

 

  • Excursión realizada la mañana del domingo 3 de agosto de 2008.
  • Participantes: Marco A. Campillo de los Santos, Blas Jiménez Sánchez y Vidal Prieto Pineda.

 

Llegamos a Alcaudete pasadas las nueve y media, aproximadamente. Nada más llegar encontramos por el camino un gran fragmento de una tegulae, indicio de la ocupación romana de estos lares.

El grupo pasó a observar la entrada al recinto de la Motilla, comparándola con la señala por Bonsor en un croquis de 1885 (la 1ª excursión de la Sociedad Arqueológica de Carmona fue  a este lugar). Dicha entrada está excavada en la roca, contando con la longitud suficiente para permitir el paso de una carreta o un carro de guerra. Podemos comprobar que el camino que conduce a la entrada en cuestión todavía pervive, a pesar del paso del tiempo, dirigiéndose en  dirección de la actual carretera.

Posteriormente, ascendimos a la loma situada al oeste de la Motilla. Allí pudimos examinar dos pequeños túmulos de apenas 1 metro de  altura, rodeados por una corona de  pequeñas piedras. Estos pequeños túmulos ya fueron excavados por Bonsor, hallando en ellos trozos de hierro y cobre, restos de pátera, …Además, Bonsor añade lo siguiente: “Habiendo puesto al descubierto los alrededores de estos emplazamientos de incineración, descubrí numerosas pequeñas fosas excavadas en la roca y dispuesta de la siguiente manera:

A, A. Dos fosas cuadradas, en el lado este y sur.

Otras dos circulares B, B. al norte y al oeste.”

Una exploración superficial de los túmulos nos permitió descubrir restos de piedras calcáreas, restos de cerámica, piedras quemadas (indicio de tumbas de incineración) y pequeños restos de huesos, probablemente de animales (curiosamente, Bonsor, encontró en una fosa circular de 0,45 m. de ancho y 0,40 m. de profundidad, una lámina de sílex con algunos huesos de un pequeño animal, difícilmente reconocibles). En definitiva, tal como dice Amores “se trata de una necrópolis de incineración bajo túmulo”. También observamos restos de posibles calzadas, restos de construcciones (con agujeros perfectamente taladrados en la roca) y una muralla o cinturón de piedras que flanquea dicha necrópolis.

Finalmente, subimos al enorme túmulo de 60 metros de diámetro y 30 metros de altura por un camino en espiral, tras reflexionar brevemente sobre su aspecto artificial, nada concordante con el terreno circundante, y la gran organización social necesaria para construir tal magna construcción a finales de la Edad del Bronce. Observamos restos de cerámica en las laderas y acumulación de piedras en las vertientes (¿posibles tumbas de incineración?). Prácticamente en la cima, examinamos un enorme bloque de piedra rectangular, quizás resto del templo romano que según Bonsor pudo existir en la cima. Una vez arriba, divisamos los dos grandes agujeros de varios metros de profundidad, de origen incierto, así como otro más pequeño, y de peor factura, realizado por unos expoliadores sin escrúpulos. La gran vegetación que se ha desarrollado tras la protección de este yacimiento arqueológico nos impidió una exploración detenida de la cima, del mismo modo que los alrededores del gran túmulo.

En el camino de vuelta hacia el coche, pisamos el cauce seco del antiguo arroyo, encontrándonos restos de guijarros.

La excursión arqueológica terminó sobre las once y media de la mañana, para posteriormente comparar nuestras observaciones con La Carta Arqueológica de los Alcores, de Fernando Amores.

                                           MARCO ANTONIO CAMPILLO DE LOS SANTOS

 

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